Defensa de la poesía |
Roberto, mi hermano mayor, me decía cuando yo tenía siete u ocho años, que no comprendía de qué se reía la gente ante el cine de Chaplin. La discusión en casa, es necesario comentarlo, giraba entre la genialidad de Charles Chaplin o la de Buster Keaton. Luego se hablaba de Harold Lloyd, de Groucho Marx, de la vanidad de Oliver Hardy o la necedad de Stan Laurel. De allí, recuerdo, el salto a Jacques Tati. A mi, debo confesarlo, me maravillaba Danny Kaye. Y el dúo Dean Martin - Jerry Lewis. Chaplin tenía entre sus temas escogidos la miseria, la pobreza, el alcoholismo, el amor imposible. El espectador se conmovía, se identificaba con el personaje principal y se reía a carcajadas. A veces boxeador, otras obrero, pintor, dentista, mesero, eterno vagabundo, afrontaba la crueldad de la vida. Junto a él, desde su interior lúcido y sensible, una despreocupación innata y los sueños de evasión. Y un bastón burgués que le daba aire de dignidad. Chaplin explicaba: Este personaje tiene múltiples facetas. Es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo desamparado. Polibio escribía, a propósito de los ritos romanos, que en una nación formada sólo por gente sabia sería inútil recurrir a medios como estos, pero como la multitud, por su naturaleza voluble y sometida, tiene pasiones de todo género, deseos irrefrenables, ira violenta, no queda más alternativa que contenerla con aparatos diversos y con temores misteriosos. Por eso creo que los antiguos no introdujeron sin razón en la multitud la fe religiosa y la superstición sobre el Hades, sino que más bien están equivocados quienes buscan eliminarlas de nuestros tiempos. Mucho después, nuestro amado Spinoza escribió en su Tratado teológico político: Es cierto que el secreto más grande y el máximo interés del régimen monárquico consisten en mantener a los hombres en el engaño y en esconder bajo el especioso nombre de religión el miedo con el que deben tenerse sometidos, para que combatan por su esclavitud como si fuese su salvación. Por otro lado se verá que en una comunidad libre, no se podría ni pensar ni intentar nada más funesto. Es curioso como se va cristalizando en el ser humano la dualidad que marcará el proceso ideológico y fáctico durante décadas e incluso siglos. Demagogos o dictadores llevan esas actitudes dúplices. Con el agravante que lo hacen ante las mismas audiencias, plazas o seguidores. La gran masa le es fiel y no se detiene jamás en el análisis de sus frases o sus proyectos. Además, el poder tiende a la impostura, todo es más eficiente si se practica a oscuras, entre biombos, en alcobas o parques, en cotos lejanos. No es de extrañar que Mickey y Donald sean en estas horas idolatrados en China. O que las espadas toledanas se fabriquen en la tierra de Mao para que los turistas de todo el mundo se lleven un recuerdo ibérico, un aire del Cid, una bacía de Quijote. El obispo español Bernardo Álvarez, Tenerife, declaró que el abuso pedófilo se debe a que hay menores que lo consienten; acotando sin respirar e incluso, si te descuidas, te provocan. Por otro lado, en Corea del Sur, el noventa por ciento de la población tiene acceso a banda ancha. Eso significa que hay millones de usuarios obsesionados hasta casos de muerte frente a la pantalla. Crearon un complejo especializado (mitad campamento, mitad clínica terapéutica) para intentar recuperar a casi dos millones. Un dato, sin duda. Mientras tanto bosnios y servios, judíos y palestinos, indios y pakistaníes, rumanos y polacos, alemanes y africanos, hacen lo suyo. Por estas razones el Times eligió a Putin hombre del año 2007 . Y ahora se viene la copa africana de fútbol. Y desaparecen los genocidios y la mano pegada a la cartuchera, a lo Wayne. Tanto en Quintiliano como en Cicerón la oratoria tenía un ideal, era alguien que enseña la virtud y trabaja por el bien del país. Había un interés humanista en sus teorías estilísticas. Erasmo, lo mismo que otros de su tiempo preocupados por la educación, utiliza la obra de Quintiliano como modelo de formar al hombre en la sabiduría y la virtud. La expresión que utiliza Quintiliano es la que el orador ha de ser un hombre bueno diestro con la palabra. Mi hermano mayor, obsesivo como todos nosotros, me llevaba al cine y me hablaba de Chaplin. Eternamente perseguido por la policía, era todo un símbolo de lo que representaba el orden. Chaplin supo contradecir el sueño americano y describir lo miserable y la miseria de los buscadores de oro. En la agudeza de su mirada el mundo poético. En este mundo hay lugar para todos, suelta el barbero judío como un mensaje de fraternidad en El gran dictador. La comedia burlesca me sigue apasionando. Como el recuerdo de aquellas tardes en el cine de barrio. |
Carlos Penelas
Buenos Aires, enero de 2008
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