El Padre Zeus -Dios de Dioses |
De origen celestial, a sugerencia de los Dioses y para rendir pleitesía al Padre de todos ellos, Zeus, nacieron. Crecieron por la sabia que les engendro Apolo, hijo de Júpiter y Dios de las cosas ocultas, de las artes, de la Música, de la Poesía que habitaba en el Parnaso con las Musas y a quien el Dios Padre concedió el honor de conducir el carro del Sol. Los Juegos antiguos se materializaron en Olimpia, Tierra Sagrada y antigua, que era un sitio de oración en el Peloponeso, en el año 776 a.C. y se mantienen por 1.168 años. El primer Campeón fue Corebos un atleta que domino en la prueba: "Carrera del Estadio". Concluidas estas justas, un nuevo calendario cronológico llamado Olimpiadas mediría el tiempo en la Grecia Antigua. La ciudad sede, Olimpia, se llenó de gloria y de gala, de misticismo, de orgullo. Fue ella quien percibió de cerca el aroma de las virtudes humanas surgidas por los inicios del deporte excelso, como expresión social y benéfica para el hombre. Ella, fue testigo presencial de los sacrificios que se hacen y se conceden por las causas nobles. Del esfuerzo que se requiere para lograr una meta superior, a la que todos nos podemos arribar primeros. Olimpia vivió íntimamente la lucha por la vida, en la que no todos tenemos los mismos éxitos, o fracasos o resultados al fin, pero en la que cuenta mucho la forma como cada cual se ha batido. De esa contienda quedaran los karmas individuales y colectivos, que nos permitirán pulir nuestros resultados para los siguientes desafíos, para las vidas subsiguientes. Allí aplicaremos la Gnosis. El lado oscuro del hombre, el que alienta la guerra, la muerte, la desolación, que parece tan próxima en los días que vivimos. En ese entonces, cada cuatro años encontraba un paréntesis, surgía la paz el polo opuesto de la violencia, ya que con ocasión de los Juegos se declaraba la tregua sagrada o "Ekecheira". Cesaban las |
hostilidades, se detenía el derramamiento inútil de sangre,
y solo el evento deportivo aparecía en el horizonte como bálsamo a las
heridas producidas por las apetencias de poder, conquista y dominio. Los
que asistían a los Juegos, portaban salvo conductos que les permitían
atravesar territorios en conflicto, eran los peregrinos de la paz, los
caminantes del deporte, los embajadores del Olimpismo. Los seres mitológicos
le transmitieron al hombre el espíritu, la esencia, la filosofía, y la
intención de los Juegos. El mensaje llegó mejor a unos que a otros. Los
más humanistas recogieron la Liturgia, la estudiaron, la comunicaron y la
han puesto al servicio del hombre y para el bien de la humanidad, de la
paz, de la fraternidad, del amor al prójimo.
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Dr.
Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en el Diario La Hora - año 2002
Autorizado
por el autor
La Hora
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