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Las pirámides de Caral |
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El cronista español Pedro Cieza de León en su “Crónica del Perú, El Señorío de los Incas” nos refiere que los antiguos habitantes collas del Perú - Bolivia le comentaron de un “diluvio grande”: CAPÍTULO C De lo que se dice de estos collas de su origen y traje, y cómo hacían sus enterramientos cuando morían. MUCHOS de estos indios cuentan que oyeron a sus antiguos, que hubo en los tiempos pasados un diluvio grande y de la manera que yo escribo en el tercero capítulo de la segunda parte. Y dan a entender, que es mucha la antigüedad de sus antepasados, de cuyo origen cuentan tantos dichos y fábulas Así mismo refiere que las antiguas edificaciones de Tiahuanaco fueron hechos por “hombres barbados”. CAPÍTULO CV Del pueblo de Tiaguanaco y de los edificios tan grandes y antiguos que en él se ven. Yo pregunté a los naturales en presencia de Juan de Vargas (que es el que sobre ellos tiene encomienda) si estos edificios se habían hecho en tiempo de los Ingas, y riéronse de esta pregunta, afirmando ya lo dicho, que antes que ellos reinasen estaban hechos, mas que ellos no podían decir ni afirmar quién los hizo, mas de que oyeron a sus pasados que en una noche remaneció hecho lo que allí se veía. Por esto, y por lo que también dicen haber visto en la isla de Titicaca hombres barbados y haber hecho el edificio de Vinaque semejante gente, digo que por ventura pudo ser que antes que los Ingas mandasen, debió de haber alguna gente de entendimiento en estos reinos, venida por alguna parte que no se sabe, los cuales harían estas cosas, y siendo pocos y los naturales tantos, serían muertos en las guerras.
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Vista de la Pirámide
de la Huanca. Se observa la superposición de muros de contención que
forman las plataformas.
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Caral se edificó en la margen izquierda del río Supe sobre una gran terraza a 350 metros sobre el nivel del mar. El valle de Supe es una estrecha quebrada fértil que tiene un ancho máximo de 1.5 kilómetros y alberga a lo largo de su recorrido un gran número de otros sitios con pirámides contemporáneos con Caral como: Era de Pando, Lurinhuasi, Miraya, Allpacoto, Aspero, Chupacigarro, entre otros. Caral fue sede de una comunidad formada por varios linajes y dirigida por las cabezas o representantes de dichos linajes (Curacas), uno de ellos era el "principal" y los otros su contraparte. Los Curacas conducían y organizaban la vida de los habitantes de las diversas ciudades y pueblos contemporáneos a Caral como Aspero, Allpacoto, Miraya, Kotosh y La Galgada, entre otros. Todos ellos compartían una misma tradición y formaron una amplia y bien organizada red de reciprocidad e intercambio. Caral fue cabeza de esta red, que comprendía habitantes de la costa, sierra y selva, afirmación basada en los productos agrícolas encontrados en Caral, que provenían del intercambio. La religión los mantuvo unidos, era el medio de cohesión y coerción. La religión era la política de estado para el control de la población, la producción de bienes y su circulación. Esta influencia esta representado en los grandes monumentos de carácter religioso, las pirámides con sus plazas, atrios y altares del fuego sagrado, donde realizaban las festividades del calendario ceremonial.
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Las tres pirámides del sector alto de Caral
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Las periódicas reuniones y actividades conjuntas para la renovación de las pirámides permitían el reconocimiento del poder y fortalecían la identidad cultural. Las viviendas construidas alrededor de las pirámides, son grupos de pequeñas construcciones de un solo piso, ubicados en el Sector Alto y en el Sector Bajo. Sirvieron de vivienda a los sacerdotes y gobernantes, así como a las personas que trabajaron en las actividades de las pirámides. Las viviendas de forma cuadrangular y dimensiones variadas, oscilan entre los 49 y 80 metros cuadrados. Una "residencia" está formada por un conjunto de recintos interconectados entre sí. Las residencias tienen una entrada principal orientada al norte y otra "trasera" que comunica con patios o espacios abiertos. Algunos de los cuartos tienen banquetas o pequeñas plataformas. Es común en las culturas del nuevo mundo, que las construcciones tuvieran una significación religiosa profunda, unida a ritos iniciativos cuyas características se perdieron en el tiempo, sin embargo no admite discusión que existieron castas de poder, vinculados por su linaje, por el conocimiento de la astrología, y otras ciencias como la matemática, geometría y medicina (Usaron la hoja de sauce que tiene acido salicílico que es el principio activo de la aspirina, usado para aliviar el dolor). Practicaron ritos con sacrificios humanos, y registraron sus conocimientos en quipus, que es una forma de registrar información muy diferente a la cuneiforme o jeroglífica de sus coetáneos babilonios y egipcios.
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Vista panorámica de Caral
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Estas castas iniciáticas utilizando la religión, para construir pirámides y canales de riego, y confeccionaron un calendario agrícola, que marcaba el inicio de la siembra y cosecha, manejado por los curacas que decían haber recibido tal conocimiento de sus dioses. La religión impuso disciplina laboral y social. Los Curacas, eran sacerdotes, administradores y científicos; dirigían los actos y rituales públicos, organizaban el trabajo colectivo y administraban los bienes recaudados, cotejaban los datos astronómicos y elaboraban el calendario para las actividades del pueblo. Por otro lado, los agricultores y pescadores reconocían el poder de sus gobernantes pagando tributos en sobre trabajo y servicios, en beneficio de la clase señorial.
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Quipu caralino
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Tenían la certeza popularizada que los dioses les enseñaron a preparar sus chacras, trazar sus canales, sembrar las plantas y construir sus hitos; por lo cual era necesario realizar rituales propiciatorios y cumplir con el calendario de ceremonias y ritos al sol, al agua y a la tierra. Todas las actividades, domésticas de producción, construcción, administrativas y gubernamentales, estaban relacionadas con ofrendas, ceremonias, rituales y sacrificios. En las distintas edificaciones, ya sean residenciales o públicas, se puede observar la presencia de fogones, usados para la quema de ofrendas; costumbre generalizada que consideraba al fuego como medio de comunicación con los dioses. La gran cantidad de templos y las constantes remodelaciones que se observan evidencian un sistema religioso dinámico, en constante renovación y, al mismo tiempo, el poder social de la religión y el voluminoso trabajo invertido por los pobladores para alcanzar el favor de los dioses. Los Altares del Fuego Sagrado distinguen a Caral y su civilización (junto a la pirámide, la plaza circular y la escalera que une ambas), se pueden encontrar en casi todas las estructuras de esta ciudad y las otras vecinas. No sólo están presentes en las grandes construcciones, también están en las pequeñas pirámides, como el llamado Templo del Altar Circular o incluso en las viviendas circundantes. Para los curacas de Caral, el poder predecir el clima y entender los indicadores de la naturaleza, como el movimiento de los astros, por ejemplo, era importante, porque permitiría planificar la producción de cultivos y la pesca, que aseguraban la subsistencia. Predecir el comportamiento de la naturaleza no depende de la adivinación o la suerte, sino de entender las señales que ella misma nos ofrece. Entender esas señales era "hablar" con las huacas. En Caral ese lugar especial donde se entabla la comunicación es: El "Altar del Fuego Sagrado".
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Plano de Caral sus sectores y pirámides
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Otro lugar importante de encuentro ceremonial y de participación de grandes cantidades de personas fueron las plazas circulares, que son espacios amurallados con dicha forma. En Caral existen 2: delante de la pirámide Mayor (en el sector alto) y en la Pirámide del Anfiteatro (en el sector bajo). A la plaza circular se accede del exterior por una escalera que llega a la parte alta del muro con dicha forma que las rodea y baja al interior de la plaza por otra escalera gemela. Frente a ella, en el lado opuesto de la plaza, otra escalera similar conduce a la parte alta del muro (nuevamente) donde se inicia la "escalinata principal" (escalera) que lleva a la cima de la pirámide. En las festividades y ceremonias celebradas en esta especie de anfiteatro (plaza circular) utilizaron la música para expresarse, así tuvieron flautas decoradas con bellos diseños, estas se tocan por un único orificio central y están decoradas con diseños de monos, serpientes y cóndores. Las plazas circulares construidas en la parte frontal de las pirámides fueron una tradición arquitectónica que por largo tiempo se usó en esta región.
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Plaza Circular de la Pirámide Mayor
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Supay (Diablo)Los constructores de Caral tuvieron conocimientos de arquitectura, geometría y astronomía. Supieron combinar formas y planos, ordenar los edificios en el espacio, de acuerdo a un plan preconcebido, en un contexto de intenso carácter religioso, se debe entender que estos tenían círculos o clanes cerrados, con ritos iniciativos a fin de preservar la exclusividad del conocimiento. El ordenamiento espacial previo a la construcción, la extensión del espacio construido y la diversidad de estructuras sugieren un patrón definidamente urbano. No fueron improvisaciones muy por el contrario fueron planificados. Si comparamos la arquitectura de “Caral” con la del sitio de “Aspero”, ubicado también en el litoral de Supe, observamos una fuerte identidad en el patrón constructivo, la tecnología, en los materiales utilizados y los procedimientos; esto hace pensar en la existencia de un grupo de especialistas que prestó servicios en ambos sitios o de una intensa comunicación entre las autoridades de estos centros urbanos, del litoral y del valle medio. Es también similar la forma como se ha expresado el patrón cultural de permanente construcción-destrucción, enterramiento y reconstrucción de los edificios.
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Conjunto residencial de Caral
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A diferencia de los centros ceremoniales de los períodos siguientes, Caral muestra una gran extensión y una mayor diversidad constructiva, que se espera de un lugar habitado por una población permanente. Por otro lado, la mayoría de los ambientes religiosos en las áreas excavadas son pequeños e íntimos, especiales para un número reducido de participantes, que quizás agrupaba a los representantes de las familias nobles. Es evidente que la sociedad estuvo jerarquizada, con estamentos sociales bien definidos: campesinos, pescadores y los especialistas, que eran autoridades religiosas o curacas. En algunos casos, los edificios estuvieron cercados por murallas que separaban al personal que los ocupaban del resto de la comunidad, Asimismo, en los complejos excavados, existen ambientes que contienen estructuras escalonadas, similar al “usnu” incaico, símbolo del poder o importancia de la autoridad social. Los trabajadores, además de realizar las actividades económicas de subsistencia, agricultura, pesca, recolección de mariscos y de aprovechar los recursos naturales del monte ribereño, de los pantanos y de las lomas, estaban obligados a prestar servicios permanentes en las obras públicas: explotación de canteras, traslado de los bloques de piedra, algunos de grandes dimensiones, para la construcción y remodelación permanente de las edificaciones. Ellos también tuvieron a su cargo el acarreo de piedras y tierra en grandes volúmenes, para el enterramiento ritual de las construcciones, actividad realizada periódicamente.
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Vista aérea de Caral
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El número de centros urbanos -17 identificados- en el valle de Supe, por su magnitud, requirieron de una gran cantidad de mano de obra para labores agrícolas de producción alimenticia y los excedentes, para la edificación, mantenimiento, remodelación y enterramiento de las pirámides. Si consideramos exclusivamente la capacidad productiva de este pequeño valle, esta no habría podido ser realizada sin la participación de las comunidades de los valles vecinos. Por motivos que todavía desconocemos, la ideología de los pobladores de Supe alcanzó prestigio regional en la época, convirtiéndolo en un valle sagrado. Las comunidades ubicadas en las rutas de comunicación, con Caral, atrajeron la atención de sus vecinos, captando la fuerza de trabajo y los excedentes producidos por los pobladores de los valles costeños de Huaura, Pativilca y Fortaleza, con los cuales se comunicaba Supe a través de varias quebradas laterales, especialmente desde el valle medio. Nos preguntamos si el mismo nombre que ha quedado en el valle, Supe (Supay, demonio, diablo), podría ser el recuerdo nominal del temor y respeto que las sociedades de aquella época le tuvieron al lugar donde residían los dioses y estaba el poder de los gestores y conductores de su vida económica, social y religiosa. Finalmente, después de varios siglos de ocupación, los habitantes de la ciudad sagrada decidieron abandonarla, no sin antes enterrar todas las construcciones con densas capas de guijarros, piedras cortadas y cantos rodados, cumpliendo con determinadas ofrendas a la usanza tradicional, mesadas de pago a la madre tierra (Pacha Mama) y los Huamanis (cerros). Nada se dejó al descubierto. El clima, a través de los cuatro milenios siguientes, se encargó de acumular arena y contribuir en esta obra de enterramiento cultural.
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Alineamiento entre la Huancas de piedra y la Pirámide
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El respeto sacral a CaralLa religión tuvo un rol predominante en la vida de los pobladores y en su organización social, los templos destacaron en los centros urbanos y en torno a ellos se organizaron las actividades cotidianas de diverso orden. Cada asentamiento tuvo así un carácter sagrado y los templos fueron el foco de la dinámica socioeconómica y política. Los templos sirvieron como fundamento de la cohesión social y recibieron una periódica remodelación, relacionados con la observación astronómica y la medición del tiempo, para la elaboración de su calendario agrícola. Las varias piedras paradas o “Huancas”, identificadas en las plazas y atrios, habrían servido para esta función. El trabajo permanente de construcción-destrucción y reconstrucción de las estructuras en medio de rituales, ofrendas e incineraciones, era también un modo de mantener las obligaciones de la población con la religión y de utilizar a ésta como medio de cohesión.
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Pirámides de Caral
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Los conductores de la ciudad de Caral reforzaron su poder con estas prácticas ceremoniales y rituales, Todas las actividades efectuadas en la ciudad estuvieron teñidas de religiosidad, cada ambiente tuvo su fogón central donde se incineraban alimentos y otras ofrendas. Antes de la remodelación de un ambiente se quemaban bienes y se esparcían los carbones y las cenizas por el piso del recinto, que luego era enterrado. En algunos casos, se colocaba en hoyos unos “tamales” de alimentos, tapados por cenizas. Posteriormente pusieron canastas llenas de piedras y alimentos quemados en medio del relleno de la habitación que estaba siendo enterrada. En cada uno de estos santuarios se consolidó paulatinamente una clase sacerdotal que preservó celosamente sus conocimientos y su poder. Esta clase privilegiada, especialista en técnicas agrícolas de producción y en organización del trabajo "colectivo", estructuró jefaturas teocráticas que fueron intensificando su dominio sobre la clase productora (campesinos, pastores, artesanos, etc). Los sacerdotes reforzaban su hegemonía con una simbología de dioses zoomorfos y feroces, aprovechando las supersticiones, creencias y temores de los campesinos que vivían agrupados en ayllus o comunidades aledañas, donde el parentesco y la producción colectiva mantenían unido a sus integrantes. Las pirámides de Caral tienen una similitud constructiva a sus coetáneos de sumeria y Egipto que son las más antiguas. Asi las sumerias se edificaron con mastabas de ladrillo de barro cocido, las egipcias se hicieron de piedra. Para no abundar en estos temas ya tratados ilustramos nuestra afirmación con fotos.
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A la izquierda Zigurat de Sumeria a la derecha la pirámide de Saqqara en Egipto
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Pirámides de Caral
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La fascinación de la era moderna por descubrir sus antepasados nos ha llevado a desempolvar huellas e indicios, para poder formular hipótesis, reconstruir la historia y desentrañar los misterios que nos llenan de intriga. Es así que, en la actualidad, la ciencia y sus avances hacen posible saber con certeza y exactitud cómo vivieron nuestros antepasados. Hace ya más de cinco millones de años que los seres humanos poblaron el planeta, pero hace seis millones de años que empezaron a construir centros urbanos que se desarrollaron de forma independiente entre sí. Los más importantes legados de estos primeros pobladores, con significativo grado de progreso, se encontraron en Sumeria, la India, Egipto, Perú, China y Centro América, cuya investigación es de gran importancia pues estas incipientes poblaciones influyeron en las futuras. Caral es considerado uno de los focos de la civilización mundial y se halla, en la provincia de Barranca, Valle de Supe a escasos kilómetros de Lima. Es una ciudad majestuosa e impresionante; nunca otro asentamiento de esta naturaleza tuvo establecimientos tan numerosos y extensos, con una arquitectura pública como ésta. Por sus dimensiones y complejidad, se ha planteado que el centro urbano de Caral fue sede del poder más importante, ello basado en la diversidad de alimentos provenientes de la costa, sierra y selva.
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Vista satelital de Caral
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Estas construcciones de arquitectura monumental y residencial son prueba de la existencia de una economía solvente y reflejo de una diferenciación social interna, de status jerarquizado en élites. Es así que Caral, la más representativa, se caracterizó por la complejidad en el uso del espacio, del diseño arquitectónico y en la labor constructiva. Ocupa un área de 65 hectáreas, seis volúmenes de pirámides mayores, construcciones monumentales menores y residencias de diversas dimensiones, tecnologías y materiales de construcción. Esta diversidad de construcciones es lo que evidenciaría la existencia de una sociedad estratificada en clases: una élite gobernante y una población soporte, de la cual dependían para la producción del territorio. Las edificaciones de Caral estuvieron sujetas a constantes remodelaciones, cuyas estructuras se volvían más complejas. Todo ello implicaba el uso de técnicas de experimentación y el conocimiento de ciencias exactas y predictivas en aritmética, geometría y astronomía, lo que muestra un impresionante desarrollo cultural y social, de la sociedad de Caral, el rol protagónico en las actividades cotidianas, económicas, políticas y religiosas, transmitieron y reflejaron a otras áreas de influencia en la costa, sierra, selva y región norcentral del Perú. En Caral se hallaron semillas de frutos consumidos por los pobladores (lúcuma, y ají), de plantas (camote, tutuma, sauce, achira, llaque) y herramientas utilizadas (batanes, hachas de piedra, puntas de proyectiles, instrumentos agrícolas, etc), redes, tapetes y shicras (bolsas de fibra vegetal). Se hallaron las conchas de abanico, machas, conchas de spondylus, bellamente trabajadas y decoradas, que no solo dan la información de que los caralinos de hace 5 mil años gustaban de la ornamentación, sino que comercializaban estas piezas con pescadores de la zona.
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Pero eso no es todo, el cultivo y uso del algodón ya era parte de la vida de los caralinos, quienes confeccionaban redes para la pesca o lo utilizaban para hacer trueques con productos de la selva, tales como plumas de guacamayo, que sus principales autoridades usaban para definir su jerarquía. Todas estas evidencias corroboran que Caral fue la cultura más importante de su época en América del Sur mucho antes a la de los mayas en Centro América, quienes también construyeron pirámides de piedra.
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Pirámide maya
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Nosotros visitamos Caral y nuestra impresión de ella no hace otra cosa que corroborar todo lo que se tenía por escrito hasta esa oportunidad y naturalmente podemos suscribir que “Caral es la ciudadela más antigua de América”.
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El autor en Caral
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Maestro Mason Herbert Oré
Belsuzarri 2do. Vig:. P:.F:.C:.B:.R:.L:.S:. FENIX 137-1 herberthore1@hotmail.com Valle de Lima Setiembre de 2011 |
CARAL
Primera Edición Digital 2012.
Herbert Oré Belsuzarri
Un Masón Para el Mundo.
051 1 968844344
051 1 965358733
herberthore1@hotmail.com
Publicado en:
Fénix News
Dialogo Entre Masones
Gran Biblioteca Herbert Oré Belsuzarri
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Febrero 2012.
Autorizado por el autor
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