Universidad de La Habana

CESBH

Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humano
Maestría en Bioética
Segunda Edición
Diplomado en Perspectiva Ética de las Ciencias Sociales
Trabajo Final del Curso de Etnografía
Profesor Dr. Jesús Guanche

Sobre: Antropología y sicología: una relación no solicitada, de Theodore Schwartz
Maestrante: Victoria de la Caridad Ribot Reyes

Me voy a referir fundamentalmente a la relación que el autor plantea entre la psiquiatría y la antropología, por ser la primera la profesión que desarrollo. Creo que nuestro impacto en la mayor parte de la psiquiatría ha sido bastante limitado a pesar de nuestro propio interés de larga data en cuestiones de la normalidad, patología y terapia. Estoy en total desacuerdo con esta afirmación. La psiquiatría no acude a la antropología sólo para explicar los llamados síndromes exóticos. El contexto cultural se tiene en cuenta al diagnosticar y tratar al enfermo mental. La tesis de la incompletidad planteada por Schwartz ha sido ya asumida por la psiquiatría pero con diferentes términos. Señalar  que la auto-completación de la naturaleza humana está en la cultura es prácticamente lo mismo que planteaba el Dr. Bustamante al definir la personalidad como la resultante que de la interacción dialéctica de cada una serie de factores genéticos y del ambiente, nos ofrece cada ser humano. Tómese ambiente como latitud geográfica, país, idioma, desarrollo económico, familia, normas sociales, historia, religiosidad, concepciones filosóficas y éticas. No creo que alguno de estos elementos pueda darse aculturalmente.

El padecimiento o enfermedad mental es un concepto que ha sido manejado desde la perspectiva antropológica entendiéndolo como el sentir y sufrir una serie de síntomas; tiene que ver con la experiencia vivida de vigilar los procesos individuales, las expectativas creadas alrededor de dichos procesos, las categorías y explicaciones del sentido común accesibles a todas las personas del grupo social y los juicios de los pacientes sobre como enfrentarlos. Para entender la enfermedad, se establecen modelos explicativos que son manejados por terapeutas y pacientes en todos los sistemas de salud. La relación entre el psiquiatra y el enfermo presenta una serie de problemas que tiene su origen en las diferencias entre los modelos explicativos que comparten cada uno. Los conceptos de padecimiento son diferentes a los conceptos médicos de lo que es la enfermedad.

Esta preocupación por la relación psiquiatra-paciente no es exclusiva de la antropología. En la mayoría de los modelos de psicoterapia que se utilizan en el mundo, la personalidad del médico y la empatía que logre establecer con el enfermo, son herramientas  indispensables para que el proceso terapéutico fluya. (Recordemos la escuela psicoterapéutica de Palo Alto, la de Minuchin, la de Selvini, etc. )

La psiquiatría entiende a la estructura enculturante como sinónimo de sociedad. Por tanto, al afirmar que la estructura enculturante es tan importante como el sistema nervioso que lo permite. Un cerebro y una estructura enculturativa que lo informa e implementa, junto con un cuerpo humano formado y habituado, constituye un ser humano completo, que posee no solo un conjunto de funciones y capacidades sino también un contenido específico retornamos de manera circular al concepto de personalidad desarrollado en párrafos anteriores.

Concuerdo con el autor en que la cultura es necesaria para la constitución del intelecto, para la completación cognitivo afectiva, la diferenciación y la sutileza de la experiencia humana. Sin embargo, pretender que la naturaleza humana es abierta sólo desde el enfoque de la tesis de la incompletidad es casi lo mismo que reconocer a los psiquiatras como Quijotes modernos. El ser humano está en constante transformación, la cual se da sin que este pierda su esencia. Vive en un constante aprendizaje y desarrolla  nuevos condicionamientos. La psiquiatría tiene esto bien claro, sino sería imposible pretender mejoría en el curso de las enfermedades mentales.

En cuanto a la realización de tests proyectivos, es cierto que los resultados varían enormemente de una cultura a otra pero considero justo señalar un detalle que Schwartz pasa por alto. Los individuos que normalmente aplican   e interpretan dichos tests no presentan diferencias culturales significativas con los pacientes ya que se encuentran en el mismo contexto social y temporal.

A modo de conclusión me gustaría desatacar que aunque en muchos aspectos estoy en desacuerdo con el artículo, reconozco el invaluable aporte que el enfoque antropológico significa para la psiquiatría. 

Victoria de la Caridad Ribot Reyes

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