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Universidad de La Habana |
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CESBH |
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Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humano |
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Sobre: Antropología y sicología: una relación no solicitada, de Theodore Schwartz |
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Me
voy a referir fundamentalmente a la relación que el autor plantea entre
la psiquiatría y la antropología, por ser la primera la profesión que
desarrollo. Creo que nuestro impacto
en la mayor parte de la psiquiatría ha sido bastante limitado a pesar de
nuestro propio interés de larga data en cuestiones de la normalidad,
patología y terapia. Estoy
en total desacuerdo con esta afirmación. La psiquiatría no acude a la
antropología sólo
para explicar los llamados síndromes exóticos. El contexto cultural se
tiene en cuenta al diagnosticar y tratar al enfermo mental. La tesis de la
incompletidad planteada por Schwartz ha sido ya asumida por la psiquiatría
pero con diferentes términos. Señalar
que la auto-completación de la naturaleza humana está en la
cultura es prácticamente lo mismo que planteaba el Dr. Bustamante al
definir la personalidad como la resultante que de la interacción dialéctica
de cada una serie de factores genéticos y del ambiente, nos ofrece cada
ser humano. Tómese ambiente como latitud geográfica, país, idioma,
desarrollo económico, familia, normas sociales, historia, religiosidad,
concepciones filosóficas y éticas. No creo que alguno de estos elementos
pueda darse aculturalmente. El
padecimiento o enfermedad mental es un concepto que ha sido manejado desde
la perspectiva antropológica entendiéndolo como el sentir y sufrir una
serie de síntomas; tiene que ver con la experiencia vivida de vigilar los
procesos individuales, las expectativas creadas alrededor de dichos
procesos, las categorías y explicaciones del sentido común accesibles a
todas las personas del grupo social y los juicios de los pacientes sobre
como enfrentarlos. Para entender la enfermedad, se establecen modelos
explicativos que son manejados por terapeutas y pacientes en todos los
sistemas de salud. La relación entre el psiquiatra y el enfermo presenta
una serie de problemas que tiene su origen en las diferencias entre los
modelos explicativos que comparten cada uno. Los conceptos de padecimiento
son diferentes a los conceptos médicos de lo que es la enfermedad. Esta
preocupación por la relación psiquiatra-paciente no es exclusiva de la
antropología. En la mayoría de los modelos de psicoterapia que se
utilizan en el mundo, la personalidad del médico
y la empatía que logre establecer con el enfermo, son herramientas
indispensables para que el proceso terapéutico fluya. (Recordemos
la escuela psicoterapéutica
de Palo Alto, la de Minuchin, la de Selvini, etc. ) La
psiquiatría entiende a la estructura enculturante como sinónimo de
sociedad. Por tanto, al afirmar que la estructura enculturante es tan importante como
el sistema nervioso que lo permite. Un cerebro y una estructura
enculturativa que lo informa e implementa, junto con un cuerpo humano
formado y habituado, constituye un ser humano completo, que posee no solo
un conjunto de funciones y capacidades sino también un contenido específico
retornamos de manera circular al concepto
de personalidad desarrollado en párrafos anteriores. Concuerdo
con el autor en que la cultura es necesaria para la constitución del
intelecto, para la completación cognitivo afectiva, la diferenciación y
la sutileza de la experiencia humana. Sin embargo, pretender que la
naturaleza humana es abierta sólo desde el enfoque de la tesis de la
incompletidad es casi lo mismo que reconocer a los psiquiatras como
Quijotes modernos. El ser humano está en
constante transformación, la cual se da sin que este pierda su esencia.
Vive en un constante aprendizaje y desarrolla
nuevos condicionamientos. La psiquiatría tiene esto bien claro,
sino sería imposible pretender mejoría en el curso de las enfermedades
mentales. En
cuanto a la realización de tests proyectivos, es cierto que los
resultados varían enormemente de una cultura a otra pero considero justo
señalar un detalle que Schwartz pasa por alto. Los individuos que
normalmente aplican e
interpretan dichos tests no presentan diferencias culturales
significativas con los pacientes ya que se encuentran en el mismo contexto
social y temporal. A modo de conclusión me gustaría desatacar que aunque en muchos aspectos estoy en desacuerdo con el artículo, reconozco el invaluable aporte que el enfoque antropológico significa para la psiquiatría. |
Victoria de la Caridad Ribot Reyes
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