CUANDO
EL CAMPEONATO NACIONAL entra en la zona de candela, en el área de
definiciones, es cuando más pesan, las decisiones buenas o malas de los
dirigentes, de los clubes, ya que sin duda estas influirán en el desempeño
de los trabajadores y protagonistas del espectáculo: Los profesionales
Jugadores de Fútbol.
Estamos justo en el ecuador de la segunda etapa. Cuatro equipos
denodadamente luchan por las tres plazas vacantes, de las seis, que el
Reglamento tiene reservadas para que los mejores se disputen en una
liguilla la posibilidad de lograr el honroso título de Campeón del Fútbol
Ecuatoriano.
No por casualidad, sino por causalidad se llega a la cima y será campeón
aquel que no solo en la cancha haya hecho mejor y bien las cosas, sino el
que haya cumplido coordinadamente en todos los terrenos: en el técnico,
el físico, el económico, el disciplinario, el estadístico, el
reglamentario, el logístico y en el humano, por sobre todo. Campos en los
que debe estar pendiente siempre el dirigente. Las sanciones.
A estas alturas de la competencia los resultados o las presentaciones de
los equipos inquietan a la dirigencia, la vuelve más sensible y es lógico;
pero se requiere de madurez y tino para llegar con éxito al final. Hay
ocasiones en que los jugadores no mantienen una regularidad individual y
colectiva que apunte a la obtención de los objetivos trazados,- ha
sucedido en ocasiones anteriores- y se los conmina a mejor cumplimiento o
caso contrario, se cierne sobre ellos la amenaza de una sanción económica,
que al parecer sería "donde más duele.
Creemos que esta practica, ya resulta antigua, sobrepasada y es más bien
equivocada y linda muy de cerca con la ilegalidad y hasta con la
arbitrariedad en algunos casos. Lejos de lograr el efecto reparador, la
baja de remuneraciones, o no pago de premios previamente pactados, crea
resistencias en el colectivo del equipo y el remedio, puede ser peor que
la enfermedad. Estas medidas pueden traer como consecuencia fracasos
estrepitosos, como los descensos o la no clasificación.
Los jugadores de fútbol, como todos los trabajadores, requieren de
ingresos para la manutención familiar y la merma de ellos, por multas
imprevistas, que pueden tener origen en la sobredimensión que se haya
hecho el directivo de su equipo de fútbol, traerá casi de seguro la baja
del rendimiento y la concentración del futbolista.
Deben los jugadores rendir al máximo de sus posibilidades físico técnicas
en beneficio de la entidad para la que trabajan y si no cumplen sujetos
estarán a las sanciones previstas en la Ley y los reglamentos
correspondientes, que no dejan el hecho a la voluntad de la autoridad del
club. Obligaciones: Corresponde al Club cumplir con las obligaciones
adquiridas con cada trabajador. Aquel que más equilibrada mantenga esta
relación logrará el título de campeón, ya que la causalidad, norma
universal se estará cumpliendo. Como es arriba es abajo.
Las sanciones a los jugadores de fútbol como a cualquier otro trabajador
deben tener fundamento legal y reglamentario, no puede suspender el
empleador el pago de las obligaciones adquiridas y pactadas y menos
disponer el paro en la practica profesional de un jugador sin haberse dado
las causales previstas previamente para esos graves efectos. En todo caso
cabrá el legítimo derecho a la defensa del jugador o la de sus
representantes legales, si es menor de edad. Actualmente la FIFA, ha
dispuesto importantes y severas normas para proteger los intereses y
manejo de este tipo de trabajadores especiales que son los menores.
La ruptura unilateral de los términos contractuales siempre será
peligrosa en lo estrictamente laboral y en lo futbolístico. No caben los
abusos y la negligencia por parte de los trabajadores, ni la prepotencia
de parte de los empleadores, ese proceder, tarde o temprano, los
enfrentara en los organismos deportivos o ante la justicia laboral.
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