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Cada vez que me acerco a mi final
me siento un carcamal
más animal
loco suelto
por fin en mi loquero
más dichoso que un paleontólogo
que encontró— la pelvis de una hembra
Voy por la carretera a toda flecha
tocando la rodilla de una niña
mascando un chicle cibernético
cantando una canción de la madona
Voy a toda madre
burlando cada bache
con elegancia de tramposo a toda prueba
Y que nadie me reclame mi alegría
ya sé que cada cual es rencoroso
que pone su cáscara de plátano
o que pellizcan al final del espinazo
y luego se hacen los estatuas
No me importa para nada
sus francas seriedades
esa pose monolítica y babosa
que ponen cada minuto de la vida
Me importa un pito los triunfadores
los vendedores más grandes del mundo
o los que encontraron a Dios
un poco tarde
o los que no quieren publicar ya sus poemas
porque llamaban acabar con el sistema
y se burlaban de los próceres
Les digo que sigo estando en buen camino
aunque me haga pedazos en las curvas
y mis pechos no resistan un oxígeno devaluado
y mis ojos vean más la hipocresía
de quienes ahora dan a Dios
lo que en la juventud dieron al Diablo
Me apestan los bomberos
que antes fueron incendiarios
yo sigo creyendo que hay que poner más dinamita
para que se acabe el comején capitalista
y que no acepto poetas distraídos
que hablan de la toma pacífica
de la paz apestosa y sus comadres
a cuenta de renovar la metáfora
y proponer nuevos lenguajes
Voy de frente y sin tutías
con todo esta carrocería de otra era
Y tan flamante y tan trompudo
con las ganas de hacer todos los males
que no me dejaron hacer en otro tiempo
Con veloz manía y manos agenciosas
quiero quemar mis últimos cartuchos
a pesar de faltarme gasolina
y ser un muchacho con arrugas
Vengan, sigan mi última olimpiada
pongan un misil en mi cabeza
acepten la vida vibrante que me queda
imiten un poquito mi locura
acoliten mi nitroglicerina
esta bomba de neutrones que hace falta
para acabar con la pus
las almorranas
de los poquísimos vergajos
que se han adueñado del santo y la limosna |