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Opíum, de Jesús Ferrero 
Dar y recibir

Reseña ensayística por Oswaldo Paz y Miño J

“Maestro, solo podemos dar lo que llevamos dentro. ¿Tengo razón?

-Nadie puede dar sólo aquello que lleva dentro. El pedido del otro lo insemina. El don se crea entre dos.” 

Alejandro Jodorowsky.

Opíum. Una novela que enamora. Caligrafía esculpida en el deseo. Los párrafos son volcanes de pasión que revientan energía retenida por siglos. Ríos de lava que huelen a almizcle de mujer enamorada que rompen el dique.

Voces que hacen del sexo, amor sin pacaterías. Lo sagrado, lo pagano, lo bizarro, lo asombroso, lo envidiable, lo tortuoso, lo extraño, lo rutinario, de la lujuria narrado con gran sutileza, con deliciosa sensibilidad, con expansiva onda inspiradora, y dicho sea, con provocadores aromas, que pondrán al filo del vacío a los lectores.

Una historia de supervivencia en la que las libertades eróticas son unisexuales también. Confesiones amatorias dichas entre gemidos. Risas reprimidas, ahogadas blasfemias, gemidos asfixiados y ronroneos agitados,  por entre los labios que ellas tienen en la cara y en el pubis. Cabalgatas nocturnas en lechos  de piedra, paja o seda. Tocamientos que resultan torturas.  Si algún placer es móvil es el sexual. Inclusive si se lo practica desde la mirada.

Opíum no es un sucedáneo, es una novela revulsiva, la aventura de una pareja que lucha contra la alianza que en su contra han preparado el destino, el tiempo y la muerte:“Mientras el besaba sus muslos, sus pechos, y su cara, tenía la impresión de estar en una casa en llamas, en la que convergían muchos más cuerpos y muchos más deseos. Entonces susurró: Cuando te toco tengo la impresión de que la vida es más profunda que la muerte y mucho más misteriosa.”

El autor Jesús Ferrero, quien hace poco tiempo conmovió desde la literatura, a la historia y al cine, tras la publicación de otra de sus novelas fundamentales: “Las Trece Rosas.” Muestra que talante, talento y tiento le sobran. Siruela, Bolsillo 69, recoge, a Opíum, vestida y desnuda, y la ofrece con sus placeres y dolores, en ciento cuarenta y seis adictivas páginas. Y nunca mejor dicho.

Opíum una mujer incitante nacida para las complacencias de a dos o individuales. Enamorada, ofrece un catalogo de seducciones, que culminan en provocadoras de alquimias. El lector hará claudicaciones a sabiendas. Ella se clavara sobre todo en aquellos que transitan por los abismos de la soledad.

Algunos de los  que estamos atrapados por los libros y así  lo declaramos sin tapujos somos vulnerables a estos que envuelven a  mujeres bellas y a sus volandas sensuales, a las pasiones cromáticas que ellas generan, a las  libaciones diversas que ofrecen, y a las inhalaciones embriagadoras que someten en sus regazos. Las letras de tales síntomas nos pueden. Se nos adentran en lo más recóndito de los sentidos. Y en  los recovecos del alma.

Busque el rincón de lecturas. Y el tono perfecto en el ambiente, concédale espacio a su cuerpo, de hombre o de mujer, y entréguese a Opíum. Ella hará  su trabajo. Usted solo recibirá  placer. Al final, eso es la lectura, o no.

Jesús Ferrero

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