“Un escritor de culto es un escritor con
una voz propia, que sorprende, exige y excita al lector -dice Jorge
Herralde, editor de Anagrama-.”en una publicación del Diario el País de
sábado, 14 de enero de 2012. Y eso sin duda es Mario Bellatin, un
autor, que a partir de su propuesta vivencial de la “escritura sin la
escritura” instala a su seguidores, en escenarios en los que
“transcurren en otra realidad”, en esta ocasión, en “Disecado”, a partir
de la siguiente pregunta que es la incógnita vital que marca el paso en
una obra de dos cuerpos, de dos mundos, de dos realidades que confirman
que “como es arriba es abajo”,… ¿ “Quien puede afirmar con honestidad
que jamás se ha postrado frente a un espejo y sentido que la imagen que
esté de devuelve es la de un extraño.?
No se podría escribir este ensayo sobre el libro que hoy documentamos,
afirmando que es una autobiografía del palabrista mexicano, no al menos
desde la ortodoxia. A no dudarlo la ficción planteada desde el ejercicio
del conócete a ti mismo, esta impregnada de datos esenciales del hombre
que quiere hacer exposiciones, sin exponerse. Es Bellatin en el pequeño
gran tomo que ha impreso la estupenda casa editorial sexto piso, un
voyeur de si mismo, uno que se mira oculto desde el espejo, que se
reconoce, en la carne, en el alma, en los deseos, en las miserias, en
las virtudes, en los vicios, en las soledades, en las malas compañías,
en los vericuetos de la pluma, en los precipicios de la palabra, en la
tortura de la enfermedad que no proclama, que advierte tener y en la
religión que domina, que le reconoce o que el mismo reconoce, que le
oculta, que le permite las pausas, que le contiene los instintos, que le
adorna el alma.
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