A propósito del día internacional de la mujer:
El revolotear de las mariposas
Germán Rodas Chaves
grodas@uasb.edu.ec 

Los golpes propinados con los maderos fueron cayendo uno a uno sobre los cuerpos indefensos de las tres hermanas, quienes habían sido emboscadas por sus asesinos, los mismos que en su ceguera y demencia política y a propósito de su conducta vil, dieron rienda a la vorágine de sangre que había ordenado el dictador.  Aquella tarde del 25 de noviembre de 1960 el holocausto de Patria, Minerva y María Teresa se constituyó en el principio del fin de la dictadura dominicana.

Las hermanas Mirabal, en aquel aciago día venían de visitar a sus esposos que, como tantos centenares de dominicanos, vivían desde las cárceles la represión de Rafael Leonidas Trujillo que, huérfano de apoyo social, optó por el camino de silenciar a sus adversarios y de desaparecer a quienes lo combatían.

Las Mirabal habían optado mucho tiempo atrás a su desaparición física por el camino de la confrontación con el régimen dictatorial dominicano.  El padre de ellas había sido prisionero del trápala Trujillo y  sus hijas, una a una, y  por razones distintas, así como debido a procesos personales disímiles, fueron, inicialmente, relacionándose con el Partido Socialista Popular, cuya línea de acción estuvo, entonces, definida con la confrontación abierta con Trujillo. Luego serían activas militantes del movimiento clandestino 14 de junio constituido, conforme sus afanes, para utilizar todos los caminos que impidieran  que la muerte y la destrucción azotaran a los dominicanos y cuya denominación recordaba la fecha del exterminio de un grupo de patriotas que intentaron desembarcar en República Dominicana, en 1960, sin ningún éxito.

El asesinato de las tres hermanas precipitó la caída de Trujillo, pues los sectores sociales a los que se pertenecían las mariposas, -nombre de combate con las cual se conocía a las Mirabal-, tenían vínculos cercanos con el dictador quien fue, por el asesinato referido, blanco de todo tipo de cuestionamientos, los mismos que, además, provinieron incluso de importantes sectores religiosos que declararan su oposición al régimen.

En este entorno, en mayo de 1961 y como víctima del estado de terror que había sembrado Trujillo fue victimado el dictador, poniéndose fin a varias décadas de oprobiosa dictadura.

La fecha del asesinato de las hermanas Mirabal ha sido identificada como el día de “No más violencia contra las mujeres”. De otra parte el 8 de marzo se conmemora “El día Internacional de la Mujer”.

Las dos fechas, complementarias entre sí, constituyen el reconocimiento no solo a las innumeradas jornadas de la historia en las cuales las mujeres han dado lo mejor de sí en la lucha por un mundo mejor, más justo y solidario, sino que evocan la intensidad con la cual, ellas, las tantas mariposas del mundo, han contribuido para rescatar al género humano de las garras de las dictaduras, de la ignominia de los opresores, de las falacias inventadas desde los recónditos ajetreos de las felonías de toda estirpe.

Valga en esta fecha decirles a las Manuelitas Sáenz, a las Juana de Ibarbourú, a las Violeta Parra, a las George Sand, a las Dolores Cacuango, a las Tránsito Amaguaña, a las Marie Curie, a las Rosa de Luxemburgo, a las Celia Sánchez, a las Haydee Santamaría, a las Gabriela Mistral, a las Frida Khalo, a las Malinches, entre tantas miles y miles, que su ejemplo, su lucha, su tenacidad, su talento, su ímpetu,  su entereza y transparencia han determinado, en el tránsito de la especie, no solo extraordinarios logros para las ciencias, la democracia, el arte, las letras, sino que sin ellas, seguramente, seguiríamos orillados en medio de la perversidad de los poderes reales y distantes de comprender que más allá de los amaneceres y detrás de los últimos rayos de la tarde se esconden las paralelas que sustentan los paradigmas, las ilusiones y las utopías, así como las palpitantes emociones que mantienen las esperanzas que florecerán un día…

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