Pomponio Flato y su viaje asombroso - de Eduardo Mendoza |
El
asombroso viaje de Pomponio Flato Defendiendo con sagacidad, valentía y
gran cordura sus derechos de lector, entre los que estaban escoger sus
tomos y las lecturas que le apetecían y no aquellas que en nombre de
Dios, la sumisión y la pacatería la Iglesia recomendaba, decíale Don
Quijote de la Mancha al cura de Toledo, Pero Pérez, lo siguiente: "Y
vuestra merced créame y, como otra vez le he dicho, lea estos libros, y
verá cómo le destierran la melancolía que tuviere y le mejoran la
condición, si acaso la tiene mala" (Cap. L).
Y cabe ahora que tan hidalga, libérrima y sabia recomendación sea extendida a vosotros, para que no dejéis pasar la ocasión y leáis, que la lectura también es un divertimento, las no censuradas, deleitantes y castizas 190 páginas que arman la más reciente y "extravagaria" obra de Eduardo Mendoza: ‘El asombroso viaje de Pomponio Flato’, publicada por Seix Barral.
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Buen alimento para librófagos. De Pomponio Flato, ciudadano romano, miembro de la orden ecuestre y filósofo en mal trance, es la bitácora nada aburrida que conduce al leyente a caballo y a pie por los polvorientos, peligrosos y misteriosos caminos que cruzaban el siglo I en los territorios de Palestina, dividida a la sazón en cuatro partes: Idumea, Judea, Samaria y Galilea. La narrativa surgida de la mágica pluma de Eduardo Mendoza es un híbrido de gran sabor entre la novela histórica y la novela negra. Y me ha pasado por la mente la estupenda trama de José Carlos Somoza en ‘La caverna de las ideas’, que nuevamente sugiero.El recorrido de Pomponio Flato, para nada aburrido, es producto de la causalidad, de la curiosidad que envuelve a todo ser que entre su piel lleva más acentuado que otros el instinto del conocimiento. Al singular personaje de la obra le pasa todo lo que le pasa por causa de su rutina descabellada de ingerir sin filtros, cual impenitente sediento, cuencos de toda agua empozada, de la que él ha oído tiene "efectos portentosos".
Y
lo paga caro. El estómago, a fuerza de las ventosidades, le cambia de
rumbo, y de investigador de aguas oscuras pasa a detective contratado,
nada más, pero tampoco nada menos, que por un niño llamado Jesús, hijo
de un carpintero de nombre José, a quien le acusan de un crimen que dice
no cometió. La esposa de éste tenía por nombre María.Cumple la novela
con todos los dioses.
Los
del Olimpo no la pasan muy bien en territorio de Israel; Apolo deja queja
escrita. Confírmase entre las divinidades eso de que cada gallo canta en
su gallinero. Y no faltan las bellas pecadoras públicas y profesionales,
dignas éstas, frente a las pecadoras privadas y taimadas que llegan al
poder y a sus entornos en todas las épocas hasta nuestros días. Tela que
cortar de un tejido de novela, y nunca mejor dicho. Os dejo frente a una
prueba de imaginación, talento y libertad de expresión. "Le pregunto si hay más casas como aquélla en Nazaret y responde que no lo sabe. Intrigado por mis preguntas, quiere saber la razón de mi curiosidad y le explico que a juzgar por los indicios, aquella debe ser una casa de putas, o de una sola puta, dado lo exiguo del inmueble. Jesús me pregunta qué cosa es una puta y se lo cuento de un modo somero, pues nunca he creído conveniente ocultar a los niños unos conocimientos que acabarán obteniendo de boca de los esclavos, los mercaderes, la soldadesca y otras gentes rudas, o por experiencia propia, en cuyo caso es mejor que conozcan las tarifas vigentes". (Pág. 65) |
Biografía |
Dr.
Oswaldo Paz y Miño
Publicado en el diario La Hora, Quito, Ecuador
19 de octubre de 2008
Autorizado
por el autor
La Hora
Gentileza
de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/
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