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Estos huesos de la fosa
descubierta
iban por el camino recto
de la vida.
Desde hoy cambiarán de postura: sólo de lugar,
nunca de destino, nunca como esos
cuya baba era de cal y de estólida locura
fusilante.
Hoy Pepe Mateos ha encontrado los huesos
de su padre (1936-2007): hoy lo he visto sudar
bajo un cielo de granizo.
Lo he visto en un pueblo de Castilla, escarbando
la tierra con sus uñas y con el ADN de su sangre.
Lo he visto exhumando 14 cadáveres hasta
ordenar sus huesos más queridos.
Hoy he visto llorar a Pepe Mateos,
llorar con ojos de huérfano, como niño todavía
con sus lagrimales resecos
soportando veintitrés mil días de duelo.
Lo he visto en Pelabravo
limpiando los huesos del padre para inhumarlos
como corresponde, para que la muerte
no siga amasando más tristezas.
Lo he visto conversando con Luis Calvo
mientras peinaba sus canas y guardaba las gafas,
porque desde hoy puede ver
cómo se alarga la sombra de su padre,
ya libremente
por la fría meseta castellana. |