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Hoy dormitó conmigo
un ángel de alas cálidas
y ligeras.
Su presencia
imantaba mi sueño
en duermevela plácida y austera.
El halo de su cabeza dorada
estaba a escasos centímetros
de mis mejillas,
casi podía respirarlo
inhabitual cercanía
mientras hombros y espaldas
se deshacían en un hilván
de paz consuelo.
Al despertar sentí su aliento
de nube pasajera
en mi boca un beso
de muñeca antigua empapada
en brumosa estela.
El pecho taciturno
apenas latía en un sutil aleteo
de amor que desplegaba
misterioso candil,
serena entrega. |