Entendiendo a un Suicida

A la manera de Oliverio Girondo

¿Que hay que tener, en la cabeza?
O mas bien no tener, para hacerlo.
¿Tal vez ese recuerdo?
De cuando en el camino una sombra
Cortó su trazo recto...
¿Que hay que tener en el cerebro?
¿Que chispazo eléctrico,
Que cortocircuito llevará a lo negro
O blanco o gris o sin colores
Del lugar sin cielo...?
¿Será solo el no verlo?
¿Solo la curiosidad de descorrer el velo?
¿Cosas que caminan por los techos?
¿O en los subterráneos de luz enmohecida
Encuentra arañas mortecinas,
Quietas en rincones,
Con redes inútiles,
Incapaces de cazar insectos?
¿Tal vez murciélagos?
¿Porqué no descubren algunos las salidas,
Caminos, escalas, agujeros,
Y solo ven puertas todas cerradas,
O ventanas abiertas a la nada?
¿Quieren expiar, tal vez, toda una vida
Que encierra la negrura blanca
De seguir las huellas al siempre nunca
De la nada?
¿Se les abre tal vez una caverna
Mostrando joyas de una belleza arcana
Inasibles por su mano encallecida,
Temblorosa de terror y de distancia?
¿O es el no resistir más lo conocido
Que por duro, lento, sordo, mudo,
Impasible, feo, ciego, rudo,
O simplemente repetido
Lo acorrala contra una selva de gruñidos
Sin respuesta a ninguna
De todas las preguntas, sus preguntas?
¿Está desesperado y no encuentra en su vida
Ningún otro placer, ni dios ni amor,
Nada por lo que continuar con alegría?
¿Ha llegado al punto sin excusas
Donde no puede resistir ya la mentira?
¿Cómo no siente terror
De lanzarse a esas aguas tenebrosas?
O el espanto de quedar a mitad del camino...
O arrepentirse en medio del salto
Cuando adelante no haya mas que abismo,
O de sentir el fuego o los dolores
Por el producto químico,
En el pecho o en los intestinos
Y el saber, tener claro que no tiene retorno
Cuando escurra su sangre
Por heridas abiertas
Por pólvora o cuchillo
Y tenga
Su pensamiento teñido de dolor
Y de tinieblas
Pegajosas y cada vez mas espesas.

Más entonces revuelve en sus entrañas esa idea:
La da vueltas y vueltas y mas vueltas...
Y, después de tramar una y mil formas
De lograr el objeto de sus decisiones,
Después de encontrar todas las razones
O de no encontrar ninguna
Para llegar a la instancia decisiva,
Lo hace: salta, se clava, se desgarra,
Se mutila, se bebe, se atraviesa,
Se traga, se dispara, se arroja, se envía,
Se zambulle o tal vez solo se acuesta,
Y se agrega así a la lista
De los que van a la miseria eterna.

Creo aun no entender la secuencia de pasiones
Que gira en la cabeza de un suicida.

NOTA

Cada escritor tiene un estilo propio e inconfundible.
El escritor argentino Conrado Nalé Roxlo (1898-1971), editó un libro "Antología Apócrifa" en el que, por divertirse, escribió historias "a la manera de" distintos escritores de todo el mundo.
En ese caso Nalé Roxlo lo hizo con cuentos cortos.
Yo me entretengo haciéndolo con poetas, a sabiendas de que mi capacidad poética no es muy destacada.
Este poema sigue el rasgo del retorcido y visionariamente (adelantado a su tiempo como postmodernista) estilo de Girondo (1891-1967).
El tema es medio tétrico como mucha de la poesía del genial autor.

(c) Salvador Oría, Marzo de 2003.
rev 1/3/2004

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