"La vida en las ventanas"- y la soledad del chat. |
La soledad. Con solo esta frase podríamos llenar esta página. Quedaría dicho todo. En el fondo blanco, nada más. ¿Para qué, escribir más? Si con esa mínima lectura, el lector tiene para una vida de interpretaciones y recuerdos que: alentarían una sonrisa, producirían lágrimas, revivirían instintos, aplacarían razones, demolerían amistades, se acercarían distancias y se sustentarían ideas. Se abrirían corazones tozudos y se juntarían labios, pasiones, fluidos y sexos. O se consumirían para siempre las buenas tentaciones y malas intenciones. Compañera de ruta, en la vida, es la soledad. Esta allí intangible, más presente. Cada quien tiene una imagen de ella y jamás nadie la vio. Igual tiene colores, sabores. Sentimientos marcados a fuego y a hielo. La soledad es fiel, aunque provenga de la infidelidad. La soledad se instala. No se va. No regatea. Convive, llega sin anticipos. Se adhiere a la piel, al alma. Prescinde de consentimientos. Es terca, desesperante y produce adicción. Es egoísta y lo disfruta. Se basta y se sobra, para mantenerse a distancia. No se involucra, simula. No se deja atrapar, prevé. La soledad ama en silencio o no ama. Nunca tropieza dos veces en el mismo obstáculo, ni con el mismo amante. La soledad se sabe necesaria y tiene matices y grados en el dolor, en la pasión y en el arte. De la muerte es aliada. Unas veces actúa de verdugo, mata directamente. Otras, señala el camino que conduce al fin de todo, o al principio nuevamente. Antes de amar, estamos solos. Amando, queremos estar solos. Amante y amado la buscan y la hacen cómplice. La soledad se parece a cada cual y es cada uno. La soledad se impone al grupo, no le va ni le viene el número. Su hábitat es el espíritu humano. Domiciliada en el, hace caso omiso de las compañías. Es también un escudo, un camino hacia la libertad, una extrema huida, una forma de supervivencia. La soledad se siente, se expresa, se escribe. La soledad se busca, se convive. La soledad se ama y la soledad se odia, nos duele, y desespera. Hiere más, si se la vive con aquellos que no debieran producirnos soledad. Mas, la soledad es buena, si es sonora. Si te llena los espacios abiertos para los hijos, para los libros, para la piel del ser amado, para la oración desde adentro hacia fuera, a lo que creas, para creer en ti mismo.
De
eso trata 'LA VIDA EN LAS VENTANAS' de Andrés Neuman. Es una fresca
propuesta de lectura que os traemos y que se apuntala en la soledad. La
obra adquirida que reposa en nuestra mesa de trabajo, es la tercera edición
que respalda el Sello Espasa. El autor argentino de 27 años, fue
finalista con ella, en el Premio Primavera de Novela año 2002. Desde las
ventanas se puede mostrar la vida y la piel, la propia y enterarse de la
ajena. Las ventanas a la calle o las ventanas del programa del ordenador,
envían, y reciben, información. Permiten el diálogo y la convivencia
intimista, entre vecinos de patio, pared o piso, o de colindantes de
MODEM, contertulios de Chat o amantes virtuales. 'LA VIDA EN LAS VENTANAS'
es una novela de familia, un relato de imágenes, en la que los lectores
pueden identificar quizá la suya. Su imagen. El ejercicio de escribir un
diario, aunque no sea todos los días. El resumir en capítulos las
jornadas individuales, las inquietudes, los traumas, los conflictos
familiares las necesidades de amor, las aspiraciones, y luego enviar esto
a una destinataria, conocida quizá, y por ello anónima, que tal vez
registre o probablemente borre el grito de socorro que trae cada correo
electrónico, cada 'e mail', es casi como jugar a la ruleta rusa. Nadie
sabe lo de nadie. Nadie da nada por nada. Y cada quien tiene ausentes a
los que extrañar, sobre los que a nadie interesa escuchar."Querido
hijo: puedes considerar estas líneas, si te resulta así más grato, como
mi última carta. Como la carta que un padre viejo le dirige a su primogénito
antes de marcharse. ¿Debería decir, acaso, desaparecer? Confío en que
no. De hecho, mi plan consiste precisamente en lo contrario: en marcharme
ya mismo, en no darme tiempo a convertirme en un estorbo, y dejaros a tí
y a tu hermano una memoria digna para no desaparecer del todo en vuestros
corazones." Pág. 160.Que no se define si lejana o cercana, pero que
es la que decide si leer o borrar, es la forma de comunicación, evasión
y de creación, que ha escogido Net, el protagonista de esta novela.
Solitario joven, que abre su ventana al correo electrónico, para desde
allí expandir el virus de su soledad.
Decurre
la novela en los Chats. Conversatorios múltiples propagados por el mundo
entero en los cuales el anonimato es el más potente deshinhibidor. El
camuflaje que utilizan los dialogantes se mimetiza en la coyuntura y según
el objetivo y la persona y lo convierte en personaje de ficción; con
mayor o menor protagonismo dependiendo de la fantasía a representar. El
Chat es el espacio del otro yo. Quizás allí llegan los seres del otro
mundo y conversan con los de este mundo, temas que solo en ese mundo son
capaces de tocar. El Chat casi aguanta todo, como el papel. Como el teatro
de la vida. Si algo de eso tiene. Los actores, personas de carne y hueso,
representando lo que no son o actuando como en realidad son. Los
espectadores los asistentes al Chat. Ellos coparticipan, se adhieren,
interactúan, se ríen, gozan se burlan, critican, acometen, defienden,
aman también. Los 'Chateros' pueden ser o decir una vez o varias lo que
no pueden ser o decir fuera del Chat. Allí está la receta del libro. Allí
se consume el tiempo y se derrite a cuentas la soledad. Mientras el
ordenador esté despierto. Una vez apagado, las sombras lo cubren todo. "Me
afeité con cuidado, escogí la ropa. Comprenderás que esta súbita
coquetería significaba depresión. Me duché largamente, procurando
ahogar mis pensamientos y mientras me vestía me asaltó la urgencia de
masturbarme. Tú dirás: y a mí qué. Pero intento explicarte como, por
primera vez en bastantes meses, mi inconsciente masculino se ponía a
funcionar: mi cuerpo estaba preparándose por si más tarde debía entrar
en acción". Pág. 49. No
es una novela sobre el Internet. Es una, sobre el recurso tímido de un
joven acorralado por su situación familiar. Una ventana que impide la
asfixia por rutina. Que se duele de la indiferencia, de la ausencia de
comunicación. Una bitácora que sin duda repite texto en muchas personas
y familias del mundo. Allí donde se cansó el amor, donde sucumbió la
ilusión, donde murieron los sueños y agoniza la pasión. "Alarma.
En medio de la noche azul, veo un e.mail clavado en mi pantalla. El
mensaje no tiene título. El remitente dice: El Diablo.Quizá deba correr
el riesgo. No sé si se trata de algún virus electrónico o -al fin- de
una señal. Dicen que en la red todo es posible. Si lo abro, ¿arderá en
llamas mi ordenador? Soy un curioso y un cobarde. Mi destino es trágico".
Pág. 43.
No revise, ni envíe correo ahora. Lea antes como se ve: 'LA VIDA EN LAS VENTANAS'. |
Dr.
Oswaldo Paz y Miño
Texto publicado en Diario La Hora
Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002
Autorizado
por el autor
La Hora
Gentileza
de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/
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