Universidad
de La Habana II
Taller Científico Internacional de Estudios Urbanos La Ciudad – Región: conceptualización y gestión del territoriopor:
Giovanni
Restrepo Orrego Universidad
Pontificia Bolivariana Medellín
- Colombia El
concepto de región. Reflexión introductoria. |
No
es del todo gratuita la preocupación investigativa de especialistas de
todas las disciplinas sociales por los estudios regionales - en las tres
últimas décadas - como referente obligado para adentrarse en los
confines de la formación del Estado-Nación en Colombia y en general,
para el concierto latinoamericano. Sus
indagaciones han querido precisar los elementos que desde la instalación
de la sociedad colonial (y aún desde antes, en el período pre - hispánico),
matizaron el proceso y los factores identificables que sirvieron como
conexión de lo regional con la construcción posterior de una realidad
nacional (al respecto, tales consideraciones hacen alusión al modelo o
tipologías productivas que fueron implementadas por la Corona española
en los principales centros coloniales desde el siglo XVI hasta el XIX,
tales como: economías agrarias, mineras, sistemas de hacienda y plantación,
etc.); que a la postre, serían el marco comparativo para designar el
papel y dinámica de tales regiones como articuladoras -a posteriori- de
la nación en sus respectivos contextos post - independentistas, ahora,
bajo parámetros históricos societales o como imaginario constitucional
del modelo o proyecto político republicano adoptado. Sin
embargo, el análisis de las diferencias (que según Duverger, no pueden
establecerse sino desde los elementos comunes[1]),
posibilita comprender la indeterminación del dinamismo comparativo de los
procesos macro - estructurales de la realidad colonial americana como
decisorios en la conformación nacional posterior al período
independendista y, por el contrario, sugieren abstracciones comparativas
para identificar las formaciones socio - históricas particulares y
demarcar así, el papel específico y determinante de la región en la
construcción de la nación. “(...)
A través de estudios específicos nos hemos ido familiarizando con
regiones. Pero si estos estudios pueden dar cuenta - así sea
relativamente - del todo latinoamericano, rara vez pueden dar cuenta de
una nación. Si por alguna razón se ve la necesidad de concentrar la
atención en una región particular, la excepcionalidad de sus rasgos
puede ser comparable en alguna parte del Continente, pero rara vez en su
contexto más inmediato. Parece así más factible encontrar las
conexiones entre una región y un marco global (el comercio mundial, el
imperialismo, etc.) que con respecto a la nación de la que hace
parte(...)[2] Se
trata pues, de dimensionar las preocupaciones por la región y lo regional
en la lógica de los procesos internos – endógenos - si se quiere, con
el devenir histórico de sus actores sociales, afinidades, controversias,
posturas ideológicas y proyectos sociales en los cuales, se identifiquen
elementos y aspiraciones comunes a partir del dinamismo propio de la región.
En
otros términos, cuando hablamos de la región, estamos reconociendo el
juego múltiple de diferencias y afinidades inherentes al modelo histórico
general de la colonia - que les dio forma -, pero también, se está
delimitando la región y lo regional como punto de análisis obligado para
comprender el discurso de la identidad regional y de la vida
intrarregional o de las relaciones e intercambios concurrentes que a largo
plazo modelan, caracterizan y definen la nación. “(...)
El marco más adecuado para lograr simultáneamente la identificación de
elementos homogéneos y observar su dinamismo propio es la región.
Vincular el estudio de la región al de la formación nacional tiene una
intención precisa. No se trata de sustituir un nacionalismo ideológico
por una colección de provincianismos que sigan el modelo de “historia
patria”. La introspección necesaria en el examen de la formación
regional no debe ser la búsqueda inconsciente de un elemento mítico o la
racionalización de una experiencia estética o emocional inmediata y
cotidiana. Por eso, para orientar la búsqueda por encima de todas estas
inclinaciones, se requiere un marco objetivo y un concepto claro de región(...)”[3] Contradictoriamente,
la herencia colonial -decimonónica- erigió como eje orientador de sus
postulados lo “nacional”, fundamentado en el marco mental e ideológico
de las llamadas sociabilidades modernas[4],
que en oposición al carácter conceptual de lo regional y la región
descrita, implicó la introducción de un nuevo imaginario social basado
en el individuo y sopesado en el paradigma moderno de una sociedad
“democrática”. Así, lo regional y la región estarían marginados a
largo plazo de ser objeto del trabajo investigativo de estudiosos de
distintas disciplinas. De ahí, el predominio posterior de análisis cuyo
énfasis versaba en una nueva contextualización, raciocinio y
diferenciación etimológica y cualitativa del concepto de región frente
a los de territorio, provincia, frontera y nación. Empero,
el punto de partida de un número significativo de dichos trabajos,
subordinaba el concepto a prescripciones de índole político -
administrativo o determinadas implícitamente por el Estado sin medir ni
contextualizar los ritmos y temporalidades propias y exógenas de la
historia nacional. Sin
embargo, la problemática del Estado - Nación en América Latina
vinculada a procesos históricos y a las coyunturas socio políticas endógenas
y a la dinámica económica externa de la segunda mitad del siglo XIX y
las tres primeras décadas del XX, ha encontrado como punto de referencia
la recontextualización de la Región y lo Regional para comprender así,
dinámicas sociales y proyectos mentales que hoy las hacen distintas y
logran particularizarlas en el conjunto nacional, más aún, apuntan a
develar e interiorizar prácticas identitarias o socioculturales de la
región, afirmando prácticas o valores regionales que, en términos
colectivos, refrendan y reafirman la nación. Por
el contrario, Colombia responde a procesos societales distintos. Lo
Regional y la Región, antes que operar como elemento integrador, son sinónimo
de diferenciación cultural, histórica, política, económica, cultural y
educativa. Los nexos regionales desde épocas pretéritas han estado
signados por un devenir particular, casi personalizado en cuanto a
identidades que marcan las diferencias y concepciones mentales de cada
Región, su población, el poblamiento, sus actores sociales, las formas
de intercambio y representaciones colectivas. En
síntesis, “(...) no basta afirmar el lugar común de que “Colombia es
un país de regiones”. Se impone la tarea de reconocer los perfiles de
la regionalidad y entender que ella se ha construido en el transcurrir de
los siglos y que no son, ni podrán ser el producto de uno o varios hechos
fortuitos. En nuestra opinión, los propios conceptos de región y
regionalidad remiten necesariamente a la cultura, a la forma de ser, de
pensar y de sentir de los hombres y por lo mismo, a profundas estructuras
de formación secular y de ninguna manera a períodos cortos, ni a
contextos tan simples como algunos lo quisieran. Naturalmente, rescatar la
importancia de los estudios regionales y situarlos en el centro de
nuestras preocupaciones no significa ni puede significar una visión
chauvinista o “provinciana” que olvida el tejido de relaciones en que
se halla inmersa la vida de cualquier colectividad. Por pequeña y aislada
que pueda parecer, una determinada región comparte, se articula y
comunica con otras comunidades regionales. Toda región hace parte de
procesos económicos y culturales que la vinculan a realidades espaciales
más amplias, vecinas o remotas, sobre ella incide el desenvolvimiento del
“Proyecto Nacional” de un país y su historia la vincula con el resto
de la sociedad(...)[5] En
este orden de ideas así, como la noción de Estado precedió la noción
de País y ambas prefiguraron en una relación natural – causa - efecto
“ideal” - la Nación, la diferenciación y problemáticas regionales
fueron subordinadas al proyecto político de la Nación, trajo como
consecuencias nefastas a la luz del proyecto político nacional -
”integrista o centralista” - de quienes en su momento detentaban el
poder y defendían un modelo ideológico de Estado, repercutió en la
confrontación político - ideológica de las élites regionales, que más
allá de las afinidades o ideario político con el que estaban inscritos e
identificados, propugnaban por la defensa o perpetuación del statu
quo congénito o heredado, ante la claudicación del protagonismo,
determinación, poder económico, social y político de siempre, frente al
compromiso o deferencia ideológica o económica con el gobierno de turno. Para
explicitar buena parte de las afirmaciones anteriores propondremos una
comparación de la temática regional con los conceptos de Nación, Región,
Frontera e Historia Regional. Se trata de precisar la complejidad de
nuestra propuesta investigativa evidenciando los límites etimológicos de
los conceptos que, a primera vista parecen intrínsecos al de Región o
que por su contenido especifican las limitaciones interpretativas características
de connotados estudiosos en la materia, para demostrar desde las
parcialidades de cada concepto lo relevente y consecuente con la
demostración de la hipótesis indicada.[6] Como
espacio de controversia, lo primero que debe hacerse sobre el particular
es una alusión al tratamiento específico que cada uno de los autores señalados
propone como línea argumentativa de sus tesis. En este sentido, los
conceptos en cuestión, a lo largo de los textos aparecen poco
explicitados en lo atinente a definiciones específicas y, los alcances de
los mismos; se acentúan en una perspectiva que se dirige al uso y al
significado que de ellos han dado los historiadores en diferentes momentos
del hacer histórico en el concierto de América Latina, desde el mismo
instante, en el que comienza a pensarse cada proceso histórico particular
de los países que paulatinamente se van emancipando del yugo español. En
esta dinámica, el uso de los términos se hizo arbitrariamente –
incluso - bajo condiciones que buscaban legitimar la independencia en la
coyuntura siguiente a la constitución de las repúblicas americanas. Es
por ésta razón por la cual, el empleo de tales conceptos estuvo ligado a
las clases dirigentes criollas que buscaban a demás de su legitimidad,
argumentar los proyectos centralistas en los que se habían inscrito. Fue
así como, desde la construcción de dichos proyectos que se generaron una
serie de contradicciones matizadas no sólo por el desconocimiento de lo
que significaba un gobierno y unas aspiraciones conjuntas o comunes a
todos o la mayoría de los miembros de esas antiguas unidades
administrativas coloniales sino también, porque se desconocían las
particularidades de cada una de las unidades que conformaban aquellos
entes territoriales. En
otras palabras, la existencia de grupos hegemónicos en las regiones,
sirvió como punta de lanza para socavar los proyectos políticos de la
república que estaban inspirados en modelos centralistas y federalistas
heredados de la historia europea y norteamericana. En
este sentido, lo que se pone de manifiesto, es que el concepto de Nación,
en sus diversos momentos, sirvió para elaborar toda serie de discursos y
elucubraciones al rededor del proyecto político de las élites dominantes
para sopesar su condición de libertad y no de advenedizos de los
intereses españoles. Sin embargo, su identificación como nación, estuvo
ligada en muchos casos a la conservación o perpetuación de la tradición
colonial española como espejo o marco de referencia en el que se inscribían,
o en el cual, podían leerse y justificarse. De
ahí, que el desconocimiento - intencional si se quiere - de las
diferencias regionales de carácter étnico (mestizos, negros, zambos,
mulatos, indios, etc.) al interior de cada una de las nuevas repúblicas,
privilegió los intereses de clase o de los grupos dominantes de la élite
o de quienes detentaban el poder político, económico, social y cultural,
así como el control estamental de los privilegios y las instituciones,
enraizados convencionalmente en los proyectos nacionalistas erigidos sobre
la base y expectativas de los grupos hegemónicos. Por
lo tanto, las evidencias manifiestas en los estudios de los especialistas
aludidos, responden a los lineamientos ideológicos utilizados por los
herederos históricos de la tradición que, en el sustento teórico de sus
postulados, ignoraron o desconocieron en buena parte o medida, las
dimensiones y el sentido o significado de las regiones como entes
territoriales particulares, con diferentes lógicas de reconocimiento,
proxemias o pertenencias, propias de la culturas específicas de cada región. En
el mismo nivel, las fronteras y límites establecidos, responden a los
intereses trazados político - económicos y de mercado de los grupos
dominantes; olvidando y desconociendo la evidencia que en ocasiones, éstas
fronteras y límites, ignoran las relaciones históricas hombre - medio y
los procesos de intercambio generados a través de relaciones sociales, de
mentalidad, formas de valoración y de pensamiento propios de cada región.
Quiere decir esto, que las fronteras son coyunturales y la dimensión de las regiones es de vieja data o larga duración. Así pues, las historias regionales pasaron por encima - y dieron cuenta en muchos casos- de las propuestas y de los proyectos de frontera esbozados en tratados y dádivas nacionales e internacionales de los grupos de élite de unas regiones y otras. Hasta
este punto, hemos tratado de explicar el porqué de los estudios
regionales en una línea argumentativa que muestra los enfoques de la
problemática regional articulada a la sustentación de la formación del
Estado - Nación y a las distintas limitaciones que le son propias. Adicionalmente,
tratamos de comparar críticamente algunos conceptos (frontera, provincia,
nación, etc.) que soportan investigaciones recientes cuyas directrices
principales minusvaloran el análisis regional para dar relevancia a
conceptos, que según sus estudiosos, apuntan a resolver el problema del
paradigma Estado - Nación en Colombia. Es
por esto que, en procura de la resolución e interpretación de la hipótesis
propuesta al comienzo, queremos denotar la intertextualidad semántica
implícita en los conceptos aludidos y cómo, desde su etimología y
sinonimia puede dimensionarse el sentido y la semántica de los contenidos
que denota. Por
el contrario, en la lógica del lenguaje, los términos se quedan cortos
para explicar y dar significado al contenido societal, sociocultural, proxémico
e identitario de los mismos. Así,
por ejemplo[7]: -
Nación:
Sin. Estado, pueblo, país, gente, metrópoli, potencia, región, señoría,
patria, tierra, territorialidad, territorio, dominios, reino, ciudadanía,
población, ciudadanos, nacionalidad, procedencia, raza, nacimiento, orígen. -
Nacional:
Sin. Propio, patrio, autóctono, oriundo, territorial, vernáculo,
gubernativo, oficial, estatal, público, administrativo, natural, nativo,
originario, subdito, ciudadano. -
Nacionalista:
Sin. Patriota,
regionalista, separatista, independentista, tradicionalista, chouvinista. -
Región:
Territorio, zona, país, comarca, departamento, demarcación. -
Frontera:
Sin. Raya, confín, linde, contorno, separación, límite, aledaños,
coto, fachada, frontispicio, frontería, frontis. Las
precisiones anteriores sólo tienen por objeto demostrar que el uso
indiscriminado de los términos, incluidos sus sinónimos, no explicitan
ni determinan, ni manifiestan el verdadero sentido de los conceptos
aludidos desde una perspectiva multidimensional e interdisciplinaria y
mucho menos histórica. Todo ello para señalar que la discursividad y
terminología utilizada por quienes detentaron los proyectos nacionalistas
y las determinaciones “espaciales” fronterizas, ignoraban
diametralmente el contenido implícito en cada concepto y, más aún, sus
explicaciones y elaboraciones sobre el particular no dilucidaron la
verdadera magnitud subyacente en la historia precisa donde eran utilizados
los términos. Es
por ésta razón que - aunque un tanto vaga desde nuestra óptica- muestra
la ambigüedad de los mismos, con lo cual, todo su sentido sólo puede ser
explicado en la perspectiva histórica indicada referencialmente por Jorge
Orlando Melo, a partir de una base empírica y de las precisiones
conceptuales sobre el significado que tienen pocos sobre el ser
colombiano. Lo anterior, sólo pretende plantear los obstáculos epistemológicos
implícitos en la semiosis de los conceptos descritos. Adicionalmente,
la orientación que ha guiado esta mirada rápida en función del concepto
y problemática regional, quedaría mutilada si no tratásemos el método
comparativo a través de dilucidaciones conceptuales que confronten los
conceptos de nación, región, frontera e historia regional. Comencemos
por reseñar someramente el contenido de algunos de los textos citados líneas
atrás: Por
ejemplo, el trabajo de Don Luis González puntualiza sobre el que - hacer
histórico en la vida mejicana y hace un balance historiográfico y de
fuentes utilizadas por investigadores de diversas disciplinas en lo
atinente al estudio de la vida regional, esto es, “(...) desde que se
pusieron los estudios regionales de moda hasta el día de hoy. Entonces
consideré como trabajos de historia regional los referentes a plazas,
calles, escuelas y santuarios públicos que hoy no tomo en cuenta por
estimarlos más propios de la corriente del monografismo histórico, hoy
tan en boga. Entonces estructuré los mil volúmenes del asunto regional
en tres etapas de distinta duración. Ahora, organizo el único período
de debate en tres subgéneros de la historia regional: el de la
microhistoria, el de la historia de regiones strictu sensu y el de
los Estados de la República Mejicana(...)”[8] Su
exposición, entonces, se refiere al sentido específico y a los campos de
estudio de cada uno de los subgéneros de historia regional mencionados.
En clave historiográfica, el hacer precisiones sobre la historia de
los Estados, afirma que en la práctica investigativa, “(...) la
mayoría se da a la búsqueda de prohombres que se hayan distinguido(...)
otros consideran como hechos principales los que pertenecen a la empresa
nacional, en desmedro de los propios de un Estado. Una escaramuza de la
serie “ guerra de Independencia”(...) La estadía pasajera de un prócer
de la República(...), la mayoría echa sombra sobre el pasado indígena
de su región(...); unas cuantas historias generales o largos períodos de
la vida de los Estados se sustentan en exploraciones archivísticas(...);
Es franca minoría la que se queda en el nivel de efemérides,
diccionarios históricos o crónicas de tijera y engrudo(...);las
recientes historias de los Estados, incluso las impresas en papel pobre,
han sido editadas con mejor gusto que antes, con el deseo de ganar muchos
lectores(...); pero pocas son básicamente decorativas. La mayoría, aún
cuando no tengan público cautivo, son leídas por personas de variada
condición social, y no sólo por científicos sociales como suele suceder
con las historias de las regiones(...)”[9] Así
mismo, sobre la historia de las regiones, indica que, “éstas se
han puesto de moda en los ámbitos académicos de unos años a esta parte,
pese a que cuentan con escasos y pobres mecenas(...). Los profesionales de
las ciencias sistemáticas del hombre únicamente ven los hechos de larga
duración y más próximos a nuestros días(...); la historia hecha por éstos
dista mucho de la tradicional, en su enfoque del tema(...). La mayoría de
los estudiosos de una región usan el lenguaje privativo de algunos
gremios de los sabios; casi nadie sube con sus denuncias al elevado sitial
de los poderosos ni baja a las barrancas de los humildes(...); ni los
indios estudiados por las etno - historias ni los rancheros, ni los
campesinos de las demás historias regionales leen las obras cultas de
alcance regional. Leen sí, historias locales.”[10] Acorde
con el objeto de nuestro trabajo, el artículo citado concluye con la
categoría de las historias locales o de las igualmente denominadas
Microhistorias o historias matrias, señalando que es “ (...) el subgénero
más practicado dentro de lo que genéricamente conocemos con el nombre de
historia regional.(...) Los microhistoriadores son atraídos por todo lo
que fue, incluso por el pasado de la naturaleza. En el ejercicio microhistórico,
las mudanzas normales del medio natural, así como los meteoros extraños
son dignos de nota(...); lo normal en la narrativa microhistórica sigue
siendo la narración de la microcomunidad y de sus conexiones con otros
terruños, con sus metrópolis económica y política. Los lectores
naturales de la microhistoria pertenecen al pueblo raso que rehúye, tratándose
de sus prójimos, el saber generalizante, las elucubraciones filosóficas(...).[11]
El último aparte del articulo del maestro González presenta una reseña
bibliográfica sobre méjico en la perspectiva microhistórica o regional. Para
recordar la pertinencia y el porqué se justifica la referencia a los
textos que se vienen citando, valga decir, que operan como soporte de la
tesis planteada que afirma que buena parte de los estudios sobre la región
y lo regional denotan la articulación de éste tema con la formación del
Estado-Nación y, precisan sus campos de análisis a partir de la
comparación con conceptos que parecieran explicar el paradigma
latinoamericano de la construcción de la Nación y delimitar lo atinente
a la región. Es
así como, el historiador Marco Palacios, se inscribe en la cuestión
regional y la explica como cuestión nacional en América Latina, haciendo
énfasis en los distintos enfoques que sobre dicho contenido han realizado
investigadores y estudiosos latinoamericanos en la materia. Su evaluación
al respecto parte de considerar que tal diferenciación explicativa puede
inscribirse en precisiones argumentativas desde la “descalificación de
las corrientes tradicionales” partiendo de las “acepciones decimonónicas,
las acepciones histórico - jurídicas, los enfoques lógico - deductivos
(tildados de neoclásicos) de la llamada ciencia regional(...)”[12] Seguidamente,
se refiere a la construcción del Estado - Nación en América Latina,
indicando que “ se han identificado más que analizado aquellas regiones
en las que el “colonialismo interno”, basado en un orden de
desigualdades interétnicas heredadas del colonialismo luso - hispano las
acentúa pari passu con la incorporación de las nuevas naciones
soberanas al mercado mundial. (...) Las dimensiones de la etnicidad
asociada al tema región - estado, deben distinguirse aspectos
conceptualmente conflictivos: a) El de la región étnico - cultural; b)
la étnia como antecedente necesario de la nación; c) la posibilidad de
que una étnia subordinada genere proyectos alternativos al proyecto
nacional hegemónico(...)”[13] Al
rededor de la discusión que generalizó el concepto de nación como
producto natural del orden regional existente en las porciones político
administrativas de la Corona Española y su “proyección” al espacio
del Estado - Nación pasado el proceso independentista como reducto de la
nación, evidencia no sólo para el concierto latinoamericano sino también
para Colombia, que la consolidación de la nación responde a criterios de
una profunda raigambre en la historia regional que, a largo plazo pueden
ser cohesionadores de la nación o materialización de las diferencias
regionales e interétnicas. En
términos de Marco Palacios, una posición crítica frente a los puntos
anotados debe considerar que:” (...) Étnia es un grupo humano portador
de una cultura viviente y no heredera de un pasado frecuentemente
ignorado; en cuanto a la étnia como antecedente evolutivo de la nación,
fenómeno que se apreciaría por ejemplo cuando surge una clase dominante
que establece su hegemonía recurriendo a valores culturales y étnicos,
propios y vernáculos... donde se ha construído una clase tal en
latinoamerica (...) Primero se construye un Estado Nacional y sólo después
una cultura nacional que quizá incluya ingredientes étnicos, pero no al
revés(...) Las trayectorias en que se fraguan las unidades políticas no
siempre tropiezan con obstáculos del orden “étnico-cultural”.(...)
La cuestión regional cambia de signo... cuando estallan a flor de tierra
las formas coloniales de dominación político-social interna, y aparecen
otras, balbucientes y embrionarias, que no cuajan inmediatamente(...)”[14] De
manera sintética, el profesor Palacios engloba en buena medida el tema
aludido en los siguientes términos:”(...) Lo que parece cierto es que
todavía distamos mucho de resolver el cúmulo de preocupaciones y
proposiciones aquí expuestas, al menos desde el ángulo de la investigación
histórica (...) Esto podría derivarse de una feseta de la realidad: En
América Latina no hemos concluido del todo, la travesía hacia la unidad
nacional(...)”[15] En
este orden de ideas, abordar lo regional y, en particular el concepto de
Región es, y seguirá siendo un asunto complejo, al punto, que exige otra
perspectiva de análisis más allá de su relación connatural con la
formación del Estado – Nación en América Latina y puntualmente en
Colombia. No del todo es gratuito que el tema en cuestión sirviera de
referente contextual para evidenciar y demostrar que el imperativo para la
promulgación de un nuevo proyecto Político Colectivo o un nuevo Contrato
Social en Colombia, debía hacerse desde presupuestos democráticos
participativos, a partir, del reconocimiento de las diferencias históricas
societales de cada una de las parcialidades territoriales que constituyen
en conjunto la República de Colombia. Lo
anterior quiere decir, que la Constitución política de 1991, pudo
reconocer el predominio, lógica, sentidos y determinantes implícitos en
la historia nacional cuya justificación y argumentos estaban incertos en
la vida de cada región y de lo regional. Empero,
tal claridad seguía limitada al reconocimiento de las regiones como
producto histórico dependiente de las distintas divisiones político –
administrativas que desde el siglo XIX hasta hoy, se han hecho en
Colombia. De tal suerte que, la nueva Carta Constitucional considera un
“Nuevo” Proyecto de Ordenamiento Territorial. Sin
embargo, desde su vigencia política ( y desde su mandato, han pasado tres
administraciones y todavía no existe consenso), sobre cuál será o sobre
el cómo se hará o sobre los nuevos límites internos que regirán el
programa constitucional allí descrito. No
obstante, la lógica de un Contrato Social inscrito en las directrices de
la Democracia Participativa ha venido gestándose a cuenta gotas bajo la
premisa de la descentralización político – administrativa, pero sin
clarificar las dimensiones del territorio en función de un nuevo
Ordenamiento Territorial, esto es, a partir del reconocimiento del
significado de lo Regional y de las Regiones. Contradictoriamente,
más allá del deber – ser, inscrito
en la Constitución Política de 1991 de la República de Colombia, las
administraciones de turno han hecho caso omiso del mandato popular y
vienen haciendo reformas que desconocen las dinámicas históricas
regionales para ajustarse a las demandas y exigencias del Banco Mundial,
del Fondo Monetario Internacional y del Banco Interamericano de Desarrollo
que, desde su nuevo Proyecto o Modelo de Desarrollo ( La Globalización )
imponen cambios estructurales en la economía y la política para poder
acceder así a los créditos que sustentan los programas de gobierno de
las mismas. De
ahí, que trascender la región como un espacio socialmente construido,
implica ajustarse a nuevos conceptos sobre lo territorial y lo regional
que, para nuestro interés, hemos articulado tales cambios y nuevos
sentidos en lo que hoy los especialistas han denominado la Ciudad – Región. La
Ciudad – Región: conceptualización y gestión del territorio
Esta
perspectiva de análisis exige volver a otras tantas precisiones teóricas
del concepto de Región, que en la práctica nos darán la posibilidad de
hacer reflexiones para considerar nuevas dudas. “El
concepto de “región” ha sido enciclopédico y muy general, pues se
emplea según necesidades analíticas, políticas o literarias. Cada cual
es capaz de regionalizar un país por esquemas específicos. Puede
inspirarse en expresiones locales o infundir pasión sobre paisajes
determinados que llamará “regiones” ; y así muchas otras formas de
uso corriente (...) Al fin, ¿quién en Colombia, o en el mundo, puede
decir la última palabra sobre este tópico? Parece que ninguno. Sin
embargo es necesario recordar, como aquí lo hemos hecho, que una región
es fundamentalmente un espacio socio geográfico con elementos físicos y
humanos que le dan unidad y lo distinguen de otros: más que la
homogeneidad, es la integración de dichos elementos lo que determina la
existencia de una región.”[16] Otras
directrices, apuntan a definir la región en una lógica mas amplia, es
decir, en lo que algunos expertos han llamado en un sentido Polisémico,
entendiendo por esto, que la Región obedece a múltiples significados o
variados sentidos o, en una perspectiva más radical, que la Región no
puede definirse desde la base teórica de una sola disciplina, que no es
otra cosa, que tratar de dilucidar el concepto en clave transdisciplinar o
desde la complejidad. Así
por ejemplo, la región puede analizarse desde las semejanzas entre
ciudades adscritas a un mismo territorio, es decir, desde las
concurrencias en ellas de ciertas funciones urbanas. Esto es, atendiendo a
factores de carácter poblacional, demográfico, social, geográfico, económico
o al número de localidades que conjuntamente aportan a procesos que
determinan vocaciones productivas, aglomeraciones, inelasticidades de la
demanda, externalidades positivas o dada su ubicación, son
competitivamente regiones potenciales. “(...)
Aceptando que los límites específicos de la región pueden variar para
las diferentes funciones, el concepto de región puede extenderse a la
mayoría o a todas las funciones de una gran ciudad. Por ejemplo, Roma
puede describirse como un centro comercial, local o regional para la gran
parte de la Italia central y un centro manufacturero quizá para un área
pequeña. Como centro administrativo, sin embargo, su “región”, que
es Italia entera, incluye otros centros comerciales y manufactureros que
por lo menos tienen la misma importancia que Roma y sobre los cuales ésta
muy poca influencia en términos puramente económicos. Como centro
religioso (y como consiguiente centro centro para peregrinos y otros
visitantes) la “región” Roma
es mucho más amplia que Italia. Por último, como centro turístico,
cultural y artístico, que se basa en una combinación compleja de
factores que incluyen su larga historia, algunos aspectos de su clima, sus
asociaciones religiosas y ciertas industrias artesanas, su influencia, es
decir, su “región”, se extiende aún más lejos que su papel
religioso(...)[17] Evidentemente
la “Región” puede ser analizada desde una amplia gama de enfoques o
desde el simple hecho de las intenciones del analista. Sin embargo, la
predominancia de los estudios regionales
con un marcado sentido económico se percibe como la de mayor
producción académica e investigativa, al punto, que es a esta a la cual
se le debe la redefinición del concepto Ciudad hasta el plano de
trascender las dimensiones puntuales de la ciudad – urbana para proponer
la extensión territorial de todas sus dinámicas, argumentando una nueva
dimensión del desarrollo, de la planeación, de la economía y de la
definición de vocaciones productivas que no requieren de una historia
económica sino más del aprovechamiento del potencial socio –
productivo y de la probable generación de opciones permanentes de
desarrollo con mucho Valor Agregado o de opciones intensivas de
conocimiento aplicado, que, en la práctica cotidiana del devenir
regional, se vienen haciendo “determinantes en última instancia”. “(...)
A la “región” se le puede considerar según enfoques económicos,
ecológicos, desarrollistas, culturales e históricos. Existen, para
empezar, los trabajos inspirados en el epicentro urbano y en polos de
desarrollo, para los cuales la “región” viene a ser un área de
influencia de mercados abastecida de bienes y servicios provenientes de un
lugar central (...) Otros trabajos privilegian la cuenca hidrográfica
como ordenadora del espacio ... aunque correctamente enfocada en
principio, la idea de cuenca – región puede dar origen a inequidades en
el desarrollo económico al no extenderse a todo el territorio nacional o
regional, ni tomar en cuenta factores de pobreza local y sobrepoblación.
(...) Estas técnicas pueden ser necesarias, pero no suficientes. Hay que
destacar también los criterios culturales e históricos como esenciales
para definir regiones. Sin el reconocimiento de las bases sociales de los
poblamientos, las regiones impuestas con razonamientos puramente económicos,
ecológicos o desarrollistas no logran despegar adecuadamente ni llegan a
funcionar bien ... Todas estas visiones alternativas de “región” son
útiles e interesantes ... No obstante, a partir de la promulgación de la
Constitución de 1991 existe otra definición de Región, que es jurídica
y de obligatorio cumplimiento, así no refleje necesariamente las
realidades existentes, excepto las político administrativas con todos sus
defectos (...)[18] Paradójicamente,
y conscientes de la lógica que debe seguir una redefinición epistemológica
del concepto de Región y su incidencia en el marco de lo regional, las
tendencias que para Colombia se han hecho dominantes, privilegian enfoques
de carácter netamente económico, que a pesar de responder a referentes o
indicadores históricos de productividad, de gestión, administrativos y
de rentabilidad, supravaloran las teorías económicas aplicadas a los
estudios regionales, es decir, a la economía regional en función de
modelos de Localización y de crecimiento regional. En este sentido,
analicemos dos de las propuestas que con mayor énfasis apuntar a definir
la que hemos llamado la Ciudad – Región. Economía regional: una perspectiva del análisis En
el plano teórico, la disciplina económica, en sus recientes
interpretaciones, ha postulado, para efectos analíticos, un esquema de
trabajo que sustenta la focalización de su espacio de estudio en función
de los estudios regionales. Pensar el papel de la economía en el marco de
espacios socioeconómicos, sociopolíticos y socioculturales particulares,
ha exigido una serie de replanteamientos teóricos que se ajustan a
contextos puntuales y que dimensionan, desde sus factores económicos endógenos,
la preponderancia de enfoques territoriales específicos frente a visiones
holisticas de carácter estructural, que obvian, no sólo el sentido de
recientes estudios económicos, sino que minusvaloran, los aportes
recientes desarrollados por la economía, más allá de los factores y
tendencias, tradicionalmente investigados, desde la micro y la macro
economía. En consecuencia, se propone un marco descriptivo, tanto teórico como explicativo, de los estudios recientes de la ciencia económica que se articulan a los análisis del territorio, su espacialidad regional, su ordenamiento, planificación, localización y desarrollo, como las distintas variables y actividades productivas que definen la lógica del crecimiento económico nacional y regional. Empero, si cómo punto de partida se toman las nuevas directrices y orientación trazada por organismos supraestatales y por los intereses transnacionales que manejan la ¨Economía Mundo¨, en la óptica del paradigma neoliberal de fin de siglo en su materialidad globalizante de todas las actividades y funciones productivas, la competitividad, la innovación y la gerencia, reclaman y exigen, enfoques económicos que expliquen, tanto más, el nuevo sistema económico como su reproducción territorial, espacial y regional. En
esta perspectiva, se proponen tres puntos determinantes para el análisis
económico, contextual y prospectivo de lo Regional, o de los nuevos
entornos espaciales objeto intrinseco de la economía. De tal suerte que,
las líneas siguientes involucran los conceptos de dos denotados analistas
en la materia. 1.
Para aproximarnos a una justificación de los planteamientos teóricos
expuestos por Bernardo Secchi en el texto ¨ Las Bases
Teóricas del Análisis Territorial ¨, es necesario precisar los
campos en los cuales según el autor, determinan las posibilidades
operativas de la propia planificación territorial , en la que , el primer
problema que debe afrontarse es el de la delimitación del ámbito de
estudio que tiene que ver con las consideraciones que siguen el ¨orden
territorial ¨ , significando con este término la distribución , sobre
el territorio que se trate , de los asentamientos destinados a residencia
y actividades productivas , y su utilización por diversos agentes .
Consideramos también que ,
entre los fenómenos de carácter territorial , los más importantes , si
es que cabe hacer una distinción provisional , son : 1) en primer lugar ,
los fenómenos de carácter ¨acumulativo
¨ que llevan a la formación de centros urbanos de distintas dimensiones
, desde una aldea hasta una
área metropolitana , los que dan lugar a un desarrollo distinto de los
diversos centros y , por tanto , a diferencias entre grandes áreas o
regiones ; y los que llevan , finalmente , al establecimiento de
determinado sistema de relaciones espaciales entre los diversos centros ;
2) en segundo lugar , los fenómenos que afectan a la distribución de los
asentamientos en el interior de los distintos centros o áreas de
aglomeración . Los primeros han sido tradicionalmente clasificados como
fenómenos geográficos ; los segundos , como fenómenos urbanísticos ...¨[19]
En
otras palabras , se trata de establecer unas consideraciones de carácter
teórico propuestas desde la ciencia económica para explicar las
denominadas Teorías de la Localización y delimitar el porqué de las
decisiones de los diversos agentes económicos , sus interacciones en el
espacio , las actividades productivas , las relaciones de oferta y demanda
y , las decisiones formales de ubicación o asentamiento en ciertos
territorios . Lo que quiere decir que , en un espacio se concentra la
población en la medida en que dichos espacios o centros tengan un grado
de desarrollo al cual están asociados , lo que hace que las actividades
económicas se agrupen igualmente . De esta forma , las diferentes
elasticidades de la demanda de los bienes son las que permiten que las
aglomeraciones sean factibles y en consecuencia , que mientras menores
sean las elasticidades de la demanda , mayor será el área de mercado .
Empero , las decisiones de las firmas al ubicarse en un lugar específico
dependen de factores asociados con los costes de transporte en función de
su minimización o de la
concentración de la fuerza de trabajo lo que reduce los costes para
localizar cierta actividad en dicho territorio , no obstante , si los
ahorros que se logran no son
superiores a los costes de transporte no se justifica la localización de
la firma en la concentración del factor trabajo, por lo tanto , la
empresa se localizará en el punto de aglomeración en referencia a la
minimización de los costes de transporte. Se trata pues , de buscar la
maximización de los beneficios tanto para las firmas como para los
distintos agentes vinculados a la dinámica de una ciudad o de un
territorio determinado . Sobre
el particular , los análisis sobre la teoría de la localización
desarrollados por Richardson permiten puntualizar los distintos nivelas de
crecimiento espacial , sea regional o urbano en una perspectiva que
involucra los alcances de los enfoques neoclásicos del crecimiento
regional a través de modelos económicos que enfatizan en aspectos de
diversa índole como los siguientes : ¨... evidentemente , hay una gran
variedad de modelos neoclásicos de crecimiento regional : desde las
versiones simplistas que más que intentar resolver problemas tienen fines
pedagógicos , hasta los
modelos generalizados de gran complejidad que dan respuesta a todas las críticas
dirigidas al planteamiento neoclásico , absorbiéndola y planteándolas
después en forma de nuevos supuestos y refinamientos . Así las economías
de aglomeración espaciales pueden tenerse en cuenta si se introducen
rendimientos a escala crecientes en función de producción ... las
ventajas del modelo neoclásico de crecimiento regional no se limitan a su
facilidad de adaptación y a su capacidad de supervivencia .La evolución
previa de la teoría agregada del crecimiento hizo su énfasis en la
movilidad interregional de los factores como determinante principal del
crecimiento . Los modelos neoclásicos de crecimiento regional explican
simultáneamente el crecimiento endógeno del sistema y los flujos
interrregionales de factores dentro del ámbito de un modelo único ... ¨[20] Paralelamente
,el autor citado se refiere
a otros modelos para el análisis de la localización y del crecimiento
regional como el modelo de causalidad acumulativa , el modelo centro -
periferia entre otros .En esta forma podemos afirmar que la Teoría de la
Localización tiene diferentes enfoques en los que las determinantes del
análisis definen , tanto las variables que deciden la localización , las
aglomeraciones , y los
factores inscritos en éstas que delimitan la explicación del crecimiento
regional , los aspectos relacionados con el mercado
, la producción , las innovaciones tecnológicas , los gustos o
preferencias del consumo , etc. De esta forma si volvemos a Secchi , la
jerarquización de los espacios y concretamente de los centros urbanos ,
depende en términos generales
del carácter acumulativo del proceso de concentración urbana en el cual
, “ cuanto más alto es el orden de cada centro y mayores sus
dimensiones , tanto mayor es su área de mercado ; a lo que hay que añadir
que cuanto más utiliza una actividad factores indivisibles , tanto más
se hallará localizada en centros de grandes dimensiones ; en particular
este es el caso de las actividades direccionales y financieras y las que
registran un elevado valor añadido . Ello por si mismo , incluso sin que
se produzcan mejoras de tipo tecnológico ni tenga lugar un aumento de la
venta generada , puede motivar las tasas de crecimiento más elevadas de
los mayores centros urbanos . Estos , por otro lado son también los que
favorecen , a través de una mayor movilidad de los factores y
conocimientos , la aparición de procedimientos innovadores , que
proporcionan , espacialmente en la fases de progresiva espacialización ,
mayores posibilidades de entrada en el mercado de nuevos agentes , y son
también los centros en los que existen mayores capitales ... es decir ,
en los que se dan mejores condiciones de renta y mayores expectativas de
beneficios , mayores oportunidades actuales y posibilidades de empleo ,
mejores condiciones sanitarias para la población y mayores posibilidades
de supervivencia para los individuos de todas las edades (... ) el
desarrollo de cada centro
urbano en el aspecto demográfico por ejemplo , de las dimensiones demográficas
del propio centro y de su potencial , es decir , de la mayor o menor
proximidad de su población a la de otros centros - los diversos centros
urbanos en un período determinado , se desarrollan tanto más cuanto más
cerca se encuentran de los centros de grandes dimensiones ...¨[21]
Sin embargo , las distorsiones de este tipo de jerarquizaciones tienen que
ver con fenómenos de carácter cultural de las preferencias de los
diversos grupos inscritos en un territorio , de los niveles de integración
económica , de las “ indivisibilidades” que se verifican en materia
de transportes , fenómenos de “congestión” con relación a los
referentes de la distribución de los asentamientos al interior de los
centros urbanos entre otros . Entrar a precisar cada una de las
distorsiones de la jerarquización de los centros urbanos
es bastante difícil , no obstante la alución mínima que sobre
los mismos se ha hecho se articula con la explicación aludida de Secchi ,
obviamente, sin pretensiones teorizantes irresponsables, es decir, desde
una alusión consecuente con los análisis recientes de dos de los
especialistas en la materia. Para
nuestra propuesta, la Ciudad – Región, en el caso específico de Medellín
se conjugan factores de carácter geográfico, político, económico, históricos
y culturales que, bajo la égida de las Administraciones Municipales y de
los más altos sectores financieros, productivos y decisionales de la Región
han determinado “prospectivamente” el devenir regional y los énfasis
que en su lógica son las palancas dinámicas de la ciudad de Medellín,
ahora, en su concepción de la misma como Ciudad – Región. Allí, no se
han precisado más que los factores endógenos de localización productiva
y de competitividad, pero, elementos de carácter social, cultural, de
orden público, de hábitat, de pobreza y marginalidad entre otros, han
sido subordinados a una serie de programas y de proyectos que
supuestamente operaran armónicamente como dependientes del buen
funcionamiento de los primeros. De
esta forma, el Plan de Ordenamiento Territorial de la Ciudad de Medellín,
no se articula a la dinámica y dimensiones del contexto político –
administrativo trazado para la Ciudad – Región, esto es, para los
municipios que conforman en Àrea Metropolitana, sinonimia de la Ciudad
– Región. La lógica de nuestro análisis, choca diametralmente con el deber ser teórico y metodológico de la problemática regional y sugiere técnicas y análisis desde la Coranomia o gestión del Territorio o hacer de las llamadas ciencias del Territorio.
Referencias:
[1] DUVERGER, Maurice. Métodos de las Ciencias Sociales. Barcelona. Ariel Sociología. 1996.p.18 [2]
COLMENARES, Germán. La Nación y la Historia Regional en los Países
Andinos 1870-1930. Cali. Universidad del Valle. Facultad de
Humanidades. Departamento de Historia. H-461. p.3 [3]
COLMENARES, Germán. Op. Cit. p.3 [4] GUERRA, Francois-Xavier. Lugares, Formas y Ritmos de la Política Moderna. En: Boletín de la Academia Nacional de Historia. Tomo, LXXII. No. 285. Carácas, Enero-Mayo de 1989. p.83 [5] ALVAREZ MORALES, Victor. ”De la Región a las Subregiones en la Historia de Antioquia.” Ponencia presentada en el VII Congreso Nacional de Historia de Colombia. Universidad Industrial de Santander. Facultad de Ciencias Humanas.Departamento de Historia. MEMORIAS. Bucaramanga, Noviembre 17-20 de 1992.p.152 [6] Al respecto, VER: GONZÁLEZ, Luis. Los Estudios Regionales en México.Tierra Firme. Año 8. Vol. VIII. (30), Carácas. Abril-Junio de 1990, p.p. 127-138. PALACIOS, Marco. La Unidad Nacional de América Latina. Del Regionalismo a la Nacionalidad. México. Colegio de México. 1983, Capítulo:”América Latina: Travesías hacia la Nación Moderna.” p.p. 11-19. CARDOZO GALUÉ, Germán. Maracaibo y su Región Histórica. El Circuito Agroexportador. 1830-1860. Maracaibo. Universidad del Zulia. 1991, p.p. 3-34. [7] DICCIONARIO OCÉANO DE SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS. Barcelona. Ediciones Océano. MCMXLCII, 1020p. [8] GONZÁLEZ, Luis. Op. Cit. p.128. [9]
Ibit.p.p. 130-131 [10]
Ibit. p.p. 132-133 [11] Ibit. P.p. 133-134 [12] PALACIOS, Marco. Op. Cit. p.13 [13] Ibit. p. 14 [14] Ibit. p.15 [15] Ibit. p.19 [16] FALS BORDA, Orlando. Región e Historia. Elementos sobre ordenamiento y equilibrio regional en Colombia. Bogotá. Tercer Mundo Editores. 1996. p.28. [17] Instituto de Estudios de Administración Local. Problemas de las Áreas Metropolitanas. Congreso de Toronto. Madrid. 1973. p.47 [18] FALS BORDA, Orlando. Op. Cit. pp. 29 - 30 [19] SECCHI , Bernardo . Las Bases Teóricas del análisis territorial . En : Análisis de las estructuras territoriales . Madrid . De. Ariel . p. 21 [20] RICHARDSON , H. Economia Regional y Urbana . Madrid . Alianza Editorial . 1986 . Cap 6 . p . 104 [21] SECCHI , Bernardo . Op . Cit . p.p 39-40 |
Giovanni Restrepo Orrego
Universidad de La Habana
II Taller Científico Internacional de Estudios Urbanos
La Ciudad – Región: conceptualización y gestión del territorio
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