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No tengo a dónde irme ni dónde estar
Por eso sigo en mi cuerpo
Así de simple
Es en la parte en que todavía
Logro respirar
Y en donde aún no me cobran el sol
Tengo mis muebles propios
Y dispongo de una rutina
De salsipuedes cotidiano
Es el único sillón flexible
sofá-cama
Rodilla y barandal
Y dos pies que locomocionan el paisaje
No tengo otra familia mejor
Ni cine más jovial
Ni teatro más auténtico
Soy padre y hermano de mi mismo
Abuelo hereditario
Y abuela a cada rato
Contándome los cuentos de otra vida
Con mansedumbre de boa
Este cuerpo mío es lo único que tengo
Y me da pena no poder legarlo
Al otro transeúnte que viene desarmado
O que no tiene piso
La dificultad es el traspaso de una órbita a otra
La incoincidencia astral
Mi neurona díscola
Yo también habito de paso en este cuarto
Pero me he posesionado algún tiempo
Que casi puedo decir que sea mío
Aunque es posible que otro pasajero
Se fue dejándome instalado
Sin yo saberlo
Pero tampoco sin estar del todo
De cuerdo o desacuerdo
Rara proclama de unidad
Quiero que mis hermanos maduren su paciencia
Pongan todas las manos para subir la cumbre
No existen imposibles si unimos certidumbre
Desechamos las guerras, el destino, la herencia.
Son carne de mi carne estos hombres y mujeres
Ni más altos ni bajos, ni débiles ni fuertes
Unamos voces, brazos, unísonos los seres
Hebras de una madeja, flexibles y no inertes.
Nada ni nadie nunca podrán con nuestra fuerza
Porque unidos los hilos consolidan la trenza
Porque miles de brazos son roca y fortaleza
Con paciencia de trébol y dureza de prensa
Venzamos de la cumbre su hostilidad de altura
Coronando su cima con plural donosura. |