“Al mal tiempo buena cara”. Cuando “el poder convierte en basura todo lo que toca”, un tomo “escrito en el aire”, con tiento, talante y talento, surge para amainarnos el alma, para producir en nosotros las alquimias que sólo provocan las buenas lecturas. Escrito en el aire, la bitácora de un idealista. La historia llena de voces, en blanco y negro, de un periodista sin par que ha resuelto imprimir lo mejor, lo más exquisito de su arte: entrevistar. Ha logrado el total “Encuentro”, el abrazo eterno entre la palabra en voz y la palabra en libro. Los personajes que hacen el corpus del manuscrito coral Escrito en el aire son todos de excepción: Alfredo Bryce Echenique, Imanol Arias, Juan Villoro, Fernando Savater, Luis Fernando Aute, Joaquín Cortés, Carlos Santana, Fernando Vallejo, Oswaldo Viteri, Ana Moura, Juan José Millas, Jorgenrique Adoum, extravagarios como diría Neruda. Y raros muchos. De lejana dimensión para los de llanura como nosotros, pero humanos, para la mayoría de los leyentes y de los escuchantes de Diego Oquendo Sánchez. La huella del entrevistador en cada pregunta. La obra vital de un explorador de almas, comprimida. De seis mil citas mente a mente al ‘Escrito en el aire’ llegaron 74. El sello Aguilar, de Santillana Editores, pone la guinda en un volumen en el que el pensamiento se desborda para placer de los lectores por todas las 400 y tantas, que resultan pocas, páginas libres de pacatas censuras. Para muestra una sentencia de Fernando Vallejo:
