Todos los años ocurre
lo mismo. Llega Enero, mis padres piden vacaciones y sacan dinero del
banco. ¿Por qué lo hacen?
Quieren celebrar mi llegada a este mundo y demostrar a sus vecinos que
no somos pobres, aunque después tengamos que comer puré de mentiras sin
sal.
En el primer mes del año cuando mis pesadillas se hacen realidad
descubro que la Magia existe. No fue inventada para vaciar mágicamente
las billeteras de las personas. ¡La Magia existe! Mi familia solo tiene
ojos para mí, y es raro. Siempre están peleando y fingen llevarse bien
al venir Tío Aparicio del extranjero con muchos paquetes.
Para no aburrirlos. Primo Manolo confecciona las invitaciones en
computadora. Cuando cobra te deja la cartera con un hueco más grande que
la capa de ozono. Muchas veces lo hemos regañado por su ambición, él
siempre contesta:
Sí fío, pierdo lo mío.
Si presto, al cobrar molesto
Y para evitar todo esto.
Lo mío primero.
Papá dice que no puede sacar más nada de la fábrica sin permiso del
jefe. Mamá invita a los trabajadores de RLL (Radio Lengua Larga) quienes
informan a todas las orejas del mundo si la fiesta sale bien o mal.
Soy obligado a buscarme una novia para el día esperado por todos. Si
tengo que alquilarla, no hay problema, pero tiene que aparecer.
El almanaque grita: “24 de Enero” y... comienza la fiesta. La música es
molesta para los que tienen edad de momia y usan formol para
conservarse. Algunas personas se quejan del tamaño de las cajitas de
comida, elaboradas por Pulgarcita S.A, el payaso le pinta monerías a las
botellas de cerveza cristal y los amigos de mis padres, vecinos y demás
adultos beben, bailan y se comen los caramelos de la piñata.
Yo y mis amigos no nos atrevemos a desobedecer las órdenes de los
mayores que siempre son: “Siéntate. No te muevas”. Pero día a día, hora
a hora nos preguntamos: ¿Por qué nos roban nuestras fiestas? |