Imprecación al Mar

poema de Silvina Ocampo

 

¡Mar insistente y duro y predilecto

aguza en mí la luz del intelecto

no el gusto de las muertes prestigiosas

en tus aguas violentas e impetuosas!
Déjame precisar en mi desvelo

tu horizonte y arráncame este velo

que fascina mis ojos, que me llama

como el amor o el fuego con su llama.
En tu fulgor, que emana de los vientos,

que en tus olas dibuja movimientos,

quiero dejar de ser, no ser humana,

dejar mi vestidura cotidiana,

y aspirando a una vida más furtiva

junto al coral, al alga, al agua viva,

ser piedra apenas, piedra o caracol,

presa en tus vidrios como en un crisol.
No tienes árboles para alternar

tus sombras, ni retoños al cambiar,

bien lo sé, ni ese olor enardecido

que brota de la tierra si ha llovido;

no otorgas esa impávida promesa

que hace creer que es hermosa la tristeza;

no tienes lo que más me ha conmovido

de la tierra el follaje adormecido.
Si en el crimen Caín abandonado

corrió a tu orilla para huir de su hado;

si Andrómeda en el borde de tu abismo

te ofrendó su actitud de misticismo;

si Eneas y si Ulises te buscaron;

si las sirenas áticas cantaron,

secretas y espectrales, en las ondas

de tus profundas, azuladas, frondas:

dentro de tus cristales, si durmieron

los marineros rubios y murieron;
si no te asocio a Grecia solamente
o a una anterior edad coexistente,

cuando en el Paraíso, usurpadora,,

sufrió la dicha plagios de tu aurora;

si Isolda y si Tristán se enamoraron

y para amarse te conmemoraron;

si enjugaste los ojos de Virginia;

si brillaste en el fondo de la insignia,

al pie de las ciudades, murmurante,

oscureciendo el humo tu semblante;

si a tus costas llegó perdido el ciervo,

con ramas, perseguido por el cuervo;

si en las noche australes cien caballos

corrieron a tu orilla entre los rayos;

si en tus puertos quedaron recogidas

manos aladas de las despedidas;

si un lamento marino de naufragios

cubrió tus costas claras de presagios;

y si yo en el presente he recorrido

tus noches y tus días y he querido

al limitar tu soledad cantarte

y como Palinuro antaño amarte,

librar mis sueños a tu sueño oscuro;

si he perdido el pasado y el futuro

viendo en tu variación sólo volar

tu pez de plata pálido y brillar

tu espuma con guirnaldas sobre el liso

indescifrable mármol indiviso,

es que en tus dédalos de agua la muerte,

con sus memorias, vuelve el tiempo inerte,

y que si no llevara pasaporte
— como la brújula que enseña el Norte —

podría no saber cuál es el hombre

que me acompaña y olvidar mi nombre.

poema de Silvina Ocampo
 

Publicado, originalmente, en: Revista "Sur" Nº 206 Diciembre 1951 Buenos Aires, República Argentina

Gentileza de Biblioteca Nacional Mariano Moreno - Buenos Aires, República Argentina

Link del texto: https://catalogo.bn.gov.ar/exlibris1/apache_media/T8JGIANH5JAIL8YR79163J98MLJXKM.pdf

 

Ver, además:


            Silvina Ocampo en Letras Uruguay

 

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