Un tal Jacinto Penelas |
Lector: perdóname; yo soy un pobre hombre que, en los ratos de vanidad, quiere aparentar que sabe algo, pero que en realidad no sabe nada.
Azorín. Su vida tuvo momentos interesantes dentro de una España clerical y reaccionaria. Homosexual no declarado, siempre ocultó esta situación. El Frente Popular lo homenajeó repetidas veces durante la Guerra Civil, tanto en Madrid como en Valencia. Una vez terminada la guerra se podían representar sus obras pero estaba prohibido el nombre del autor. Se decía por ejemplo: “el autor de
La malquerida”. En la década del 40 fue censurado por la dictadura de Franco por su condición homosexual. En 1947 estuvo presente en una manifestación pro-franquista. El régimen le levantó la censura y se lo denominó “nuestro preclaro autor teatral”, “nuestro gran Premio Nobel”. Recordemos que lo obtuvo en 1922. Unamuno, Antonio Machado, Valle-Inclán, Pío Baroja, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Benavente, llevaron el lenguaje literario español a una dimensión enorme de la literatura universal. Es la generación del 98. Si bien su teatro fue envejeciendo alarmantemente, nos quedan obras significativas, pensamientos, búsquedas estéticas de una época. En Argentina su teatro causó furor. Mi padre me contaba una anécdota de cuando don Jacinto Benavente regresó a España. Antes de partir del puerto de Buenos Aires un periodista le preguntó sobre la idiosincrasia de los argentinos. A punto de zarpar respondió: “Armen la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentinos”. Si hubiera sido por don Manuel me hubiera llamado Jacinto, Jacinto Penelas. Por varias razones. (Ya la imaginación corre desvariada. La diversidad y la oposición del lenguaje, la noción del tiempo y la del espacio.) Los libertarios ponían nombres emblemáticos: Aurora, Libertad, Armonía, Ariel, Liber. O de la naturaleza: Floreal, Rocío, Pradeal… Y de ciertos autores que admiraban. Mi madre, según la leyenda familiar, se negó. Por eso Carlos Tomás. Carloncho, para los íntimos. |
Carlos Penelas / Buenos Aires, octubre de 2009
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