Desde que mamá rana puso los huevitos supo que iba a ser diferente
Alí, la ranita, había nacido de un huevo de otro color.
Cuando mamá rana la vio saltando como las demás, y vio que todas estaban crecidas, dejo de cuidarlas.
No sabemos que se hizo de mamá rana, pero Alí hizo todo igual que sus hermanas.
Salió de un huevo, fue renacuajo y nadó mucho, le crecieron las patitas, se le cayó la cola.
Un día se dio cuenta que podía salir a la tierra como todas, y de un salto llegó a la orilla.
¡Qué hermoso era su entorno! ¡Qué divertido era el juego de sus hermanas! Se reunían en grupos para nadar, jugar, saltar, comer bichitos.
Pero Alí no estaba en los grupos porque nadie la invitaba.
Ella igual intentaba jugar, pero la miraban raro, jugaban con ella un poquito y luego la dejaban plantada.
Alí, cada vez que esto le pasaba, no lo entendía y quedaba muy triste. Era ya una rana grande y le sucedía siempre lo mismo, no podía tener amigas. Su refugio era la propia naturaleza. Observaba los pájaros, las flores, los peces, las plantas y así se entretenía.
Un día las aguas estaban calmas y se acercó al lago. Al mirar su profundidad, se encontró con los ojos de otra rana. Pero ¡qué distinta era! Le llamó la atención, y para verla mejor dio un saltito, dio otro, y otro, y otro yyyyy....cataplum, cayó al lago. Ya en el agua, nadó, nadó y nadó buscando la ranita que le había parecido distinta. Al no hallarla volvió a la orilla. Cuando él agua quedo quieta, Alí volvió a mirar hacia la profundidad y se encontró con unos ojitos lindos y una ranita roja que la miraba curiosamente.
Fue un momento muy importante para Alí, pues de pronto, vio que los saltos que ella daba, eran dados igualmente por la ranita roja. Después de un largo silencio se dio cuenta de que la ranita no era otra más que ella misma reflejada en al espejo de las aguas.
¡Claro!-dijo Alí,- soy de distinto color por eso me miran raro mis hermanas!
¡Por eso es que ellas no juegan conmigo!
Más pensó, que podía tener remedio. Buscó una hoja que tuviera el mismo color que sus hermanas y se la puso como un vestido.
Al principio no había problemas pero el movimiento en el agua y el viento en tierra le quitaban su capita y quedaba al descubierto su cuerpo de color rojo. ¡Que difícil era para la ranita roja poder vivir en comunión con sus hermanas! ¡Qué esfuerzo debía hacer Alí para vivir!
A ella que le gustaba nadar, jugar, vivir en compañía!
Un día cansada de tanto esfuerzo, tomó todo lo necesario y fue en busca de otro lago, pero siempre le pasaba lo mismo, no podía hacer amigas. Se sentía triste y ya no comía. Se acostó a dormir. Durmió mucho. De pronto sintió un crujido de hojas secas y se despertó.
Miró a su lado y se encontró con un gran sapo que entre curioso y maravillado, y con una suave voz, le preguntó:
-¿Cómo te llamas? Ella primero sintió miedo, pero al oír su voz tan cariñosa, le contestó
-Me llamo Alí y vengo desde lejos.
EL sapo le dijo -Se te ve cansada y muy triste. ¿Porque? Alí le contó al sapo toda su historia y el sapo Sabio le contestó - Alí escucha: la madre Naturaleza a veces nos da dotes y dones que son tan distintos a los de los demás, que estos nos los hacen sentir como una carga pesada y lo que realmente es una luz, los deslumbra porque no son capaces de verla.
Ven Alí - dijo el sapo Sabio- sabes, eres realmente preciosa y te mereces estar con aquellas que como tú han recibido dotes y dones distintos.-
El sapo Sabio llevó a la ranita roja Alí a un hermoso lago que de lejos lucía como un bello Arco Iris.
Al llegar a la orilla Alí tenia miedo de saltar pero el sapo le dio su mano y saltaron juntos.
¡Qué sorpresa para la ranita roja! Encontró tantas ranitas como colores y variaciones de tonos hay en la naturaleza.
Pronto vinieron a recibirla y a agradecer al sapo Sabio él haberla llevado al lago.
Luego el sapo Sabio le contó que ella era un mutante de su especie como todas las de ese lago, donde lo común es ser diferente.
Alí nunca más se sintió sola y se curó de su tristeza. |