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Travesía de Extramares
 

Entrevista y textos Violeta Boncheva, notable poeta búlgara
por Alfredo Pérez Alencart
Poeta y profesor de la Universidad de Salamanca

alen@usal.es

 
 

 

Les presento cuatro textos inéditos de mi grande amiga Violeta Boncheva, premiada poeta búlgara que vive y trabajaba en Stara Zagora. También una breve entrevista para conocer algo más de sus ancestros literarios y de su generoso aporte como traductora de escritores españoles y latinoamericanos. Ella es una notable autora a quien se irá conociendo cada vez más en los países de habla castellana. De eso estoy convencido.

 

¿Qué poetas de todos los tiempos son los que más te conmueven y más te han servido de guía o referencia? 

En diversas etapas de mi vida me han atraído diferentes poetas, tanto búlgaros como extranjeros… Pero, sin duda,  mucha influencia sobre mi personalidad han tenido los dos primeros: el poeta  y revolucionario búlgaro Hristo Botev, cuyos versos están grabados en la Sorbona: Cada quien que cae luchando por la libertad – seguro que no muere”.  El segundo fue el poeta simbolista de mi ciudad, llamada La ciudad de la poesía, Nikolai Liliev. Por entonces también adorabala poesía del patriarca de la literatura búlgara Ivan Vazov...

Violeta Boncheva

 

Más tarde me enamoré de los versos de Geo Milev, un poeta genial de  mi ciudad, Stara Zagora. Y luego Hristo Smirnenski, Valeri Petrov, Hristo Fotev, Binio Ivanov... Hay grandes poetas búlgaros cuya poesía suena como la  música de Wagner, con mucha fuerza.  Tuve un período de casi tres años, cuando trabajaba y estudiaba español en Monterrey (México), cuando me encontré con la poesía de Octavio Paz,  Jose Emilio Pacheco, Jaime Sabines... También adoro a Lorca o a Pedro Salinas, de quien el año pasado traduje ochenta poemas. Y más, muchos más…

 

¿Cómo sería tu existencia sin la Poesía como compañera?

Tal vez  sería otra vida, la de otra persona, la de una mujer que poco pensaría  en las maravillas del mundo y de la vida, la que menos sufriría por la naturaleza divina, que día tras día desaparece deforestada por gente inmoral...  Seria una persona  que no podría mirar  detrás de  las nubes y no se atrevería a nadar hasta el fondo del océano para buscar las respuestas a las preguntas de la existencia, para gozar del paraíso primero…

 

¿Por qué te brota esa generosidad hacia la obra de los demás? No es algo muy frecuente en el mundo de las letras.

 

Si, así es... Lo contemplo por diferentes partes del mundo... El egoísmo es algo que la gente del mundo del arte no puede o no quiere  vencer todavía. Pero yo pienso que mi gran misiόn es no sόlo escribir y disfrutar de mis  logros, sino hacer feliz y contentar a muchos que se lo merecen, en lo que respecta a la poesía. Por eso, cuando encuentro poetas talentosos, traduzco al menos un manojo de poemas suyos para presentarlos a los lectores búlgaros. Creo que  esta forma de comunicaciόn  por  diferentes medios literarios (revistas, periodicos, blogs electrónicos),  contribuye para dar a conocer una cultura diferente, una manera de escribir distinta,  para encontrar otro mundo de palabras, alfo así como si descubriéramos el Universo  por vez primera vez. He traducido a un buen número de poetas, narradores y dramaturgos de América Latina y España.

 

Coméntanos la sensación que tuviste cuando recientemente recibiste un premio que lleva el nombre del importante poeta búlgaro Nikolai Liliev.

 

Aunque tengo varios premios concedidos en el extranjero y también otros premios búlgaros, para mí el premio más soñado fue el que me otorgaron hacia finales de 2013, el premio que lleva el nombre de mi poeta preferido, Nikolai Liliev... Es  un gran impulso para seguir escribiendo sin perder  la meta del arte, es decir,  no sόlo el compartir un  mundo propio con  la gente, sino educar en los valores de justicia, humanidad y amor universal...

 

Acuarela de Miguel Elías

 

 

                 La guitarra

En estas cuerdas sensibles
deben vibrar sensaciones
de un largo amor largo que acabó de repente;
deben sonar recuerdos
de esta emocionada separaciόn
sellada con los labios mojados
y un clavel colgando en la vieja solapa.

En estas cuerdas sensibles
debe existir dolor -
no imaginado – verdadero siempre,
para poder arrastrar las lágrimas -
oscuras, como aguas profundas y frías,
herida sangrante después de un disparo exacto
que abate tu alma confundida,
y también tu aliento.

De estas cuerdas sensibles
deben brotar rosas,
debe oler a lluvia
y a un largo, largo camino.

Ahόrcate con ellas
si no eres el mismo
para quien mis jardines se cubren de hojas
 

 

Pintura de Miguel Elías

 

 

 

 

              Relavar nuestras pupilas

Nunca tocar arena virgen.
Mejor, con las plantas de tus pies,
siente el pulso de los horizontes
encima del golfo,
como una planicie de vidrio
cuya clavada lentitud se mueve
y cruza por donde estoy,
viendo embelesala las estrellas del cielo,
mientras tú nadas entre mis piernas,
bajo las aguas.
Debemos relavar nuestras pupilas
para que desaparezcan todos los hombres,
zurcidos por azar a mi mirada.
También todas las mujeres
por las cuales andas tan embellecido.


   En esta ciudad vivía un poeta

En esta ciudad vivía un poeta
que no hablaba de sí mismo,
no aumentaba su biografía,
no ocupaba página alguna
de la prensa literaria
y tampoco hacía versos
de elegantes rimas.

Pocas personas mencionaban
su nombre.

Entonces él se fue
para siempre.

Llevaba sobre su espalda
un chaleco gastado,
una bolsita llena de frijoles
y una canasta de acedera fresca.

Si alguien le decía que era poeta –
se detenía un momento
y después seguía su camino.

Barbudos borrachos,
en la madrugada, eran su único
público.
Es cuando se ponía de pie
y con voz fuerte, emocionado,
recitaba.

Poderosa voz, su grito convocaba
tormentas y fuerzas naturales;
sus palabras se clavaban
como filosos cuchillos...

Después nadie lloro por él,
nadie mencionó su nombre.

Pero sus versos quedaron temblando
en la memoria estrellada
de la ciudad antigua.

Eso es todo.
Al Cosmos no le importa
ningún otro detalle.


           Sueño primaveral

Diablo, ¿anoche pasaste tú
por la hierba soñolienta,
humedecida de tilos?
¿Me silbaste tú, maldito?

Y yo pensando que solo era un sueño.

¡Que seas maldito, viejo diablo,
por trastocar mi cabeza
hasta hacerme pensar que era más joven
y alocada, viejo diablo!

¿Corría o volaba?
¡Mira mis pies!
Como una tierra y luna sedienta,
nube y hierba mala,
piedra y flor -
de nuevo se cortό en dos partes mi alma,
volό, desapareciό - un ave tramposa,
ya perdí sus huellas, ¡qué mala suerte!

Caliente, inocente, como una santa,
se despertό mi sangre - cuerda sensible de otoño...

Tú, de ojos verdes,
¿cόmo pudiste engañarme
y me hiciste besarte en junio?

 

Traducción de Violeta Boncheva y Alfredo Pérez Alencart
          
 

 

por Alfredo Pérez Alencart
Poeta y profesor de la Universidad de Salamanca

alen@usal.es

 

Publicado, originalmente, en "Salamanca - RadioTelevisión" - http://www.salamancartv.com/ el 20 de enero de 2014
 

http://www.salamancartv.com/contributorpost/entrevista-y-textos-violeta-boncheva-notable-poeta-bulgara/

 

Enviado por el autor, e ingresado a Letras Uruguay el 27 de enero de 2014.

 

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