Desde el pudor de la tierra |
Acampanados vientos dispersan polvaredas
ingrávidas. Ondulan
hierbas precoces condenadas
a morir. El
canto reseco huye de pájaros enjutos de
picos sin aliento... Herida
abierta es el sol sobre el mapa de
costroso suelo. Rebotan
sones en el horizonte abovedado, reńido
de fatiga austera. Un
espinillo agita su esqueleto y
el olor a tierra, entrecruza
el espacio y se hace barro en
narices de liebres huyentes. Las
plantas sobreviven en semillas, que
esgrimen penachos, trepidan
fuelles, salvan lagunas. Y
un sabor de siglos retoza
los tiempos sobre
esa tierra sedienta, que
el hombre inauguró fatídico, en todos los confines. |
Edda Ottonieri de Maggi
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