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Encuentro Internacional sobre Santa Marta Villajoyosa (España), 8 al 10 de mayo de 2003

Ponencia presentada por la ciudad de Santa Marta (Colombia)

Santa Marta: Ciudad dos veces santa
Álvaro Ospino Valiente
alospino@yahoo.com
 

    Presentación
1. Contextualizacion histórico-geográfica de la ciudad de Santa Marta, (Colombia)
2. Origen de su nombre y fundación
3. Convergencias entorno a la santa patrona y la ciudad de Santa Marta
4. La catedral de la ciudad de Santa Marta: dedicada a su santa patrona
5. Las veneradas imágenes de la patrona: su análisis iconográfico
6. Tradiciones y festividades en honor de la santa patrona
7. La congregación de Santa Marta
8. Apropiación de la patrona en el colectivo ciudadano: las mandas o promesas por un milagro
9. Hechos milagrosos: guardados en el colectivo ciudadano
10. Reflexión 



Presentación

Dios te salve, ciudad dos veces santa
por la gracia del nombre
y la divina unción casi materna
conque un día amparaste la trágica agonía 
que en tu regazo soportar al hombre 
más grande de la América Latina 

Así reza la primera estrofa del himno de la ciudad de Santa Marta que desde su nombre hasta su tradición ha conservado el sentido de la religiosidad heredado de su nacimiento hispano y llevó el estandarte de la difusión del evangelio en la Castilla de Oro o de la Nueva Granada como posteriormente se conoció a este territorio. Fue habitual en todas las incursiones de los peninsulares en el Nuevo Mundo, todo conquistador viniera acompañado por un cura doctrinero o misionero para la conquista de tierra firme y la evangelización de los naturales. 

Aquí tuvo España y la iglesia católica la realización de la primera misa a cargo del sacerdote Juan Rodríguez de la Orden de la Merced, acompañante del fundador de nuestra ciudad D. Rodrigo de Bastidas, que como su santa patrona en la ciudad de Marsella vino a desembarcar en una hermosa bahía. Además el primer obispo consagrado en estos territorios, Juan Fernández de Angulo y la primera iglesia. Prueba de su vocación religiosa en ciudad a lo largo de su historia española, sus hijos han fundado numerosas cofradías dedicadas a Nuestra Señora del Rosario, Animas Benditas, Nuestra Señora de la Concepción y al Santísimo Sacramento. De la misma manera se han bautizado calles, plazas y fortificaciones, conservando múltiples nombres del santoral católico y manteniendo de este modo el cordón umbilical con sus raíces peninsulares.

Hay una realidad propia de la esencia de la ciudad referente al cultivo de sus valores, creemos que las mismas dificultades afrontadas en su devenir histórico, fueron determinantes en la construcción de su memoria histórica, por ello no es extraño ni tampoco sorprendente, que los símbolos que le representan identidad sean subvalorados y subdimensionados a lo que su sombra pueda proyectar y trasmitir como lenguaje. Allí radica la importancia de este trabajo, que busca abrir a la reflexión, contribuir a la motivación de alimentar y sostener un proceso necesariamente colectivo para el conocimiento y construcción de nuestras realidades culturales.

El esquema de exposición de este trabajo aborda tres perspectivas. En primer lugar, contextualizarlos histórica y geográficamente sobre la ciudad de Santa Marta (Colombia); en segundo lugar, todo lo referente al tema religioso y cultural entorno a la figura de la Santa Patrona y por último, como punto final una reflexión sobre el tema en mención.

1. Contextualización histórico-geográfica de la ciudad de Santa Marta, (Colombia)

1.1 Ubicación geográfica

La ciudad de Santa Marta está localizada al norte de la República de Colombia, a 1280 kilómetros de distancia de Bogotá en una de las bahías más hermosas del mar Caribe. Al pie de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña litoral más alta del mundo con 5.800 metros sobre el nivel del mar y próxima a la Ciénaga Grande de Santa Marta, el complejo lagunar más grande de Sur América, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO. 

Es una ciudad-puerto enclavada sobre una explanada a 4 metros sobre el nivel del mar, protegida por un hemiciclo pétreo formado por las últimas estribaciones del sistema independiente de la Sierra Nevada de Santa Marta, que se hunden en el mar Caribe. Esta proximidad le permite la totalidad de pisos térmicos, llegándose desde el candente trópico hasta las nieves perpetuas. Su clima cálido con un promedio de 30°C, la hacen el lugar de descanso preferido por los colombianos que viven en las ciudades andinas, tiene poco régimen de precipitación pluvial y se caracteriza por la brisa que sopla en todas las direcciones de diciembre a marzo.

1.2 Descripción de la ciudad y población

Santa Marta es una de las ciudades suramericanas más antigua fundada por los españoles en Tierra Firme. Es la capital del Departamento del Magdalena y fue declarada por el Congreso de la República como Distrito Turístico, Cultural e Histórico, lo cual no la sujeta al régimen municipal ordinario. Tiene una población cercana a los 400.000 habitantes en su gran mayoría de tradición católica.

La ciudad vieja presenta un perfil urbano con edificaciones bajas, sólo su arquitectura bancaria se destaca por sobrepasar los cuatro pisos. Conserva su trazado regular en damero, codificado por la Leyes de Indias de Felipe II, y su arquitectura la constituye un sinnúmero de lenguajes que expresan el aporte de diferentes épocas, como la hispánica, republicana y moderna. La expansión urbana se ha hecho evidente en los últimos 40 años con la creación de nuevos barrios en la medida que su sistema vial lo ha permitido. A 4 kilómetros cuenta con una antigua reserva indígena llamada Taganga, cuyo pintoresco asentamiento se divisa desde la carretera que bordea un cerro, con una preciosa bahía que la convierte en uno de los lugares preferidos por los turistas nacionales y extranjeros.

Desde hace 40 años se ha desarrollado a 5 kilómetros del centro de la ciudad un lugar vacacional con edificios de propiedad horizontal, modernos hoteles, restaurantes, sitios de diversión, almacenes y turismo de sol y playa, llamado el balneario El Rodadero, nombre tomado de una formación natural, por la arena de mar arrastrada por la brisa hacia un cerro frente al mar. Hacia el sur de la ciudad de Santa Marta, se ha prolongado el uso turístico con hoteles como el Santa Mar Hotel, el Hotel Irotama, el Decameron Resort, gracias a la tranquilidad de sus playas y a la cercanía con el aeropuerto Simón Bolívar.

La ciudad de Santa Marta cuenta con buenos centros de enseñanza primaria y secundaria, tiene varios de educación superior entre los principales están la Universidad del Magdalena, la Universidad Cooperativa de Colombia y la Universidad Sergio Arboleda. Como ciudad turística no podría faltar los museos entre los cuales existen: el Museo Arqueológico Tayrona del Banco de la República, el Museo Mundo Marino, el Acuario y Museo del Mar El Rodadero y el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo. Entre los principales monumentos arquitectónicos que por su importancia histórica merecen mencionarse tenemos: la Hacienda de San Pedro Alejandrino –lugar donde murió el Libertador Simón Bolívar-, la Catedral Basílica Menor, el Real Seminario Conciliar, la Casa de la Aduana y el Fuerte de San Fernando.

1.3 Economía

“La Perla de América” como la bautizó el Padre Antonio Julián en el siglo XVIII, tiene sentada su economía en dos renglones: la actividad portuaria y el turismo. Es una de las tres terminales portuarias que tiene la República de Colombia sobre el Océano Atlántico, por su puerto se exportan principalmente el banano, fruta cultivada en la región, el café proveniente del interior del país y el carbón, mineral explotado en las minas de la península de La Guajira; todos estos productos con destino a los mercados de Estados Unidos y Europa. 

El turismo, industria que se desarrolla gracias al invaluable patrimonio natural a través del Parque Nacional Tayrona que tiene hermosas ensenadas ideales para el ecoturismo, como: Bahía Concha, Chengue, Gairaca, Naguanje, Cinto, Guachaquita, Palmarito, Arrecifes y El Cabo, bellezas naturales que son los más relajantes lugares, destino turístico de nuestro país. Y al patrimonio cultural representado en su historia y en la zona arqueológica de Ciudad Perdida, antiguo asentamiento de la familia Tayrona que habitaron en la Sierra Nevada de Santa Marta protagonistas de las más sangrientas batallas durante la época de la conquista española, con su arquitectura lítica y el buen manejo urbanístico adaptado a la topografía.

Por otra parte, la ciudad cuenta con una infraestructura turística traducida en modernos hoteles, restaurantes, centros de convenciones y sitios de diversión nocturna que seducen a propios y extraños.

1.4 Contexto histórico

La ciudad de Santa Marta debe su existencia al calado natural de su puerto apto para grandes embarcaciones. La bahía que sirve de antesala, fue el lugar escogido por los primeros navegantes españoles a cuyo remanso acudían las sedientas tripulaciones para refrescarse con las cristalinas aguas del río Manzanares. Allí hacían sus radas, aparejaban lo indispensable para las largas jornadas de incursión y conquista hacia los territorios internos a través de dos rutas: por el río Magdalena o incursionando los bosques infestados por aguerridos nativos.

La Corona de España tuvo en la ciudad de Santa Marta su primera plaza de armas para la conquista de los territorios recién descubiertos. Durante los primeros años fue cabeza de puente para la dura exploración y difícil apropiación de los territorios internos por parte de las huestes españolas, que alucinadas por la colosal aventura y fantasmal quimera de Eldorado, expusieron hasta lo más preciado: sus vidas.

Esta ciudad tuvo una notoria importancia geopolítica durante sus primeras tres décadas de existencia, pero decayó al escasear el oro y por estar rodeada de las más guerreras familias indígenas que opusieron la más tenaz resistencia a la milicia española. En este contexto geográfico, la proximidad a la ciudad de Cartagena de Indias la perjudicó considerablemente, por su supremacía política y socioeconómica que incidió en su relegación por más de dos siglos en las prioridades de la monarquía española. En ese periodo nunca pudo convertirse en puerto terminal de las flotas de galeones en el andamiaje comercial español del mar Caribe, como tampoco en plaza activa de guerra en el conflicto anglo-hispano que pudiera atraer la mirada de la monarquía para traducirla en inversiones de obras defensivas de gran porte para garantizar su desarrollo económico.

Esta indefensión permitió que la ciudad de Santa Marta fuera atacada por franceses, ingleses, holandeses y portugueses, que no dejaron crecer el vecindario ni mantener una dinámica urbana, que por el contrario fue lenta y problemática, ni consolidar una actividad económica clave para su desarrollo. La historia registra alrededor de medio centenar de cruentos asaltos entre 1543 y 1779, con resultados lamentables para su estabilidad desde saqueos, incendios, extorsiones para no destruirla hasta el comercio forzado. El juego político de España justificó una irónica estrategia de “la defensa por indefensión”, consistente en que entre menos fortificada estuviera, menos codiciable sería para los piratas y corsarios que rondaban sus aguas. 

Finalizando el siglo XVIII, experimentó una corta resurrección urbana gracias a las reformas icas de los monarcas Carlos III y su hijo Carlos IV, interrumpida con los primeros brotes de independencia. Irónicamente a pesar del abandono de la Corona española, Santa Marta se mantuvo fiel a la causa real, fue la penúltima en desprenderse del cordón umbilical de la Madre Patria, por ello D. Víctor de Somodevilla la bautizó como “la muy noble, la muy fiel y la muy leal”. Mientras que Cartagena de Indias a quien la monarquía le dedicó enormes esfuerzos militares y económicos, fue la primera en declarar su rebeldía.

También fue opacada por la vecina ciudad de Barranquilla a finales del siglo XIX, al desviarse el comercio marítimo proveniente de Europa y las Antillas. Hoy Santa Marta está llamada a convertirse en unos de los destinos turísticos del Caribe con los proyectos de desarrollo turístico que se adelantan, entre ellos su vinculación a la ruta de turismo de cruceros internacionales en el área del Caribe. 

2. Origen de su nombre y fundación

Una Cédula Real del 10 de abril de 1495, invitaba a los españoles a viajar al Nuevo Mundo para la búsqueda de riquezas y especies. Por ello, D. Rodrigo de Bastidas, escribano del barrio Triana en Sevilla, se convierte en armador y empresario de negocio de las Indias Occidentales, obteniendo un permiso real el 5 de junio de 1500 para viajar a esas tierras, sin ninguna ayuda económica de la Corona española.

A principios del mes de enero de 1502, partió D. Rodrigo de Bastidas acompañado por D. Juan de la Cosa, recorrieron el actual litoral Caribe colombiano desde el Cabo de la Vela hasta el Golfo Dulce de Urabá. A su paso por cada parte, iba bautizando casi todos los accidentes geográficos. A la mitad de su recorrido, se detuvieron en una hermosa bahía de dilatadas playas y seguro surgidero a la que dio por nombre Santa Marta, denominación que se hizo extensiva a todo el territorio, conocido desde entonces como la Provincia de Santa Marta, cuyos límites llegaban desde el Cabo de Vela hasta el río Grande de la Magdalena.

Años más tarde, por cedula real del 22 de diciembre de 1521, se le otorgó la gobernación de la Provincia de Santa Marta a D. Rodrigo de Bastidas. Reiterada con una nueva capitulación del 6 de noviembre de 1524, firmada en Vallalodid por Su Majestad Carlos I, que lo designa capitán vitalicio y adelantado de la Provincia y Puerto de Santa Marta, autorizándolo para que viniera a “poblar la Provincia y Puerto de Santa Marta”. Atendiendo este permiso, D. Rodrigo de Bastidas funda la ciudad, el 29 de julio del año de 1525 en una ceremonia similar a la realizada por Hernán Cortés durante la fundación de la Villa Rica de la Veracruz en 1519, arruinando un navío “para que la gente perdiese la esperanza de volver”. Despejó el espeso monte e hizo levantar las casas para los integrantes de su empresa colonizadora y una iglesia con la ayuda de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, todo con los materiales que le proporcionaba el medio, como los troncos de los árboles para los muros y la palma amarga para la cubierta.

De esta manera dio principio a la hidalga ciudad de Santa Marta, siendo la ciudad más vieja de la República de Colombia, que el próximo 29 de julio llega a sus 478 años de existencia. Ciudad por donde entró el evangelio, donde existió la primera iglesia y la primera silla episcopal del país.

3. Convergencias entorno a la santa patrona y la ciudad de Santa Marta

3.1 La patrona y la ciudad, activas y hospitalarias. ¿Una simple casualidad?

Decíamos que la ciudad de Santa Marta basa su economía en la actividad turística. En su área territorial existen alrededor de 30 hoteles con categorías de 2 a 5 estrellas con aproximadamente 1.900 habitaciones que arrojan un promedio de 5.800 camas; sin incluir los aojamientos turísticos, ni la hotelería paralela representada en los apartamentos privados de edificios de propiedad horizontal. Esta vocación de ciudad receptiva nace del mismo instante en que la ciudad se convierte en el punto de transición entre el mar Caribe y Tierra Firme en la época de la colonia. Luego, por su posición geográfica en el litoral norte de Sudamérica, cumple un papel de anfitriona para los nuevos mercados en especial el británico, al abrirse las fronteras americanas al mundo europeo en inicio de la época republicana. Hoy la ciudad recibe unos 650.000 visitantes anualmente.

De paso por la ciudad quedaron consignadas en sus diarios de viajes muchas impresiones de viajeros europeos, como los ingleses John Hankshaw y Charles Stuart Cochrane, (1823); John Potter Hamilton, (1824) y los franceses Eliseo Reclus, (1855) y Henri Candelier, (1889), donde destacan la excelente atención de las autoridades samarias.

La ciudad de Santa Marta siempre se ha caracterizado por su hospitalidad, cualquier visitante se siente como en su casa, paradójicamente el destino quiso que ella tuviera el mismo espíritu histórico de su santa patrona. Quien es considerada la patrona de los hoteleros, porque sabía atender bien. Al igual que la gloriosa santa Marta que hospedó muchas veces en su casa de Betania al hijo de Dios, cuando predicando y estableciendo la ley evangélica, discurría personalmente en compañía de sus apóstoles la tierra de Palestina. Semejante fue la provincia y la ciudad de Santa Marta la que hospedó en su domicilio a aquellos veinte evangélicos que acompañados de su vicario, discurrían en el Nuevo Mundo, para establecer con él su predicación y doctrina de la fe católica. Luego fue justo que para tan santo empleo, no se titulase la provincia con otro nombre que con el de aquella piadosa.

Marta como hermana mayor era la responsable de la casa, de los quehaceres y atenciones de visitas, llena de energía, hacendosa y activa. Era la encargada de traer el agua para las abluciones, las toallas y perfumes; guiaría al huésped hasta el recibidor, le ofrecería la silla, encendería el fogón, prepararía los alimentos, traería los higos, arreglaría las alcobas, prepararía la mesa con la vajilla, traería las bandejas y las jarras.

Como su protectora la ciudad es anfitriona de numerosas visitas, ofrece las sillas de sus centros de convenciones para los eventos nacionales, las camas para alojar los turistas y todas las atenciones contempladas en los paquetes turísticos. Como en la casa de Marta, María y Lázaro existe una habitación lista en nuestra ciudad, a cualquier hora, cualquier día, para todo aquel que nos visite. Ella también ha recibido ilustres visitantes en difíciles condiciones, basta a la gloria de la ciudad de Santa Marta, a circundar su simpática aureola, recordar como ella “la tierra hospitalaria”, abrió su regazo amoroso y solícitamente para que en él se reclinara enfermo, pobre y desnudo el Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar y diera en ella su último suspiro el 17 de diciembre de 1830.

3.2 Convergencias entre la ciudad de Villajoyosa (España) y la ciudad de Santa Marta (Colombia)

Villajoyosa y Santa Marta deben ser ciudades hermanas, porque además de tener la misma madre protectora, tienen muchas cosas en común, son ciudades cuyas historias están marcadas por los asedios de piratas, protagonistas de estos hostigamientos fueron sus fortificaciones. Ambas son ciudades costeras y cuentan con un gran valor patrimonial; tienen fiestas de interés cuyo escenario natural es el mar, coincidentes hasta en la fecha de realización en la última semana de julio. Entre sus atractivos están las rutas culturales que tienen como base los monumentos urbanos y arquitectónicos, además de mantener una similitud gastronómica con los platos del mar.

4. La catedral de la ciudad de Santa Marta: dedicada a su santa patrona

La ciudad de Santa Marta construyó su Catedral a finales del siglo XVIII, siendo consagrada a principios del siglo XIX en honor a su patrona santa Marta. Desde el siglo XVII, Santa Marta había contado con su iglesia Mayor construida por el obispo Sebastián de Ocando, la cual fue arruinada por Goodson en 1655 y terminada de destruir por los piratas Coz y Duncan en 1677. El obispo Diego de Baños la reconstruyó en 1678, sucumbiendo a un temblor en 1682 que le averió los arcos, nuevamente deteriorada se realizaron unas obras de mejora en 1711.

A los pocos años el santo recinto era una ruina total, por ello se solicitaron recursos para su reparación y se dispusieron 6.000 pesos, que no fueron utilizados porque un fuerte temblor la dejó destruida en enero de 1752. Inmediatamente el virrey marqués del Villar, comisionó al ingeniero militar Manuel Hernández para que realizara su diagnóstico sobre la situación de la ciudad y su Catedral, opinando como ociosa cualquier intención por repararla, recomendando construir una nueva en un sitio más extenso y cómodo, porque ésta se hallaba situada de espalda a la ciudad y de frente a la marina. 

El ingeniero Hernández en su informe revela su mal estado constructivo:

La Catedral se halla incapaz de remedio, abiertos sus muros, los arcos fuera de aplomo como la Torre, y q.e todo amenaza ruina, por ser la fábrica de barro y ladrillo.[1] 

Decidida la construcción de una nueva Catedral, el virrey Pedro Messía de la Cerda, comisiona al ingeniero militar Antonio de Narváez y La Torre, acompañado del delineador Juan Cayetano Chacón, para que elaboraran los planos y perfiles de la nueva Catedral, con un presupuesto de 54.093 pesos. Por fin, el 8 de diciembre de 1766 paradójicamente el día de la Inmaculada Concepción, se colocó la primera piedra. La construcción de la obra fue lenta por los pocos recursos decretados por el monarca, por muchos años permaneció en cimientos y con riesgo de perder lo invertido. Ya el presupuesto ascendía a 59.000 pesos. 

El Tratado de París de 1763, puso fin al primer capítulo de la Guerra por el III Pacto de Familia (1762-1763), entre España e Inglaterra, el ambiente de paz hace que en el último cuarto del siglo XVIII, haya un inusitado interés por parte de la Corona española en impulsar la construcción de los edificios religiosos, a ello contribuyó la presión ejercida por los obispos; fue así como todo el empeño estuvo centrado en la construcción de la nueva Catedral. Las obras de fortificación dejaron de ser importantes, aún cuando los refuerzos contemplados en el plan de defensa de Agustín Crame de 1778, los realizaría parcialmente el gobernador Narváez, años más tarde. 

El virrey Manuel Guirior opinaba que era más urgente fortificar la plaza, que construir un edificio “demasiado lujoso y magnífico para una población tan pequeña”. Por lo que mandó a suspender los trabajos y propuso suprimir el obispado de Santa Marta, agregándolo a la mitra de Cartagena. A decir verdad, el volumen de la Catedral estaba fuera de contexto, era una obra demasiada imponente para el perfil urbano que presentaba la ciudad para esa época. 

Los trabajos de la Catedral no avanzaban, vinieron a intensificarse entre los años de 1790 y 1794, con el concurso del director de reales obras, el ingeniero militar Antonio Marchante. En septiembre de 1794, Marchante entregó terminada la Catedral en obra blanca, pero faltaba lo necesario para su puesta en servicio como: ornamentos, pilas, silletería, vasos sagrados, libro, órgano, cómodas, etc. Sólo hasta julio de 1796, el gobernador Antonio de Samper, hace entrega formal de la obra para su consagración.

4.1 Erección de la Catedral de Santa Marta en Basílica Menor: un premio para la decana de las diócesis colombianas

Después de los acontecimientos bélicos por las guerras civiles de 1860, la Catedral quedó en un deplorable estado de su interior, las penurias económicas de la ciudad impidieron su recuperación. El obispo Joaquín García Benítez con motivo de IV Centenario de la Fundación de Santa Marta en 1925, pensó en engalanar la ciudad y aprovechó su viaje a Roma para solicitar que la Catedral de Santa Marta fuese erigida en Basílica Menor por la Santa Sede. Esta petición la tramitó por conducto del Emmo. Cardenal Vicco que para la fecha era el Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, pero el prelado comprendió que ella no le sería concedida en aquel momento desistiendo de su propósito, el cual era su mayor anhelo.

Mientras tanto su trabajo se centró en la decoración interior de la Catedral que tanta falta le hacía, nuevos altares, nuevas imágenes, la adquisición de un órgano, dotarla de nuevas campanas y la ejecución de obras de mantenimiento en el ámbito de acabados; todo esto estando la Diócesis exhausta de fondos. Uno de sus colaboradores, el padre Rizo, motivado por la ilusión del señor obispo, aprovechando que éste asistía a una Conferencia Episcopal en la ciudad de Bogotá, por su cuenta y con el mayor sigilo solicita la intervención del señor Nuncio Apostólico en Colombia ante la Curia Romana a fin de obtener para la Catedral el titulo de Basílica Menor, sustentada sobre la base que la Diócesis de Santa Marta es la decana de las diócesis colombianas, por ser la primera en haber sido fundada en el país. Este fue el principal argumento para su solicitud de su erección como Catedral Basílica Menor en 1930, tal petición argumentaba:

Allí acuden los fieles de todos los gremios y categorías, movidos por la devoción y la religión, ya hacia santa Marta Virgen Titular de la Iglesia y de la Diócesis, ya hacia Nuestra Señora Inmaculada, cuya imagen obsequiada por el Rey Carlos V, se guarda devotamente en este mismo templo.[2]

Mediante el oficio No. 5123 de mayo 6 de 1930, la Nunciatura Apostólica le informa al obispo García Benítez que la Catedral de Santa Marta había sido oficialmente erigida en BASÍLICA MENOR.

El texto del Breve Pontificio firmado por el Cardenal Pacelli en Roma bajo el anillo del Pescador, fechado el 26 de marzo de 1932, en su declaratoria dice lo siguiente:

.....Nos es placentero acceder a estas suplicas con ánimo benigno, por lo cual, oídos los Cardenales de la Santa Iglesia Romana que dirigen la Sagrada Congregación de Ritos, y por nuestra autoridad apostólica, al tenor de estas sagradas letras, agregamos al citado templo, construido en honor a la Virgen santa Marta en Colombia, el titulo y la dignidad de BASÍLICA MENOR de manera perpetua y concedemos al mismo todos y cada uno de los privilegios litúrgicos y los otros honores que competen a las basílicas menores, en virtud de las concesiones apostólicas, sin que obste cualquier disposición en contrario.

Al hacer esta concesión decretamos que estas letras siempre permanezcan firmes, valederas y eficaces y que produzcan y obtengan los plenos e íntegros efectos.....


Como complemento de este merecido titulo el obispo redobla esfuerzos y logra reconstruir el Altar Mayor de la Catedral Basílica Menor, su fábrica es en mármol, allí reposa el bulto de Santa Marta manufacturado en Barcelona (España) por la casa Comercial de José Campania, obra que remata en bajorrelieve con la frase en latín: DEO ET SANCTAE MARTHAE (Dios y Santa Marta).

5. Las veneradas imágenes de la patrona: su análisis iconográfico

Uno de los aspectos más interesantes en la investigación sobre santos es su iconografía, el estudio de los símbolos que conforman una imagen o un conjunto de imágenes. Por medio de un estudio iconográfico es posible identificar signos y formas simbólicas, como atributos, vestimenta, postura y contexto, mediante los cuales se revela la identidad, el contexto y la historia de un santo. Los estudios iconográficos pueden establecer conexiones directas entre la manera en que los santos se veneraban y representaban en Europa y la manera en que se hacía en la Nueva Granada donde los motivos iconográficos no eran una mera repetición: la gente procedió a crear sus propias interpretaciones. 

Las biografías realizadas sobre la vida de santa Marta, enfatizan su función apostólica y por otro lado hacen de ella una heroína de una leyenda de dragones de complejos ribetes simbólicos incorporado al arte figurativo del sur de Francia, en el norte de Italia y sur de Alemania, desde el tardío medioevo hasta la época barroca, paralela a la leyenda de san Jorge, vencedor del dragón con una lanza. Según A. Scattigno
[3] , la iconografía más difundida de santa Marta la representan como una sirviente entre los muros domésticos, con el delantal y las llaves en la cintura; cuya revalorización surge a partir del siglo XII por los movimientos religiosos femeninos y por las nuevas órdenes, como los humillados, los franciscanos y los dominicos. A esta revalorización de la figura de santa Marta en el mundo laical y en la vida conventual puede sumarse el Beato Angélico que, en el convento dominicano la representa en la escena de Getsemaní, junto a María en oración con Jesús.

Las imágenes de santa Marta que permanecen en la Catedral de Santa Marta y otras iglesias están elaboradas en tallas de madera policromadas. Otras de menores tamaños que pertenecen a personas particulares están fabricadas en fibrona. Los colores del hábito de santa Marta pueden variar del azul claro, azul-verdoso hasta el ocre oscuro o blanco, la imagen principal conserva un azul-verdoso no obstante los múltiples retoques a lo que ha sido sometida en casi tres siglos de existencia.

5.1 La primera imagen del siglo XVI: triste final, convertida en leña por el pirata inglés William Goodson, 1655

No se ha podido fijar con certeza la procedencia de la primera imagen de la patrona en la ciudad de Santa Marta. Lo que hemos establecido es que la primera que se tiene memoria, estuvo en el altar mayor al lado de la custodia del Señor sacramentado de la iglesia levantada por iniciativa del obispo Sebastián de Ocando en 1617. Esta imagen traída de España probablemente a finales del siglo XVI, estaba tallada en madera policromada, la cual permanecía frecuentemente adornada con flores.

Ese venerable bulto de la santa, tuvo un triste final al ser convertida en leña que alimentaba el fuego del improvisado fogón utilizado por el pirata inglés William Goodson y sus hombres, durante su asalto en 1655 que borró a la ciudad de Santa Marta de la faz de la tierra, época del conflicto anglo-hispano cuando los Habsburgo ocupaban el trono español.

5.2 El retablo del gobernador Royo de Arce: llenemos el vacío

Como era frecuente la ciudad se resarcía de las cenizas, el ataque incendiario de Goodson había dejado a la ciudad sin casas, sin un lugar donde realizar los oficios religiosos, con lo que no pudo acabar fue con la admirable persistencia de supervivencia urbana del puñado de samarios que se resistieron a perder su terruño. En este proceso fue clave el trabajo pastoral del obispo Francisco de la Trinidad y Arrieta de la Orden de los Predicadores, que con paciencia y perseverancia inicia una campaña de reconstrucción de la ciudad con la ayuda de aquellos vecinos que no pudieron emigrar a otros lugares.

Lo mismo hicieron con los edificios religiosos, afortunadamente la arremetida de piratas y corsarios disminuyó en la segunda mitad del siglo XVII, esto permitió consolidar el proceso de reconstrucción urbana de la ciudad de Santa Marta. Hacia 1681, la intervención de la iglesia Mayor estaba casi concluida gracias al tesón del nuevo obispo Diego de Baños, habían reconstruido el crucero, fabricado un nuevo tabernáculo y capilla mayor. Pero faltaba un aspecto importante, hacían falta las imágenes religiosas. Por tal motivo aunque de sentido provisional, el gobernador y capitán general, maestre de campo D. Pedro Jerónimo Royo de Arce, Rojas y Santoyo, ordenó pintar un retablo grande de la titular de la ciudad, cuyas dimensiones eran tres varas de alto por dos de ancho (2.40 metros x 1.60 metros), elaborado al óleo, hermosamente engalanado con un marco estofado de oro, el cual fue colocado en el altar mayor, justo debajo del vistoso frontis del Santísimo Cristo. De la misma manera colocaron la imagen de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, el cuadro al óleo de santa Ana y san Nicolás de Bari.

5.3 Las actuales imágenes de la Basílica Menor: la imagen de Santa Marta de 1718, llamada “la Cachaca”: obra de la escuela quiteña del siglo XVIII

Después de la Guerra de Sucesión Española abriendo el siglo XVIII, los de extirpe francesa suben al trono español, llegan estratégicas políticas de fraternidad con las naciones rivales, esto repercutió en la ciudad de Santa Marta con una relativa tranquilidad que contribuyó a atender otros asuntos como la lucha contra el comercio ilícito y la recuperación urbana. En efecto, la iglesia Mayor fue terminada por el obispo Luis Martínez de Gayoso en 1711, con la erección de una torre donde emplazaron 6 cañones para defenderla de los piratas.

Una vez concluida la fábrica de la iglesia mayor se hizo evidente la colocación de la imagen de la titular. El gobernador de la Provincia de Santa Marta y maestre de campo Don José Mozo de la Torre en el año de 1718, hizo traer a sus expensas la actual imagen de la muy primorosa Santa Marta que hoy conservamos en la Basílica Menor, desde la ciudad de San Francisco de Quito (Ecuador). 

Esta ciudad colonial se cubrió de gloria gracias al esplendor de su arte, al adelanto de su cultura, época de la afamada Escuela Quiteña, donde se fusionó el talento mestizo, indio y español cuyos principales exponentes formaron una notable trilogía artística, el indio Caspicara el escultor Sangurima y el mestizo Legarda. Por este despliegue de genio se llama a Quito “Relicario del Arte en América”. Es en el siglo XVIII donde se consagra brillantemente aquel estilo quiteño gestado en el siglo anterior, lo europeo queda sojuzgado frente a este alud de arte vernáculo auténticamente local. El estilo mestizo adquiere carácter definitivo, extendiéndose por la ciudad y a otras ciudades hispanas donde los encargos de obras religiosas para sus templos se hacen frecuentes. 

Este bulto se conserva en uno de los nichos de la sacristía, mide aproximadamente 1.50 metros, por su peso liviano es la que se saca para las procesiones; es sencillamente tallada en cedro una madera recia y artísticamente policromada. La imagen presenta un verdadero patetismo en su rostro a fin de promover una fuerte piedad popular, siguiendo la línea contrarreformista, huyendo de los idealismos renacentistas. Por sus cachetes rosados fue bautizada por el pueblo cariñosamente con el apodo de la “cachaca”, como se le conoce hoy – así se le denomina a las personas de piel blanca oriundas del interior del país-. 

Esta imagen acompaña al Jesús Crucificado durante la procesión del Viernes Santo, que recorre las principales calles del centro histórico de esta ciudad.

5.4 Las actuales imágenes de la Basílica Menor: la imagen de Santa Marta del altar mayor de la Catedral, encargada a Barcelona (España), obra del maestro José Campania, 1927

Después de la lucha por la independencia del gobierno español, el país entra en una profunda crisis política que lleva a resolverse por las armas, manifestadas por las revoluciones internas de segunda mitad del siglo XIX. Uno de estos combates entre las fuerzas revolucionarias de los liberales y las fuerzas del gobierno, tuvieron como teatro bélico las calles de la ciudad de Santa Marta y de manera particular en el interior de la Catedral. Sucedió el 23 de noviembre de 1860, las fuerzas liberales al mando del general Fernando Sánchez atacan a Santa Marta cuya plaza estaba a cargo del general Julio Arboleda y el coronel Primo Feliciano Madero. Al fragor del combate y el fuego de artillería que se prolongó por 21 días, toda la ciudad quedó en ruinas; el altar mayor de la Catedral había sido consumido por las llamas. Por fortuna la imagen quiteña no se hallaba colocada en ese sitio, salvándose de la conflagración.

Las dificultades económicas para reparar los destrozos de ese combate se prolongaron hasta comienzos del siglo XX. Hacia 1926, el obispo Joaquín García Benítez emprende la dispendiosa tarea de dotar de hermosos altares de mármol a los templos de la Diócesis de Santa Marta; para ello solicitan cotizaciones a la Casa U. Luisi de Pietrasanta, Italia, cuyos representantes en Colombia estaban establecidos en la ciudad de Cartagena. En su momento surgió la inquietud sobre la conveniencia de dotar la Catedral de altares de mármol, dado el estilo neoclásico de la misma. El exquisito gusto por la elaboración de las imágenes motiva a Monseñor García Benítez a encargar de un buen grupo de ellas, esto es: un cuadro en relieve de la Virgen del Carmen, una imagen de santa Ana y otra de san Luis Beltrán. Estas adquisiciones les traen problemas con dicha casa comercial por lo costoso de los encargos y la falta de recursos para cancelar estas obligaciones.

El obispo tuvo la misma percepción que el común de la gente, la obra quiteña por su sencillez y poca vistosidad deslucía en el nuevo altar; por lo tanto era preciso un nuevo modelo al que le dedicó muchas horas en su diseño. A principios de junio de aquel año, solicita a la casa barcelonesa de José Campania, una muy detallada imagen de santa Marta, cuyo destino sería el altar mayor; su carta revela la característica de la nueva imagen de la Santa Patrona de la ciudad:

Deseo una imagen de santa Marta, en apoteosis, algo por el estilo del modelo adjunto, pero llevando en la mano izquierda la tradicional caldereta, con hisopo y la derecha levantada, con la mirada al cielo, que los ángeles que la sostengan sean bien proporcionados y de cuerpo entero (no serafines), de cara hermosa y alegre y llevando entre todos una cinta que diga en caracteres visibles: Santa Marta, ruega por nosotros.

Esta estatua es para ser colocada en el templete del altar mayor. Si la cedrolita tiene efectivamente las condiciones anunciadas en sus últimos catálogos, puede hacerla de esa materia, si no, tallada en madera, pero siempre teniendo en cuenta que la temperatura media de esta región es de treinta y dos grados centígrados. El decorado de ella debe ser de primera clase y todo el conjunto lo más hermoso posible
.[4] 

El encargo con todas las características iconográficas puntualizadas por el obispo en su diseño llega a la ciudad al siguiente año, los samarios se entusiasman por su estampa con la nueva imagen, que de acuerdo a la disposición de los ángeles y la morfología de su base corresponde a la esencia renacentista.

Hay una anécdota muy recordada por personas octogenarias en Santa Marta. Desde el año de 1718 se sacaba para la procesión la imagen de la patrona tallada en la ciudad de San Francisco de Quito. La novedad de la imagen de Barcelona animó al obispo Joaquín García Benítez en 1927 a sacarla en la procesión, pero curiosamente el pueblo la rechaza, no tiene sentido de pertenencia en la memoria colectiva de los samarios, el pueblo reclamó su imagen tradicional. Ese mismo año y algunos siguientes, la nueva imagen hace su recorrido en solitario por las calles de Santa Marta con la compañía del Obispo y los cuatro soldados que la cargaban. Además era tan pesada que se convertía en una odisea bajarla y subirla del altar mayor con el peligro de quebrarse; para esta peripecia era necesaria la colaboración del regimiento de la ciudad. La conformación de la Congregación de Santa Marta, le devolvió a los samarios la posibilidad de tener a su “cachaca”, a su imagen tradicional durante las procesiones.

5.5 La imagen de la Hacienda El Piñón: un premio a la consagración de Da Antonia Magri

Existe una imagen de Santa Marta fabricada en la ciudad de Medellín (Colombia) de aproximadamente 1.20 metros en la Hacienda El Piñón, propiedad de la Familia Zúñiga. Pertenecía a la Diócesis y fue un regalo que hiciera monseñor Joaquín García Benítez a Da. Antonia Magri de Guerrero como premio a su labor a favor de las festividades de la patrona. Por muchos años la conservó en su casa como su más preciado tesoro, con su oratorio y demás elementos de devoción hasta que después de su muerte, como muchos otros objetos relacionados con las fiestas en honor a santa Marta, fue trasladada al sitio mencionado.

La imagen presenta una iconografía excepcional a las otras conocidas, en su mano derecha porta una palma martirial y la Biblia en su mano izquierda. De no ser por el dragón vencido que pisa con los pies elemento icnográfico que la define, podría confundirnos con la santa Marta de Astorga que en su iconografía la representa como una doncella con la palma martirial y libro en la otra mano, también en actitud de enseñárselo a dos niños de corta edad, que serían sus sobrinos, los santos Justo y Pastor, hijos de su hermano del legionario san Vidal.
[5] 

6. Tradiciones y festividades en honor de la Santa Patrona

Desde la época de la conquista española en el siglo XVI, le ha correspondido a nuestra patrona una notable rivalidad territorial con la Inmaculada Concepción en la pertenencia del colectivo ciudadano. Dice el gaditano, José Nicolás De La Rosa, Alférez de Infantería y Alcalde Ordinario de Santa Marta en el siglo XVIII:
[6] 

La soberana hechura de la Concepción de Nuestra Señora, que se venera en nuestra Catedral, es una de las efigies que tienen nombre en todo este Nuevo Reino, y la tradición antigua, y muy común en la provincia, de su venida a esta Iglesia, es la que la envió la Señora Reina Doña Isabel la Católica, con real cédula, para que se celebrase en su real nombre; y por esto se llaman reales las fiestas de toda su octava, y como tales son en exceso mayores y más plausibles que otras algunas.....

Para estas fiestas se disponían mayores recursos, por lo tanto los gastos eran superiores que para otros eventos religiosos; por otra parte los principales personajes de la ciudad se disputaban el honor de ser elegidos como mayordomos de estas fiestas reales, por los dos cabildos, el eclesiástico y el secular con consenso principalmente del vecindario. La histórica diferencia entre sus seguidores, es que la Inmaculada Concepción es más elitista; es decir, la veneran las familias de los estratos altos de la ciudad, mientras a santa Marta la venera el pueblo en general y una pequeña parte de dicha elite.

La Inmaculada Concepción consolida su significado simbólico en el contexto ciudadano samario, cuando el monarca español Felipe V en una real cédula, fechada en el Palacio de El Pardo el día 29 de enero de 1745, concede su imagen como el escudo de armas de la ciudad de Santa Marta, respondiendo la solicitud del Cabildo realizada el año anterior, agradecidos por el amparo experimentado por unos hostigamientos de unas naves inglesas durante la Guerra por el Asiento de Negros acaecida entre los años de 1739 y 1748. No obstante santa Marta sigue ocupando el honor de ser la patrona de la ciudad.

Hay una realidad en nuestro contexto religioso motivado por las diferentes fiestas religiosas y populares como la Virgen del Carmen, santa Ana, la Virgen de los Remedios y la Inmaculada Concepción. A finales del siglo XIX Manuel José Del Real refiriéndose al mes de julio nos cuenta lo siguiente:
[7] 

Este mes ha sido siempre en nuestra tierra de fiestas religiosas y nacionales y cosa rara entre los pueblos –es duro decirlo- la fiesta de nuestra patrona era la de menos entusiasmo de todas. Probablemente esto consistía en que dicha fiesta cae en los últimos días y todas las energías de entusiasmo se gastaban en las fiestas anteriores.

Las festividades de la patrona santa Marta constituyen el encuentro perfecto para la interrelación entre los poderes civiles, militares y eclesiásticos que ninguna otra festividad religiosa convoca. Esta constante ha perdurado en sus casi cinco siglos de existencia, por ello no dudamos en reiterar que es el evento religioso más antiguo de la ciudad de Santa Marta.

6.1 Las festividades de antes: buen motivo para el regocijo y desaburrimiento

La vida cotidiana de la Santa Marta de época de dominación española fue muy monótona y aburrida, agobiados por el temor que les producía los fantasmas de las aguas del mar Caribe representados por las embarcaciones inglesas que pasaban de largo por el litoral, los samarios lograban en parte olvidar sus penas en las festividades, populares, civiles y religiosas. La jura o proclamación de un nuevo monarca, la victoria de los ejércitos españoles en Europa, el matrimonio o nacimiento de algún miembro de la familia real, era motivo para el regocijo de los samarios con las acostumbradas ceremonias que celebraban entre repiques de campanas y repetidas salvas de artillería, jolgorio que se prolongaba durante tres noches.

La iglesia mayor era el lugar que convocaba a todo el pueblo, donde se enteraba de las nuevas buenas de España en especial asuntos que tenían que ver con la familia real, cuyas noticias se transmitían en las cedulas reales que iban dirigidas al gobernador y publicadas en bandos y leídas por el pregonero. Una de las diversiones de los samarios eran las murmuraciones o los chismes de los enfrentamientos entre las autoridades civiles y eclesiásticas; otros acababan sus vidas licenciosas entre los juegos de azar, el alcohol y las prohibidas relaciones sentimentales. 

Las festividades religiosas aliviaban sus penas, principalmente las consagradas a santa Marta en julio y a la Concepción en el mes de diciembre, para ello las calles se organizaban pensando en el recorrido del solemne acto encabezado por el señor obispo y su cortejo de clérigos, guiando a los parroquianos que soportaban el peso de la imagen del patrono de turno, concluyendo con un Te Deum Laudamus en la iglesia Mayor
[8] y el pueblo cantándole alabanzas.

Esta dinámica no varió en el siglo XIX, aunque el mes de julio se convirtió en la época de mayor intensidad festiva con las religiosas y nacionales. En primer lugar el Corpus de San Miguel que se fusionaba con las festividades de la Virgen del Carmen, la Fiesta Patria del 20 de julio, día de la independencia, las fiestas en honor a santa Ana y por último, las festividades en honor a la patrona santa Marta que coinciden con el cumpleaños de la ciudad.

Las festividades de nuestra patrona son solemnes y respetadas a diferencia de otras fiestas religiosas como las festividades de la Virgen del Carmen e Inmaculada Concepción que son pretexto para el alcohol y el desorden que ocasiona la tradicional bola de candela hecha con estopa y alambre que los muchachos patean hacia cualquier lado, poniendo en peligro la integridad física de los asistentes.

6.2 Las festividades a principios del siglo XX: fervor y solemnidad

En el primer cuarto del siglo XX, la forma de las celebraciones cambiaron influenciada por los nuevos tiempos, pero conservaron intacto su espíritu religioso y fervor festivo de época de la dominación española. Dos actos nunca han faltado el 29 de julio, la Misa Mayor ofrecida por el ilustrismo obispo de la Diócesis de Santa Marta y la procesión de nuestra santa patrona por las principales calles del centro histórico, acompañada por las melancólicas interpretaciones musicales de la banda de música de la municipalidad. 

Las festividades comenzaban el 20 de julio que coinciden con la fiesta nacional del Día de la Independencia, pero se intensificaban durante tres días: 28, 29 y 30 de julio; para tal motivo la alcaldía iluminaba las calles y adornaban con banderas las fachadas de las casas. El primer día, su víspera, una banda de música del regimiento destacado en la ciudad animaba a la luz de alba con música y fuegos artificiales que engalanaban la Catedral. Por la noche, el pueblo se congregaba en la plaza de la Catedral para deleitarse con una retreta musical y observar los fuegos artificiales. 

Las festividades las animaban la “vaca loca”, un disfraz de una cabeza de vaca con caparazón a la que le colocaba una gran cantidad de cohetes que salían disparados hacia cualquier lado, que provocaba una riesgosa estampida del público. Por el peligro que representaba para la integridad física de las personas, sobretodo de las señoras esta diversión desapareció hace medio siglo.

El día 29 se iniciaba con una salva de artillería que anunciaban el día de la santa patrona y una alborada a cargo de la banda de música del ejército. Luego a las 08:00 a.m. se realizaba la Misa a cargo del señor obispo de la Diócesis de Santa Marta y Te Deum en la plaza. Por la tarde, el Señor Gobernador daba su alocución desde la Tribuna del Palacio Municipal; luego se llevaba a cabo la Sesión Solemne del Honorable Consejo de la Municipalidad y al concluir se trasladaban a la estatua del fundador de la ciudad, Don Rodrigo de Bastidas. Seguidamente, salía la Solemne procesión de la patrona que hacía su recorrido por las principales calles de la ciudad y por la noche retreta de gala para el público en general a cargo del regimiento
[9]. Al día siguiente, se realizaba un paseo de música y fuegos pirotécnicos, había corrida de toros y ejercicios gimnásticos a cargo de la Escuela Militar.

6.3 Las recientes festividades: incorporación de nuevas actividades

Hoy como en los siglos pasados, bien temprano se despierta la ciudad con repiques de campanas que saludan y expresan su regocijo por tan especial acontecimiento. También perduran los cohetes que anuncian las novenas en su honor desde el 20 de julio, tiempo en que se le reza a la santa patrona. El día de su víspera se quema un castillo en la plaza de la Catedral, con bastantes fuegos pirotécnicos donde el público va deleitarse con el espectáculo.

El día 29, en virtud de la profusión de personas y de la incapacidad de la Catedral de Santa Marta a pesar de amplitud, se institucionalizó realizar tres misas menores a las 7 a.m., 12 m. y 6 p.m. Y una principal a las 9 a.m. con Te Deum y Misa Pontifical a cargo del señor obispo a la que asisten las autoridades civiles, militares y eclesiásticas. Luego en ceremonia en el edificio del Concejo Distrital el Señor Alcalde se dirige a los Honorables Concejales de la ciudad y se distingue con la Condecoración Rodrigo de Bastidas a los hijos de Santa Marta que por su trayectoria merecen este reconocimiento.

Por la tarde a las 05:00 p.m. se inicia la procesión por las principales calles del centro histórico, entre ellas la calle Grande, la calle San Francisco y la avenida del Fundador. Este acto lo encabeza el señor obispo de la Diócesis y el sequito de colaboradores, la imagen es cargada por muchos de sus seguidores que se turnan para pagar promesa. 

En nuestra ciudad se acostumbra pintar las fachadas de las casas para tan especial día e izar la bandera de la ciudad. En la última década, se está institucionalizando el concurso y desfile de las bandas musicales de los colegios con proyección interdepartamental. Parece un recurso literario “mancodiano” de la escuela del realismo mágico a la que pertenece nuestro Nóbel de Literatura Gabriel García Márquez, pero en Santa Marta todos los 29 de julio entre 4 y 5 de la tarde llueve puntualmente. No sabemos si la patrona llora por la suerte que el destino le ha deparado a la ciudad o es una forma de compartir con sus hijos un aniversario de su existencia.

6.4 Las festividades de la patrona y la Fiesta del Mar: ¿Ocaso o indiferencia por los nuevos tiempos?

Desde 1959, con propósito de proyectar el turismo en la ciudad en el ámbito nacional e internacional se crearon las Fiesta del Mar. Es el evento más importante de Santa Marta porque atrae el turismo de mitad de año, que coincide con la fecha de fundación de la ciudad y se celebran entre el 26 y 30 de julio cada año. Hay competencias náuticas, concursos de pesca, espectáculos musicales en la playa, desfile de las candidatas en carrozas por las calles de la ciudad y coronación al aire libre de la capitana de los mares.

Además de los actos religiosos se realiza la parada militar, honores al fundador de la ciudad, discurso a cargo del señor Alcalde de la ciudad de Santa Marta y del Presidente de la Academia de Historia del Magdalena. Uno de los actos en la víspera es la serenata a Santa Marta, donde los interpretes musicales más destacados esperan ansiosos el día 29, cantándole a la ciudad.

7. La congregación de Santa Marta

Corría el año de 1934, Da. Antonia Magri Simonds de Guerrero, matrona de la ciudad, desde niña había mostrado su fervor a la santa patrona, ruega para que le hiciera un milagro. Este fue concedido pero nunca se supo en que consistió, al interrogarla ella contestaba que le había prometido organizar sus festividades por el resto de su vida, “a usted no la volverá cargar el ejército sino el pueblo” –le exclamó a imagen-. 

Su primer paso fue conformar la Congregación de Santa Marta que hoy día existe, en compañía de Doña Dolores de González y Doña Finita de Noguera, como socias fundadoras. Además de una interminable lista conformadas por 97 damas samarias que figuraban como socias de la congregación, inventario realizado por calles. El obispo de la Diócesis de Santa Marta, Monseñor Joaquín García Benítez avaló la idea la cual quedó registrada en un libro de actas que afortunadamente fue rescatado del olvido por Manuel Guerrero Vives en 1998 y regalado a su prima Martha Olivella Guerrero, nieta de Da. Antonia Magri Guerrero. 

El acta de constitución de la Congregación de Santa Marta quedó consignada de la siguiente manera
[10] :

Diócesis de Santa Marta. Gobierno Eclesiástico. Santa Marta, 29 de agosto de 1934.

Autorizamos a las señoras y señoritas cuya lista figura al comienzo de este libro, para que, unidas en asociación piadosa bajo la advocación de santa Marta, laboren con el laudable fin de sostener en todo su esplendor el culto que debe tributarse a la gloriosa Virgen Santa Marta, Patrona de esta ciudad y titular de nuestra Catedral y Basílica.

(Fdo.) Joaquín García Benítez, Obispo de Santa Marta.

Como en sus primeros años, en julio las socias centran su labor en las actividades religiosas, se encargan que a la patrona no le falte nada, el dinero recogido se gasta en flores, velas y el coro. El resto del año se dedica a la labor social, velan por las socias menos favorecidas, visitan enfermos y realizan labores en los asilos. Durante las novenas de la patrona las encargadas de la Congregación de Santa Marta consagran a las nuevas socias. 

El estricto cumplimiento de sus responsabilidades en la organización de las festividades, el amor a su patrona y la solemnidad que deben demostrar durante la procesión las llevó a adoptar un impecablemente vestido de blanco terciado con una cinta rosada y la medalla de la imagen de santa Marta colgadas de sus corazones. Las damas de la Congregación de Santa Marta guardan una cordial fraternidad con otras organizaciones religiosas. Hoy día están vinculadas a la recuperación de la obra de la Catedral que requiere de trabajos de mantenimiento. 

7.1 Las solemnes festividades a cargo de la Congregación de Santa Marta: Da. Antonia Magri de Guerrero y su consagración a la patrona

De la misma manera, Da. Toña convence al señor obispo, al alcalde D. Luis Carlos Rivera y al gobernador D. Manuel Dávila Pumarejo comprometiéndolos para que aprueben sendos aportes anuales para sufragar algunos gastos de las festividades. Fue así como el 29 de julio de 1935 nace la primera procesión en grande, solemne, majestuosa, revestida de honores y acudida de las más importantes personalidades de la ciudad. Durante las novenas continúan las tradicionales retretas musicales en la plaza de la Catedral y la quema de fuegos artificiales, además de las mismas actividades de antaño.

El recorrido –al igual que hoy- se iniciaba con el repique emocionante de las campanas de la Catedral, toman la avenida Campo Serrano, allí se detienen al pie de la Casa Lacouture, los cargadores de adelante se agachan y la imagen hace una venia, reverencia que es correspondida con las flores que le arrojan desde los balcones. Luego bajan por la antigua calle de la Cárcel de espalda a la Sierra Nevada de Santa Marta y de frente al mar Caribe, allí anteriormente, hacían una parada en la casa de Da. Antonia, luego de cinco cuadras tomaba la avenida del Fundador para regresar por la calle Grande hasta retornar a la plaza de la Catedral.

El cortejo – al igual que hoy- lo encabezaban tres monaguillos, los de los extremos portando sendos cirios y el de la mitad con la Santa Cruz, luego el Señor Obispo con el incensario, atrás las socias de la congregación, una de ellas portando el pendón; detrás de la imagen los seminaristas, la guardia marchando, los colegios y la banda Santa Cecilia tocando desde el himno de la ciudad de Santa Marta hasta tradicionales melodías como el “helado de leche”. Desde los balcones las gentes le regaban flores a su paso y las calles quedaban como un tapiz florido.

Para la ocasión, los caballeros se vestían de lino claro y las niñas vestidas de blanco con canastillas de flores en sus manos, otras vestidas como la santa. Las damas se arreglaban lujosamente con sus cabezas cubiertas de velo, mantillas, chales y pañoletas a veces sostenidas por elegantes peinetas. 

Por casi medio siglo organizaría Da. Antonia Magri estas festividades hasta su muerte en 1980 en plenas fiestas de la patrona, en reconocimiento a su admirable labor su féretro fue puesto en cámara ardiente con honores en los salones del Concejo Municipal. Doña Antonia conservaba un baúl con todos los milagros de plata y oro que el pueblo ofrecía a la titular, cuya colección fue entregada a la Diócesis de Santa Marta. En la dirección le sucede Da. Julia Rebolledo con la colaboración de hijas y nietas de la fundadora, que organizaban la Catedral, limpiando y adornándola con flores y velas. Poco han variado las procesiones y festividades desde la iniciativa de Da. Antonia, se conservan las mismas tradiciones de más de medio siglo.

8. Apropiación de la patrona en el colectivo ciudadano: las mandas o promesas por un milagro

El proceso de reapropiación y articulación de santos y vírgenes católicas introducidas por los hispanos en esta ciudad y sus territorios inmediatos, fue igual que en otros lugares de América indígena donde fueron impuestos mediante un complejo proceso de asimilación. Con el paso del tiempo, los santos despliegan el alma como emblema de devoción, pero su sustancia deja entrever también historia y significado.

La devoción de los samarios por su santa patona se expresa en las innumerables rogativas a favor de un enfermo o convaleciente, como también de la gran cantidad de personas de otras ciudades del país, como también de la vecina República de Venezuela vienen a “pagar promesa” trasladándose en buses expresos para asistir a la Misa Pontificial y a la procesión. Una gran romería se acerca al venerado bulto para una rogativa que le es solicitada acariciándoles los pies.

Los agradecimientos a los milagros o favores concedidos se manifiestan en el ofrecimiento o promesa de escuchar la Santa Misa, todos los 29 de julio por el resto de sus vidas. Otra forma de expresar las gracias por el hecho milagroso es regalarle la pieza en oro o plata del órgano sanado a santa Marta, es sorprendente observar la cantidad de piezas en forma de “dijes” que cuelgan y destellan del sagrado bulto de la patrona durante el recorrido de la procesión. 

Muchas personas ofrecen a la santa caminar descalzas la procesión por siempre como gratitud a un milagro concedido. En nuestra ciudad se dice que santa Marta es buena para “ablandar corazones” para ello se le pide encendiéndole una veladora.

9. Hechos milagrosos: guardados en el colectivo ciudadano

En Santa Marta dan fe de muchos milagros de la patrona, estos cuentan historias muy individuales de recuperación de un enfermo o del otorgamiento de un imposible. Pero en el colectivo ciudadano han perdurado a través del tiempo dos sucesos que merecen mencionarse por su impacto en toda la ciudad.

9.1 El soberano aviso de la santa patrona: escándalo, acecho y descuido el día de su víspera, 1597

A mediados del siglo XVI el metal precioso había escaseado, los galeones provenientes de España pasaban de largo por el litoral samario rumbo a otros puertos como Cartagena, Portobelo y Nombre de Dios. La resistencia indígena en especial los Chimilas, Bondas y Mamatocos se hacía más fuerte y sus tácticas de guerra como las “guazábaras” constituían un serio peligro para los expediccionistas, cortando el suministro de alimento a la hambrienta población achacada por las enfermedades; incluso se habían atrevido a incendiar la ciudad en 1573. Para colmo de males, los piratas enemigos de España habían comenzado su episodio de terror saqueándola e incendiándola, primero los franceses con Robert Baal, (1543); Pedro Braques, (1544); piratas desconocidos, (1547 y 1548); Jaques de Sores, (1555) y Martín Cote (1560); luego los ingleses, John Hawkins, (1565); Francis Drake y John Hawkins, (1568); piratas desconocidos, (1572); Francis Drake, (1585); Drake y Hawkins, (1595) y el pirata portugués Cristóbal Cordello, (1597). 

Por esta época la ciudad de Santa Marta constantemente como el ave Fénix debía levantarse de sus cenizas.

El dilema era poblar o despoblar, terca disyuntiva que la Corona española jamás pudo resolver y que la mantuvo aislada de todo contexto geopolítico. A parte de su difícil situación, permanecía al igual que otras ciudades, sin una verdadera orientación política y administrativa, sujeta a un exiguo presupuesto que en la mayoría de las veces llegaba con gran retraso. 

Los samarios se encontraban sitiados por dos grandes enemigos, hacia el mar los piratas franceses e ingleses azotaban las colonias españolas como presión al monopolio geopolítico ejercido por España sobre el Nuevo Mundo y hacia tierra adentro, el continuo hostigamiento de los indígenas amenazaba con desaparecer el incipiente asentamiento urbano en respuesta a la invasión española. Era frecuente ver a los samarios hacer las veces de soldados para defender sus vidas, a las mujeres implorar una ayuda divina, mientras corrían despavoridas hacia los montes circunvecinos cargando a sus hijos. Tales peligros motivaron al comandante de la plaza colocar varios cañones y centinelas en todas las bocas-calles de la ciudad y hacer desistir a quienes pensaban en abandonar la ciudad. Pero un hecho milagroso cambiaría la vida de la ciudad en especial la actitud desesperanzadora de los samarios.[11]  

Corría el mes de julio de 1597, como gobernador de la provincia de Santa Marta, oficiaba el licenciado D. Francisco Manso de Contreras. Esa época la conformaban las noches de desvelos en medio de los temores al toque a arrebato, que anunciaban la presencia del enemigo y la señal de tomar las armas para la defensa de la plaza.

Pero esa no era una noche cualquiera, era la víspera de la santa patrona, una noche que quedaría registrada en la historia de la ciudad para ser recordada por siempre. Por ser un día especial, la iglesia Mayor había sido adornada con flores e iluminada para la ocasión. La primera fila de la nave central estaba reservada para las principales autoridades de la ciudad, el gobernador y su sequito de funcionarios, alguacil y oficiales. Una profusión de gente colmaba el resto de esta nave y las laterales, todos esperaban con ansiedad el comienzo de los actos litúrgicos. 

El ilustrísimo obispo de Santa Marta, fray Sebastián de Ocando lujosamente ataviado con dosel y ricas colgaduras, se preparaba para dar inicio a los solemnes actos religiosos previos a las festividades de la patrona. Para honrar las fiestas patronales se esperaba la presencia del “conquistador”, maestre de campo y caballero del hábito de San Juan, Don Antonio Martín Hincapié y Albornoz, descendientes de los Condes de Montemar, cuyo escudo de familia lucía “un castillo de oro en gules y banda de sinople en oro”, ese día había mostrado sus credenciales y había llegado a la ciudad con una compañía de soldados para la segunda conquista de la provincia, sometiendo y pacificando a los indígenas en pie de guerra.

Poco después precedido de un murmullo, entró al sitio santo osado de una vistosa armadura, calzando botas y espuelas, haciendo uso de una de sus prerrogativas: la de poder entrar a la iglesia con semejante indumentaria y ocupó su puesto de honor. Escándalo inaudito y falta gravísima contra la religión que originó una reprimenda episcopal al señor gobernador y por supuesto el disgusto del señor obispo. 

Horas después de terminados los actos religiosos, no sin que faltaran a porrillos los comentarios de las gentes y apaciguado el bochornoso incidente, los vecinos retornaron a sus casas para entregarse al difícil descanso. Mientras tanto, por las calles transitaban algunas patrullas de soldados, camino a los puntos de vigilancia y sitios artillados para evitar sorpresas de piratas e indios, pero toda esta prevención hubiera sido en vano, si la titular patrona santa Marta no hubiera usado su piadoso aviso.

Un soldado hacía su ronda de media noche, aburrido por la soledad y por el repetitivo canto de las chicharras, se sentó sobre uno de los cañones, sacó su pipa de tabaco, con tan mala fortuna que una chispa con las que pretendía encender su pipa, cayó justo sobre la mecha del cañón. El estruendo sacudió al ingenuo soldado que lo arrojó a tierra. La detonación despertó al vecindario, los soñolientos samarios desorientados corrían en medio del pánico, porque creían ser atacados por el enemigo. El gobernador Manso de Contreras calmó a la población y de inmediato acudió a investigar la novedad; el soldado le explicó a manera de disculpa, que había escuchado un ruido en el monte y ello le obligó a romper el nombre.

El gobernador ordenó en medio de la oscuridad hacer una descarga de cañón y otra de mosquetería hacia el monte oscuro y enseguida escucharon en huida los ruidos de fotuto y maracas, instrumentos de guerra que los nativos denotan sus arrebatos en sus actos de guerra. Toda la guarnición estuvo en estado de alerta y custodiando las entradas de la ciudad hasta que los primeros rayos de sol destellaron detrás de la Sierra Nevada de Santa Marta. 

Entrado el día 29, un destacamento fue comisionado para perseguirlos, siguieron sus huellas y recogieron despojos hasta llegar a una casa-fuerte llamada caney por los indígenas, en sitio conocido como Geriboca. Hallaron muchas macanas, arcos, flechas, turbantes de plumas y otros instrumentos de guerra, los soldados quemaron el lugar y capturaron algunos indígenas, que fueron reclamados por el “conquistador” a quienes le cortó la orejas y exhibió como trofeo. Volviendo con ellos a la ciudad, el soldado confesó su descuido y fue entonces que se conoció el soberano aviso de la santa patrona. 

La titular había salvado la ciudad y se publicó el milagro con repiques de campanas y singular regocijo de toda la ciudad. Los samarios celebraron entonces con mayor boato la festividad y el pueblo alborozado agradecido por aquel favor celestial, entregándose a las más francas y sanas diversiones. Con hacinamiento de gracias y con mayor solemnidad recibieron los vecinos en la iglesia Mayor el día titular de su santa protectora, por cuyo medio había librado Dios a la ciudad de sus enemigos.

En memoria de este milagroso acontecimiento, todos los años en el día y hora del suceso, se disparaba un cañonazo hasta que el tiempo ocasionó su olvido.

9.2 El asalto del pirata inglés William Goodson y el prófugo español Juan Cuchillo: horror, sacrilegio y castigo divino, 1655

En la primera mitad del siglo XVII, la ciudad de Santa Marta había sido atacada por piratas ingleses, (1600 Y 1619); por el holandés Adrián Juanes Patter, (1630); nuevamente los ingleses, Booneter acompañado por Peg-Leg, (1631); luego por William Rous, (1636). Más tarde fue asaltada por piratas holandeses en 1643 y 1648 en dos oportunidades. Pero lo peor en su historia estaba por venir, un hecho que marcaría por algún tiempo la impotencia del samario para cambiar su realidad.

A mediados del siglo XVII Santa Marta era un reducido villorrio de callejuelas polvorientas, con unas seis a ocho manzanas diseminadas por una veintena de casas de una sola planta, donde residían medio centenar de vecinos indefensos y asustados. El 3 de diciembre de 1655, el vicealmirante inglés William Goodson acompañado por un prófugo español llamado Juan Cuchillo y 2.000 hombres, se presenta en la bahía de Santa Marta en 6 urcas y 3 naves.
[12] 

Luego de una inútil resistencia de los fuertes de San Juan de las Matas y San Vicente, se toman la ciudad a sangre y fuego. Su primer acto sacrílego fue destruir la iglesia y convento de Santo Domingo a cuyo patrono responsabilizó por no haberse podido tomar la ciudad de Santo Domingo (Hoy, capital de la Republica Dominicana), en venganza le corta las orejas a la imagen y la arrastra por las calles de la ciudad.

Goodson y sus hombres ocupan la plaza por 15 días infundiendo terror y despojando a los vecinos de lo poco con que contaban; hace astillas el venerable bulto de santa Marta al igual que la de santa Ana, utilizándolas como leña en la improvisada cocina a que fue sometida la iglesia Mayor. Al igual que otros piratas en su momento, saquea las iglesias hurtando los vasos sagrados y los finos ornamentos religiosos en oro entre ellos: dos fuentes doradas por la parte de adentro y labradas con las armas en medio de ella las del ilustrísimo señor obispo; un aguamanil dorado y labrado con cuatro mascarones, y sobrepuestos azules, cuatro medianos y ocho pequeños; dos jarros dorados y labrados con las labores del aguamanil; una plancha de plata con su pie orlado de ángeles y serafines en que están las palabras de la consagración esculpidas con las armas del ilustrísimo señor obispo; un atril pequeño de plata de barrillas y enrejado con cuatro perillas con sus tornillos que le sirven de pie.

Una vez que recogió su botín, alquitranó las vigas de la iglesia y convento de san Francisco, la iglesia y convento de santo Domingo, la ermita de la Veracruz y todas las casas del vecindario, que ardieron hasta reducirlas a cenizas. Como complemento a su barbarie, incursionaron por los alrededores de la ciudad y persiguieron muchos kilómetros tierra adentro a los despavoridos vecinos. Después de este terrible ataque, cundió el miedo entre los samarios, aquellos que tuvieron los medios para emigrar lo hicieron a ciudades como Cartagena, Mompós, Honda, Tenerife y Maracaibo (Venezuela), que le daban garantías a sus vidas y a sus bienes.

Cuenta el cronista Padre Zamora, que la embarcación donde llevaban las alhajas de los templos fue castigada por disposición divina, porque al salir del puerto un rayo le cayo, haciendo que bajasen al infierno pasados por agua. Y de seguro nuestra santa patrona purificó la maldad con su hisopo, porque a partir de ese sacrilegio la ciudad de Santa Marta inicia un proceso de consolidación urbana, aunque con muy poca seguridad en su sistema defensivo jamás volvió a experimentar un amargo suceso en su historia hispana.

10. Reflexión

Debo agradecer a Villajoyosa por haber iniciado un proceso en mi ciudad. Nunca antes se había intentado o motivado realizar una reflexión sobre este tema, una gran oportunidad que me correspondió y un desafío como investigador al enfrentarme a registros históricos olvidados, hechos que representan pertenencia que en la medida que el inexorable tiempo avanza corren el peligro de perderse.

El trabajo de campo realizado me permitió medir la sensibilidad y diferencias de dos generaciones, para las primeras, las fiestas en honor a santa Marta les recuerdan diversos episodios de su despreocupada infancia. Afirman que el fervor se ha ido perdiendo con los nuevos tiempos y para los segundos, los más jóvenes, desconocen su alto significado socio-religioso y su papel desempeñado en el vivir cotidiano. Si bien es cierto que se conserva la tradición, no podemos desconocer que los nuevos tiempos han influido en la juventud en la perdida de la devoción, sobretodo por los avances tecnológicos (la Internet, el CD, las discotecas, el alcohol, la droga, la televisión, etc.); representan signos más liberales. No debemos extrañarnos estamos en Macondo –el pueblo o mundo mágico, imaginario, donde García Márquez circunscribió sus obras-.

Las festividades se referencian como una buena oportunidad para desaforar el espíritu en actividades no propias de la religiosidad, desviándose en el consumo ilimitado de alcohol en los espectáculos musicales. Otro aspecto que ha deteriorado su devoción es la “libertad de cultos” contemplada en nuestra Constitución Nacional expedida en 1991. Sectas satánicas han aparecido, siendo nuestra juventud reclutada para estas prácticas, durante los últimos años la imagen de nuestra patrona se saca a su procesión con menos flores, porque se sospecha que estas sectas satánicas se las quitan para hacer brebajes.

Por parte de la administración pública tampoco ha existido voluntad para revalorizar la imagen de la patrona en el colectivo ciudadano. Se ha desconocido el potencial existente en la dinámica cultural de la ciudad entorno a las festividades de su patrona, a sus registros religiosos y al solemne acto de su fundación. Es de opinión de algunas personalidades, afirmar que la aparición de las fiestas del Mar y su conjugación con las festividades, la han quitado la tradicional solemnidad, mezclando un evento que procura atraer las corrientes turísticas de mitad de año. Mi ciudad requiere de una planificación con políticas de turismo que aproveche y comprometa la actividad religiosa, de tan buenos resultados en otras ciudades del mundo.

Por último, las festividades religiosas es lo único tradicional en mi ciudad, marca una fuerte nostalgia de la vieja Santa Marta, tan afectada por el modernismo. Esas imágenes de las viejas calles la sacamos de la mente con nostalgia y evocan la memoria donde el recuerdo de la infancia llora.

Agradecimientos

Alcaldía de Santa Marta
Archivo Histórico del Magdalena
Diario El Informador
Diócesis de Santa Marta
Emma Dávila Jimeno
Francisco Escobar Silebi
Gloria Ortega De Andreis
Licelys Ortiz
Martha Olivella Guerrero
Sarita Sánchez Olarte
Tony De La Cruz Restrepo
Padre Rojas

Notas:

[1] Informe del Ingeniero en Segundo D.n Manuel Hernández. 22 de abril de 1752,  Serv. Hist. Mil. Madrid; sig.6.899; 5-2-5-10.

[2] Carta del Padre Rizo al Nuncio Apostólico en Colombia, citado por Botero Restrepo, Juan. Monseñor Joaquín García Benítez. Ediciones del Centro de Historia de Sonsón, pág 56

[3] Biógrafo italiano, experto investigador sobre el tema santoral.

[4] Botero Restrepo, Juan. Monseñor Joaquín García Benítez. Ediciones del Centro de Historia de Sonsón, pág 66

[5] Significado de los Santos. pág 1648. Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá. Bibl. M.A. González García, Santa Marta, patrona de Astorga. Historia de su patronato, Astorga 1992. 

[6] De La Rosa, José Nicolás. La Floresta de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad y Provincia de Santa Marta. Ediciones Banco Popular, Bogotá, 1975

[7] Del Real, Manuel José. Rasgos Históricos de Santa Marta, Publicación Academia de Historia del Magdalena. Santa Marta, 1983

[8] Ospino Valiente, Alvaro. Santa Marta Vista por Viajeros, pág 85.

[9] El Estado, Santa Marta, edición del 29 de julio de 1925.

[10] Libro propiedad de la familia Abondano Olivella, Santa Marta.

[11] De la Rosa. Obr. Cit. Pág 81

[12] Idem, pág 94

Arq. Álvaro Ospino Valiente
alospino@yahoo.com
 

Arquitecto historiador nacido en Santa Marta (Colombia). Investigador de los temas relacionados con el patrimonio urbano-arquitectónico, arquitectura militar hispana y de la recuperación de la memoria histórica a partir de los registros de la vida cotidiana de esa ciudad.

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