Vigo, un artista del pueblo
Carlos Penelas

Es uno de esos artistas en donde arte y militancia se conjugan. El grabado acompañó los proyectos sociales de principios del siglo XX. Alberto Giudice escribió acerca de Vigo: “Ya a comienzos de la segunda década del siglo pasado, mientras participaba de las luchas anarquistas y socialistas, hizo de su gubia un instrumento batallador.”

 

Formó parte del grupo de pintores, escultores y grabadores, que se reunían en la escuela de Barracas. Allí estaban, entre otros, José Arato, Adolfo Belloc, Guillermo Facio Hebequer, Agustín Riganelli. Este grupo -se conocieron en 1910- se lo recordará como Los Artistas del Pueblo. Posteriormente, junto a músicos, escritores y otros plásticos, se congregan en el Grupo de Boedo.

 

Abraham Regino Vigo (1893-1957) es uno de los más destacados artistas políticos argentinos del siglo XX. Su obra estuvo profundamente articulada con su tiempo; sus grabados circularon permanentemente en tapas de revistas y libros.

 

El Museo de Bellas Artes de la Boca “Benito Quinquela Martín” ha publicado un importante trabajo en su serie Cuadernos del Tornillo sobre la vida y la obra de Abraham Vigo. El trabajo de investigación, depurado y preciso, corresponde al profesor Diego Ruiz.

 

Nos enteramos que Vigo nace en Montevideo en 1893. Su padre era pintor, decorador, y en 1905 comenzará a trabajar como aprendiz de éste. En 1910 comenzó a concurrir a los cursos nocturnos de un pintor italiano, Pollezzi, que se encontraba en Callao entre Riobamba y Ayacucho. Dos años después ingresa a la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. En 1918, junto a Arato, Bellocq, Facio y Riganelli, inauguran el “Primer Salón Nacional de Artistas Independientes sin jurados y sin premios.” Luego vendrán los días de Los Pensadores, Editorial Claridad, el Grupo de Boedo y el Teatro libre. Los nombres de Antonio Zamora, Delmira Agustini, Juan Pedro Calou, Alberto Ghiraldo, Alvaro Yunque, Gustavo Riccio, Elías Castelnuevo, Raúl González Tuñón… En 1927 se crea el Teatro libre con Leónidas Barletta, Octavio Palazzolo, entre otros. Vigo diseña y ejecuta los decorados  y mobiliario. Su tarea escenográfica continuará después en el Teatro del Pueblo y en el Teatro Proletario.

En este ambiente su obra crece, se multiplica. Hay que recordar los movimientos sociales en todo el mundo, las guerras mundiales, la Revolución Rusa , el fascismo, el advenimiento del peronismo, la Guerra Civil Española. Escribirá acerca del compromiso y la militancia política: “En los años de mi aprendizaje artístico está comprendida mi militancia ideológica, creí en mi clase y en mi pueblo. De ahí que toas mis obras tuvieran orientación popular como las de mis compañeros de grupo. De ahí que se nos dieran en llamar Los Artistas del Pueblo”. Y un poco más, todavía. “Cada exposición debe ser un mitín en la pared. Que el espectador se dé cuenta de ello por el contenido crítico o militante de la obra, todo ello con jerarquía artística”.

 

En la obra de éste artista expresivo, que hace de la experiencia propia lo plural y compartido, se impone la hondura de una personalísima concepción del mundo. Se sostiene por su coherencia total, por su modo mágico de sostenerse sin artificio técnico visible. Deja constancia de la realidad y de nuestra permanencia temporal.

Pocos artistas con el vigor y la calidad de Vigo. Dice en su Autobiografía: “…desde entonces tuvimos que levantar nuestra barricada para defendernos y atacar la nadería del “arte por el arte” y los formalismos de moda. Desde las páginas de revistas que entonces formaban parte los escritores de Boedo también nosotros unidos por fraternos ideales de reivindicaciones tronábamos contra Florida por una plástica con contenido humano”.

 

El trabajo del profesor Diego Ruiz descifra calidez y conocimiento de los diferentes matices de la vida de Vigo, un claro entusiasmo y equilibrio donde transmite la hondura, la humildad en la obra del artista. Hace muchos años, el maestro Rubén Rey escribió: “La sociedad que mata a un poeta se suicida, la que desconoce al artista que le corresponde inicia el proceso de un destino miserable.”  

Carlos Penelas

Buenos Aires, junio de 2008

Ir a índice de América

Ir a índice de Penelas, Carlos

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio