No
a la violencia. El fútbol es solo un juego. No al fanatismo.
La violencia en la practica de algunos deportes como el fútbol, dentro
del campo de juego es producto espontáneo del mismo fragor de la
contienda deportiva, cuando en ocasiones rebasa el campo y contagia las
gradas todavía se puede entender producto de la pasión del partido, más,
lo preocupante desde nuestra óptica sucede cuando los desbordamientos
toman otra forma, cuando sin consideración de grupo social o país, los
violentos se organizan y entonces árbitros, jugadores, publico en general
se ven en medio de verdaderas batallas campales entre bandos organizados
que han asistido al evento deportivo, no necesariamente para mirar como
aficionados, sino para agredir, ofender, atacar a otros seres humanos,
bajo la coartada de portar o vivar una camiseta deportiva.
Este tipo de violencia organizada, premeditada, que se ha enraizado en
varios países es la que nos preocupo y nos preocupa, ya que se extiende
por nuestro continente de forma progresiva, geométrica, lo que debe tener
respuestas comunes, posiciones comunes, legislaciones similares, que nos
protejan y permitan asistirnos los unos a los otros como países ante un
fenómeno social que como un virus se extiende peligrosamente sobre
nuestras manifestaciones deportivas y sobre nuestras sociedades.
Hemos podido establecer que la violencia organizada actúa con estrategias
premeditadas, en las que están involucrados jóvenes que no
necesariamente son siquiera amantes del deporte o de un equipo de fútbol,
son simplemente violentos al servicio de esa causa, que poco o nada les
interesa el resultado de un partido, ya que al final serán siempre
violentos y así actuaran en contra de la mayoría inocente.
Esta comprobado que los incidentes mas graves no se producen dentro de los
estadios, suceden fuera, luego de concluidos los partidos , se trasladan
los violentos a los alrededores de los escenarios o a los andenes de los
trenes o a las estaciones de autobuses, allí encuentran a sus víctimas,
allí roban, hieren o matan.
La ritualistica de la violencia es común en los países que la sufren por
ello es necesario una normativa común, o similar al menos, para prevenir,
controlar y sancionar la violencia en escenarios y espectáculos
deportivos, no podemos aceptar impávidos la automatización de la
violencia, ni creer que ella debe ser parte del juego, debemos actuar en
comunidad, que no podemos permitir la impunidad para los violentos.
Por lo dicho no es aceptable, no es tolerable la violencia con ocasión de
un espectáculo deportivo, ni en la misma practica deportiva. La
legitimación pasiva de la violencia dentro o fuera de la cancha es lo que
debemos erradicar, no son los campos de juego como se cree equivocadamente
espacios para la liberación de conductas reñidas contra la ley, la moral
y las buenas costumbres, no deben ser válvulas de escape de problemas
propios de los sistemas políticos o económicos.
La sociedad debe enfrentar a la violencia en los escenarios y espectáculos
deportivos con la ley en la mano, con absoluta firmeza, sin dudar ni un
solo instante, en mi país y en el de todos vosotros hermanos
iberoamericanos.
La violencia se ha transformado, organizado y modernizado, ya la llamada
tradicional ha sido superada por la violencia moderna, la que ha surgido
en y para el deporte, que esta en ascenso y que puede constituirse en
estrategia de sobrevivencia para los delincuentes o en una empresa moderna
internacional. La actividad delictiva en el deporte se ha modernizado en
todos los países a través de la conformación de organizaciones más
complejas, con mayores recursos económicos, con criterio empresarial, con
contactos, infiltraciones y relaciones en la sistema establecido.
Esta diversidad de violencia no solo ha acarreado el
nacimiento de nuevos actores y la transformación de los anteriores, sino
que la propia organización del delito requiere de otros personajes: el
sicario, el pandillero, etc., lo que mina nuestra sociedad ya que todos o
la mayoría son de condición juvenil, por ello insistiré en actuar
mancomunadamente, asistiéndonos los unos a los otros y compartiendo sobre
todo experiencias y conocimientos para neutralizar al menos tan grave
problema.
Con los antecedentes expuestos, la Federación
Ecuatoriana de Fútbol, F.E.F (2001), sensibilizada por los lamentables
acontecimientos violentos especialmente en los dos últimos campeonatos
nacionales, con una clara visión de que el problema se ha venido
incrementando en el Ecuador, decidió crear una comisión jurídica
especial que se dedicara al estudio del fenómeno y sus eventuales
soluciones. Nuestra experiencia y trabajo en ella es la siguiente.
La Comisión Jurídica Especial de la F.E.F. que integramos, trazó su
programa de trabajo orientado básicamente a 3 fases:
a) Fase de estudio del problema de la violencia y recolección de datos y
sugerencias,
b) Difusión y concientización de la problemática,
y
c) Elaboración de un anteproyecto de ley para su
aprobación por parte del Congreso Nacional de la República del Ecuador.
Dentro de la primera fase nos dedicamos los miembros de la comisión al
estudio del fenómeno de la violencia, obteniendo valiosa información
internacional, legislación comparada, además de participar en eventos
académicos que nos nutrieron de conocimientos y experiencias de países
amigos.
La comisión además desplegó una tarea de dialogo
directo con distintas personas e instituciones que tienen a su cargo la
seguridad ciudadana en sus variadas formas, importantes aportes hicieron
la Policía Nacional del Ecuador, Defensa Civil, las Municipalidades, los
clubes de fútbol dueños de estadios y sus administradores, y varios
grupos o barras organizadas de clubes y entidades deportivas cuyos
miembros están viviendo domingo a domingo en carne propia actos violentos
activa o pasivamente.
La segunda fase tuvo como evento central un seminario, denominado
“derecho, ética y deporte”, dictado en el afán de concientizar sobre
todo a los medios de comunicación, a dirigentes deportivos, estudiantes
de derecho y profesionales, sobre la necesidad de superar un pensamiento
que resulta anacrónico y peligroso y mal entendido en la comunidad y
sobre todo en la dirigencia deportiva, cual es el de que el “fútbol se
rige bajo sus propias normas”, lo que en lo técnico exclusivamente es
verdad, pero que ha sido tergiversado y ha ubicado al fútbol como un
estado dentro de otro estado, mermándole al estado su obligación y
derecho de controlar el orden y la seguridad ciudadana.
La ausencia de una ley especifica que prevea, controle y sanciones actos
violentos en los escenarios deportivos, que tipifique conductas
generadoras de violencia, actos violentos en sí mismo, en eventos
deportivos, ha dejado infracciones en la impunidad, con el añadido de que
en nuestro país, el código penal, es obsoleto en su fondo y en su forma.
El evento académico adicionalmente busco el revisar legislación de
vanguardia si así se puede llamar, de países amigos, que han superado ya
las etapas iniciales, en las que esta él nuestro.
La tercera fase, aún no concluida (año 2001) arrojó como documento de
trabajo un anteproyecto de ley, producto de las experiencias y
conocimientos obtenidos a lo largo de las fases previas, que fue
presentado ante el congreso ordinario de fútbol ecuatoriano y que está
por ser enviado al congreso nacional para su estudio y aprobación.
Antes de pasar a comentar su contenido, es conveniente señalar que la
comisión discutió en varias ocasiones la conveniencia de elaborar una
ley dedicada especialmente a tratar el tema de la violencia con ocasión
del deporte y al respecto se analizaron 3 alternativas:
1. Crear un título dedicado al tema dentro del proyecto de la nueva ley de deportes.
2. 2. Presentar un proyecto de reformas al actual código penal,
3. Presentar un proyecto de ley especial.
No obstante ser la inclusión de esta normativa en la ley de deportes , la alternativa más técnica y lógica, los problemas políticos y político-deportivos que sufre nuestro país en estos momentos, nos obligaron a escoger la opción de una ley especial.
En líneas generales, el anteproyecto está estructurado de la siguiente forma:
a) Parte General: En esta parte se han consagrado los principios fundamenten tales que rigen la norma y determinan su objeto y ámbito de aplicación. vale destacar que hemos procedido, con el afán de unificar criterios y evitar confusiones, a definir muchos de los términos que con frecuencia intervienen en estas situaciones. Así, escenario y evento deportivo, organizaciones deportivas, organizadores y protagonistas, son términos que en el anteproyecto contienen un alcance absolutamente definido.
b) El Sistema de Prevención de la Violencia: Este título crea y delinea los organismos sobre los cuales recaerá la lucha en la prevención de la violencia. Así, hemos creado la comisión nacional de prevención de la violencia en eventos deportivos (CONAVED), un coordinador nacional de seguridad en los eventos deportivos, los delegados de seguridad en los eventos deportivos, y una serie de entidades y funciones cuya orientación fundamental es tomar las medidas necesarias para prevenir hechos violentos. Esta estructura tiene una composición mixta que pretende hacerla efectiva, pero pensamos que era conveniente anclarla en el consejo nacional de deportes, ya que en última instancia corresponde a la obligación que tiene el propio estado de defender sus bienes jurídicos fundamentales.
c) La Disciplina en el Deporte: En vista de que el desarrollo institucional de algunos deportes sigue siendo, en mucho, menor que la de otros, como el fútbol, este título pretende crear la obligación de expedir y cumplir un marco legal disciplinario básico en cada uno de estos sectores. Así, se consagran principios como el de legalidad para las infracciones deportivas y administrativas, el debido proceso, el sistema de recursos contra las resoluciones adoptadas y demás.
d) Las Medidas de Prevención: Aquí se agrupan una serie de disposiciones, en el ámbito administrativo y de seguridad, que esperamos contribuyan profundamente en la prevención de hecho violentos. Se crea la obligación de que todo evento deportivo, de concurrencia pública, tenga necesariamente que contar con el aval y control de una federación deportiva; y, básicamente, aquellos códigos de construcción y seguridad que deben ser cumplidos en todas las instalaciones deportivas. y si bien estas medidas aparecen como excesivas o demasiado duras, en algunos casos, creemos firmemente que esta es la fase donde no podemos ceder, pues todo esfuerzo desplegado para prevenir evitará más tarde lesiones e inclusive la pérdida de vidas. Luego, será muy tarde.
e) De las infracciones y su sanción: En este sector constan las disposiciones penales que tipifican claramente las acciones que originándose a propósito de un hecho deportivo lesionan un bien jurídico fundamental para nuestra sociedad. De esta manera, pensamos, hemos contribuido a esclarecer esa zona gris entre la justicia penal ordinaria y las sanciones deportivas. Es importante destacar la adopción de sanciones sustitutivas a la privación de libertad para las penas cortas, que con éxito vienen aplicándose en otros países.
f) El procedimiento: y quizás sea ésta la fase que requiere aún un mayor estudio y análisis, pues a pesar de en algo haber agilitado las trabas que el proceso penal ordinario crea para el juzgamiento de las infracciones, creemos que puede hacerse más. El problema real es que estamos a las puertas de la entrada en vigencia de un nuevo proceso penal, aprobado hace ya casi un año, y resulta muy difícil pretender modificarlo aún sin que haya probado sus bondades.
Nuestra propuesta en el Ecuador, debe ser articulada por el Congreso Nacional de la República del Ecuador dentro de un diseño de una política pública nacional, global y participativa que garantice la seguridad de las personas a través de distintas acciones preventivas de control y sanción, en las que los escenarios y espectáculos deportivos deberán ser tomados en cuenta, mas aún si consideramos que la seguridad es un deber del estado, destinado fundamentalmente a lograr el bienestar, la protección y la vida digna de la población que deposita en él la autoridad para su cuidado y preservación.
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