Relación entre “Espergesia” (César Vallejo), “Estanco” (Fernando Pessoa) y “Borges y Yo” (Jorge Luis Borges)
en cuanto la dualidad entre hombre y poeta. |
Quizás
sea un poco ardua la elaboración de este proyecto, sin embargo mi carácter
ambicioso no me deja renunciar ante la posibilidad de encontrar una serie
de similitudes contundentes que sustenten la posibilidad de que estos tres
poetas, por mas de que sus obras son diametralmente distintas, se
identificaban con una preocupación que los llevo a cada uno a escribir
unos versos con la finalidad de comprender sin distorsión alguna la
dualidad entre hombre y poeta. Tal
vez este tema ha sido frecuentado por numerosos poetas que veo innecesario
nombrar, pues prefiero detenerme en estos tres autores y especialmente en
esos poemas que abarcan en gran parte la cuestión que nos incumbe. Para
comenzar a establecer la relación entre hombre y poeta veo pertinente
examinar, minuciosamente los dos términos, pues esta comprensión será
una herramienta fundamental para el análisis que haremos a continuación.
Pues
bien, primero que nada quiero iniciar esta búsqueda con una afirmación
de gran utilidad, ésta consiste en que todos los hombres tenemos el
instinto innato de poetas[1],
sin embargo muchos nos conformamos en caminar por la vida sin el más mínimo
interés de transformarla[2],
de justificarla o de explicarla, simplemente nos dejamos llevar de un lado
para otro como un rebaño[3] que no tiene la mas mínima
determinación de si mismo. Menos
mal hay artistas, específicamente poetas que no se conforman en pasar su
existencia en una corriente, sino todo lo contrario estos poetas son los
encargados de justificar ese mundo que los rodea y del que hacen parte. No
obstante por más superiores que sean estos seres no dejan de ser hombres,
y su condición humana les impone límites que los encasilla a la hora de
definir a partir de lo particular temas esenciales. Sin embargo, su
cualidad de poetas los impulsa a que estos límites sean traspasables en
lo posible. El
lenguaje que utilizan no es el mecanizado, lleno de formalismos y
redundancias, sino un lenguaje que a partir de lo particular, generaliza
lo que transmite, pues el poeta tiene la capacidad de sentir
universalmente. El hombre común particulariza todo: sentimientos,
sensaciones, mundo, pensamientos, etc. En cambio el poeta representa lo
humano en su totalidad, y se aparta por completo de las concepciones
triviales del rebaño, como por ejemplo mantener ficciones, cuya única
función es negar la realidad y opacar la existencia humana. Pero,
¿por qué sostienen esto? Esta interrogante ha sido a lo largo de la
historia una discusión complicada, sin embargo hay quienes argumentan que
el principal motivo, es porque el hombre desconoce su naturaleza, es decir
abandona su talante creador para sumergirse en un mundo ficticio. Ahora
detengámonos en los tres poemas que citamos y analicémoslos
separadamente, pues lo considero pertinente para comprender las visiones
de los autores frente a esta dualidad, que al parecer ellos padecen. En
“Borges y Yo” se ve desde el titulo una diferencia, un
distanciamiento, entre el hombre subjetivo (el hombre común) y Borges
como personaje público, símbolo de la literatura universal y sobre todo:
poeta. Sin embargo, al leer todo el texto se podrá afirmar que apenas se
termina la labor del individuo cotidiano, empieza el comprometedor trabajo
del poeta. Aunque
veo pertinente mirar a fondo este tema, para así validar o no, esta
aserción. Como primera medida Borges muestra al hombre como un individuo
común y corriente “…Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya
mecánicamente…”[4],
con gustos y pasiones que no explota ni explora, simplemente hacen parte
de su vida y ya. Este hombre dice: “…yo vivo, yo me dejo vivir, para
que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica…”[5].
Es
esencial que exista el subjetivismo, el hombre común, pues ese es un
elemento vital para la creación del poeta, quizás porque es un
intermediario entre el poeta y el mundo. Además el poeta y su obra
justifican al individuo cotidiano, no obstante argumenta Borges con la
siguiente frase, que lo rescatable que ha escrito el otro, no le pertenece
a ninguno, sino a la humanidad. “…ha logrado ciertas paginas validas,
pero esas paginas no me pueden salvar, quizás porque lo bueno ya no es de
nadie, ni siquiera del otro…”[6]. ¿Le corresponde a la humanidad? ¿Qué implica esto? El poeta
logra desprenderse del subjetivismo por más de que sus obras nazcan a
partir de este, por lo que deduciremos que tiene la capacidad de
expresarse en términos universales, convirtiendo así las preocupaciones
borgianas en desasosiegos de la humanidad. “…Hace
años yo traté de liberarme de él y pasé de las mitologías del arrabal
a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de
Borges ahora y tendré que idear otras cosas…”[7].
Acá el hombre es el que idea las cosas, es decir gracias a su percepción
constante de la realidad es capaz de inventar, sin embargo es el poeta el
que materializa estas ideas, es el poeta el que con sus versos une esas
dos esferas (sujeto-objeto) y le da valor a la existencia. Al
concluir el texto con la frase: “…No sé cuál de los dos escribe esta
página…”, deja más que claro la imposibilidad de distinguir cuándo
terminan los límites del hombre y cuando inician los del poeta, en otras
palabras sería, cuál es la línea donde se cruza el mundo objetivo y el
mundo subjetivo. Esta línea la describe Pessoa en su poema de
“Estanco” como la calle que divide su ventana con la tabaquería,
luego examinaremos esto detalladamente. Volviendo
a Borges, encontré una entrevista[8]
en la que le preguntaron lo siguiente: usted dice que al otro es a
quién le suceden las cosas, con cuál Borges converso ahora? Borges
contesto serenamente: “Esa es una pregunta de tipo metafísico… yo diría
que soy continuamente cada uno de ellos, yo
soy los dos, el uno necesita del otro, pero yo pensaba sobre todo en
la diferencia entre el hombre íntimo y el poeta que siempre y de algún
modo es un hombre público, no, yo no sé si yo me parezco a esa imagen pública,
a la imagen que yo doy de mis libros, posiblemente yo sea bastante
distinto, posiblemente mi retórica me traicione…”. Continuemos
ahora con “Espergesia” con el que deja claro Vallejo su condición de
poeta y hombre simultáneamente. Desde el titulo se puede suponer que es
una búsqueda del origen tanto del hombre como del poeta, pues
“Espergesia” es la unión de dos palabras: esperma y génesis. “Yo
nací un día que Dios estuvo enfermo…”[9] esta frase simplemente lo
deja a uno atónito, perplejo y sin embargo lo invita a reflexionar sobre
el nacimiento. Pero
¿A qué tipo de nacimiento se refiere Vallejo? ¿Qué simboliza la figura
de Dios en este poema? Este Dios es Vallejo, pero también es el Dios que
creó a Vallejo, por lo tanto se puede interpretar de dos maneras
distintas, es decir Vallejo como Dios creador de su obra y el Dios en si
como inventor de Vallejo. Por eso al estar enfermo este Ser se humaniza y
queda en el mismo plano del hombre. Hay
un texto de Borges que veo imprescindible citar, ya que abarca este tema
con gran elocuencia. “Everything and Nothing” [10] cuyo tema principal también
es la dualidad entre hombre y poeta: “…La historia agrega que, antes o
después de morir, se supo frente a Dios y le dijo: “Yo, que tantos
hombres he sido en vano, quiero ser uno y yo”. La
voz de Dios le contestó desde un torbellino: “Yo tampoco soy; yo soñé
el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de
mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos y nadie…”. Es
preciso decir que Shakespeare y Dios tienen una similitud trascendental,
pues los dos se justifican por lo que crean y no por lo que son. De ahí
que el poeta existe si su obra perdura, de lo contrario será una ceniza más
en el polvo. Otro
aspecto que me gustaría analizar es el adjetivo “enfermo” que le
atribuye al Dios, ¿Por qué enfermo? ¿Qué relación tiene esto con
nuestras distintas interpretaciones? La enfermedad es una causa del
sufrimiento, por lo tanto podemos afirmar que la obra vallejiana se
construye a partir del dolor que padecía su creador, de igual manera
podemos insinuar que al estar Dios enfermo sus creaciones (el mundo y los
hombres) son productos del sufrimiento, por consiguiente estarán
fuertemente ligados a esta sensación. En
sus versos Vallejo dice que de él saben poco, mejor dicho saben lo banal,
lo cotidiano: “…Todos saben que vivo, que mastico…”[11], pero lo que no saben es
que “…Hay un vació en mi aire metafísico que nadie ha de
palpar…”[12] Este
vació del que Vallejo habla solo podrá llenarlo su obra, y deja claro
que entre el mundo metafísico y la realidad hay un gran abismo. Tal vez
la única forma de juntar esos dos mundos es materializando la metafísica,
de igual manera debería ocurrir con la obra, pues ésta es la que
justifica no solo al poeta sino al hombre y los vuelven a los dos uno. Sin
embargo esta obra necesita de un lector para subsistir, para que tenga
validez, por eso las ansias de Vallejo para que lo oigan “…Hermano,
escucha, escucha…Bueno. Y que no me vaya sin llevar diciembres, sin
dejar eneros.”[13]
¿Llevar diciembres, dejar eneros? Es
evidente que los eneros representan las cosas incidas o las ideas no
concretadas, en cambio los diciembres son los finales o las obras
terminadas. Si suponemos que los eneros le pertenecen a Vallejo como
hombre que percibe, que idea, pero que no concreta estas ideas, por lo
tanto él tendrá que llevárselos a la muerte, pero lo que logró
materializar en condición de poeta lo dejara en la tierra con el anhelo
de alcanzar la inmortalidad. Vallejo
concluye el poema con estos versos: “…Y no saben que el Misterio
sintetiza…que él es la joroba musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes…”[14]
El misterio del que habla Vallejo es la poesía que une la realidad, para
así darle sentido a la vida. Es esta disciplina la que pronostica el
portal de los límites particulares hasta los universales. En
conclusión tanto Vallejo como su obra son dos productos que terminan
siendo inherentes y cómplices mutuos. También deja clara su visión
frente a la dualidad de poeta y hombre. Quise
terminar con Pessoa no solo por preferencias personales, sino porque
considero que es el autor que deja más clara la diferencia entre hombre y
poeta. Además
nos contextualiza en un cuadro que representa en su totalidad el mundo
metafísico, el real y el abismo que los separa. En
las dos primeras estrofas Pessoa habla como el hombre común, el que tiene
todos los sueños del mundo, el que es como uno más del montón:
“…Ventanas de mi cuarto, del cuarto de uno de los millones del mundo
que nadie sabe quien es (y si supiesen quien es, ¿qué sabrían?...”[15]
Al
igual que Vallejo, Pessoa sabe que la gente que no lo conoce solo sabrían
lo trivial de él. Este hombre del que habla Pessoa, se esconde en su
mundo, en su subjetividad y gracias a la ventana de su “cuarto” tiene
la posibilidad de contemplar la realidad. Sin
embargo en la tercera estrofa nos comienza a hablar como poeta, pues es ahí
donde se despoja de toda la realidad “…Hoy estoy lúcido, como si
estuviese a punto de morir, y no tuviese más hermandad con las cosas que
una despedida…”[16],
pero poco a poco se va dando cuenta que él es un hombre dividido, es un
poeta y un hombre al mismo tiempo, tiene en sí la realidad subjetiva
(hombre) y la realidad objetiva (poeta): “…Hoy estoy dividido entre la
lealtad que debo al Estanco (…) como cosa real por fuera, y a la sensación
(…) como cosa real por dentro…”[17] Para Pessoa esas dos realidades se complementan, pues es a
partir de su condición de hombre es que tiene contacto con la realidad,
pero es el poeta el objetiva esas ideas, esas percepciones y las
generaliza. Por eso dice, que el hombre sueña conquistar el mundo, no
obstante es el poeta el que lo conquista, pues es éste el que
materializa, el que vuelve tangible la realidad, uniendo así las dos
esferas: su cuarto y el estanco. Pessoa
se siente como “…Mi corazón es un cubo vació…”[18],
Vallejo también tiene un sentimiento similar: “…el claustro de un
silencio…”[19].
Esta relación es interesante, pues acá los dos hablan sobre la condición
del poeta antes de escribir, y sustentan que después ese vació y ese
silencio, hablará con pasión desmesurada. En
la siguiente frase Pessoa expone que una de las más grandes diferencias
entre poeta y hombre, es que el hombre es el que siente, el que ama, el
que sufre, pero el poeta por más de que no vive eso logra crear la
realidad de todas esas sensación: “…puede que nunca hayas vivido ni
estudiado ni amado ni creído (porque es posible crear la realidad de todo
eso sin hacer nada de eso)…”[20]
Es
ahí donde comprendemos que el poeta es un Ser alejado de la realidad,
pero gracias a ser hombre antes que poeta logra conectarse con el mundo
que lo rodea y ahí radica la magia de la poesía. Quizás
le sucedió lo mismo que a Borges, es decir no sabe cual es el
Pessoa-poeta y cual el Pessoa-hombre, ya que: “…Estaba borracho, no
sabía ya vestir el disfraz que no me había quitado…”[21].
Pero,
es gracias a la escritura, en particular a la poesía que el autor se sale
del “rebaño” y logra, o por lo menos trata de sublimarse: “…y voy
a escribir esta historia para probar que soy sublime…”[22]
Por
ultimo quiero resaltar que el poeta como bien lo dijimos con Vallejo,
busca un lector, pues de lo contrario su obra no tendría sentido y no
perduraría. Es
el lector el que aterriza la obra del poeta, y la siente como si fuera
suya. A partir de ahí se reconstruye el universo, es decir se justifica
entre la relación de lo objetivo con lo subjetivo. “…Como por
instinto divino Esteves se ha vuelto y me ha visto. Gesticula un saludo,
le grito ¡Adiós, Esteves!, y
el universo se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza…”[23] Se
podría decir que en efecto existe una relación entre estos tres poemas,
pues los tres autores buscan la naturaleza del poeta y la del hombre. Además
concuerdan que la naturaleza del hombre es percibir, idear, estar en
constante contacto con la realidad y el poeta despojado de la realidad la
logra crear, justificar, reconstruir a partir de su condición de hombre.
Como lo mencionamos al principio, Pessoa, Vallejo y Borges antes de ser
poetas son hombres, y su naturaleza de hombres los encasilla en cuadro,
que la única manera de salir de él, es apartándose de la realidad
subjetiva y centrarse en la objetiva. El
poeta es una especie de Dios como vimos en Vallejo, pues no solo es el
creador de una obra, sino que esa obra es la que justifica y plasma la
humanidad como tal. Sin
embargo para que su creación tenga validez y perdure requiere de un
individuo, de un lector que tenga contacto con ella y se la apropie como
suya. Es
ahí (en ese contacto de sujeto-objeto) donde el abismo que separa al
hombre del poeta, a la realidad objetiva de la subjetiva, a Borges del
“Yo”, a la esperma de la génesis vallejiana, a los diciembres de los
eneros, al cuarto pessoaiano del “Estanco”, en conclusión a las
lindes de las Lindes; se elimina creando una complicidad mutua y
reconstruyendo como dijo Pessoa el universo sin ideal ni esperanza.
Bibliografía Antología
Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página
96-103. Antología
Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página
96-103. Antología
Poética, Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página
96-103. El
Hacedor, Jorge Luis Borges, (Everything and Nothing) Alianza, Madrid,
1999. Página 52-55. Los
Heraldos Negros, César Vallejo, (Espergesia). El
Hacedor, Jorge Luis Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página
61. Harold Alvarado Tenorio/Lecturas Dominicales El Tiempo, 18 de Octubre de 1981. Referencias: [1]
Etimológicamente viene del
término griego. poēsis que
significaba creación. [2]
Transformación es una
cualidad del poeta [3]
Nietzsche invento este término
para describir como lo hombres fueron engañados ante la idea de la
igualdad, sacrificando de paso la individualidad y justificando la
mediocridad mas grande de los hombres. [4]
El Hacedor, Jorge Luis
Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61. [5]
El Hacedor, Jorge Luis
Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61. [6]
El Hacedor, Jorge Luis
Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61. [7]
El Hacedor, Jorge Luis
Borges, (Borges y Yo) Alianza, Madrid, 1999. Página 61. [8]
Harold Alvarado Tenorio/Lecturas
Dominicales El Tiempo, 18 de Octubre de 1981. [9]
Los Heraldos Negros, César
Vallejo, (Espergesia) [10]
El Hacedor, Jorge Luis
Borges, (Everything and Nothing) Alianza, Madrid, 1999. Página 52-55.
Este texto expone la situación de Shakespeare como hombre desconocido
y poeta renombrado. [15]
[16]
[17]
Antología Poética,
Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página
96-103. [18]
Antología Poética,
Fernando Pessoa, Argonauta, Buenos Aires, 2005, (Tabaquería) Página
96-103. [19]
Los Heraldos Negros, César
Vallejo, (Espergesia). |
Nicolás Parra - Marzo del 2006
Publicación autorizada, para Letras-Uruguay, por parte del autor, el día 4 de febrero 2008
Ir a índice de América |
Ir a índice de Parra, Nicolás |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |