“La corrupción es una plaga insidiosa que
tiene un amplio espectro de consecuencias corrosivas para la sociedad.
Socava la democracia y el estado de derecho, da pie a violaciones de los
derechos humanos, distorsiona los mercados, menoscaba la calidad de vida
y permite el florecimiento de la delincuencia organizada, el terrorismo
y otras amenazas a la seguridad humana”. Así reza una de las
conclusiones de la ‘Convención de las Naciones Unidas contra la
corrupción’.
Refugio nos sea el arte en tiempos en los que la corrupción campea.
Leamos sin ataduras, construyamos trincheras de palabras ante los
francotiradores del mal. Sean los libros los escapes laberínticos con
los que transitemos por nuestras estancias entre las luces y las
sombras; con ellos en las manos, pasemos el amargo trago; mientras en lo
exógeno, a nuestras lecturas y escritos la justicia humana, concebida en
el Estado de Derecho, se atreva a cumplir su tarea ubicando a cada
mandatario pillastre en su lugar.
En tiempos de corrupción epidémica caben recogimientos físicos y
analíticos que nos provoquen metamorfosis. La peste creada es
insoportable, la vuelve más densa. Los que justifican y buscan
subterfugios legales y morales para los atracadores, o sea, los
alcahuetes, sumisos y coparticipes de la gestión de un déspota
tiranuelo, que complaciente giró licencias de descontrol a toda la
gestión pública.
Frente a la corruptela, la palabra reunida en la biblioteca ideal
resulta un bálsamo. Leer de a poco biografías, diarios, filosofía,
poesía, ensayo, cuentos y novelas para mitigar la indignación cabe.
Leer para ser, leer para vivir, leer con devoción. ‘Somos lo que leemos.
Diez años de ensayo literario en letras libres’ es el magnífico tomo que
esta semana os propongo para contrarrestar el desaliento que deja en la
sociedad el destape súbito de una alcantarilla represada diez años, de
la que emanan los pútridos gases que algunos aspiran con disimulo
encubridor. ‘Somos lo que leemos’, para intentar pasar página de una
década perdida para el país.
Se trata de una antología de ensayos imprescindible, en la que
participan escritores de España y América, fundamentalmente, cuyo
contenido reúne dos universos de la literatura: la creación y la
crítica. Desde ese principio se rinde homenaje a la hispanidad que se
resume en el encuentro de dos mundos celebrado cada 12 de octubre. La
gesta estelar de la humanidad de 1492, “conforma una unidad no solo por
la razón más obvia, el uso de la misma lengua cuya intangibilidad en
términos escritos es absoluta”.
La obra lleva la impronta editorial de el Fondo de Cultura Económica.
Son 346 páginas de ensayo literario, el cual escribren: Villoro sobre
Hemingway, Edwards sobre Hugo, Molina Foix sobre Shakespeare, Vargas
Llosa sobre Cervantes. Lecturas, debates y recuperaciones de escritores
olvidados como Vila Matas sobre Gombrowicz, o Martínez de Pisón sobre
Ginsburg. Y que grandes novelas son peores: Domínguez Michael sobre
‘Doctor Zhivago’, de Pasternak; o mejores: Krauze sobre ‘Benito Cereno’.
Extracto
“¿Qué idea de la libertad se hace Don
Quijote? La misma que, a partir del siglo XVIII, se harán en Europa los
llamados liberales: la libertad es la soberanía de un individuo para
decidir sobre su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva
función de su inteligencia y voluntad. Lo que anida en el corazón de esa
idea de libertad es una desconfianza profunda de la autoridad, de los
desafueros que puede cometer el poder, todo el poder”, de Mario Vargas
Llosa (Pág. 164).
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