“Alpiste para la memoria” 
de Francisco Febres Cordero
por: Dr. Oswaldo Paz y Miño J 
Vicepresidente Academia Olímpica del Ecuador

Somos cercanos. Al final ya, más de tres años llevamos juntos. Ustedes que me leen, y yo, que intento contaminaros de lecturas. Os cuento, que, transitaba, por las páginas de otro libro, cuando, “Alpiste para el recuerdo” de Francisco Febres Cordero, todavía, con el calor del horno impregnado, se posó en mis manos. Esta vez, no fuisteis vosotros, en quienes primero pensé, para compartir, esta fresca edición, que sin reparo os recomiendo, en uso de la confianza, que me dispensáis. Cavilé en mi padre, y en el “pájaro”, que ha sido su gran compañero, a través de los libros, en las jornadas de forzosa soledad, y claustro, que de cuando en cuando, lo estancian, en una casa de salud, para combatir, con temple y dignidad total, a una enemiga, que ha pretendido instalarse en su ser. Las letras de Francisco Febres Cordero son parte de una alquimia y de tantas razones por las que vivir.

Francisco Febres Cordero, escritor, periodista

“Alpiste” para el alma. Allí he sentido yo las claves. Transparencias del escritor. Una especie de identikit. El “pájaro”, dicho, por el “pájaro”, a los cuatro vientos. Jirones de pretérito para aquellos, que bordeando sus años, los de Francisco, para arriba, o para abajo, encontramos desde el libro: fogonazos, heridas, sentimientos, ídolos, juegos, complejos, risas, y lágrimas comunes. Aunque, los barrios, las rutas, las pautas, nos hayan sido diversas, las memorias del “pájaro”, vuelan por cielos, tiempos, estrellas y estadios afines: están allí: los toros, las revistas “El Ruedo”, las bicis, los sueños, las pelotas de viento. La torera. 191 páginas de amalgamada ternura, publicadas por Alfaguara. Hojas de transparente amor. Un deleite de libro. Un paréntesis necesario. Una boya, cuando estamos a punto del ahogo. Cuando la mierda por todo lado aparece incontenible, nos agobia. Una prueba de que no todo es oscuro. De que podemos leer cosas gratas. De que hasta el dolor es superable, cuando viene, sin maldad. 

Sin la perversidad que se advierte en el aire y que se toma todos los ambientes. “Alpiste para el recuerdo”, es un libro al que le encuentro un defecto: tiene fin. Se acaba. Cuando uno ha empezado ha creer que el mundo estaba suspendido en el amor al prójimo. En la buena fe. 

“Un cura nos pescó un día ojeando Playboy durante el recreo. Nos la quitó. Tres meses después nos la devolvió y nos dijo que qué creíamos, ¿que a los curas no les gustaba el sexo? A él, por lo menos le encantaba: ya va por su cuarto matrimonio.” Pág. 97.

Castellano del bueno. Letras sin recovecos. Palabras bellas, actuales, las justas para repasar la vida, sin pacateria. Añejos saberes, de esos que no solo están en los genes, sino en las ideas. Recuentos conmovedores. No se podrán eludir paradas por brillos acuosos tras los lentes, la primera que saco mis manos del libro se dio en el capitulo XXI. Entrañable. Como todo lo que ha escrito y escribe Francisco. Por ello, cuando mi padre, me pidió libros, para llenar sus espacios, y sus sólidas razones de vida, y lecturas, apunte al “pájaro” Febres Cordero. “Alpiste para el recuerdo”, y el “pájaro”, son claro que sí, buen humor y finura. También rotundidad Montalvina. Pluma en ristre. Cuando el libro, la rosa y San Jordi han celebrado su día y la UNESCO pretende que las lecturas nos den paz y hagan al mundo más solidario, hemos consumido: “Alpiste para la memoria”, vosotros, haced lo propio. Desde aquí, hemos intentado abriros el apetito. Buen provecho.

Dr. Oswaldo Paz y Miño
Autorizado por el autor 

30 de Abril de 2006
Gentileza de "Desde la Acacia: la vitrina de los libros y autores"
http://lavitrinadeloslibrosyautores.blogspot.com/

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