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¿Y qué podría decir Jalil Gibrán ante una cola para legalizar un récord policial?
Ni Platón lo sabe, menos Einstein.
Yo por lo menos me como gorilas con este homenaje que hago a los policías
Nadie tiene la llave para saber las buenas nuevas de esta época
Ni hay computadora que adivine tanto rollo de la vida.
Hoy, en Quito 2005, se me cae el hígado de tanto asco
Que me visita cuando pienso en el sueldo de un diputado
Si lo comparo a la urgente necesidad de tomar un bus.
¿Podría interesarse el gran Zaratustra en todo el vía crucis de un emigrante?
Juro por Shakespeare que no.
Sólo yo sé de memoria la vergüenza de ser un tele-cornudo
Y las tripas que se necesita para aguantar ser casado a distancia.
Y no pregunten por los hijos, ¡por Dios no pregunten por los hijos!
Piensen sólo en el sufrimiento de un escritor como Cervantes
Obligado a hacer reír a la gente para olvidar las estupideces de su hija
Y los crímenes junto a su casa.
A Esquilo no le hubiese gustado
Sacar su cédula de identidad
O que le espulguen si es casado o pederasta
Sólo piensen un momento en tanta plata que sacan
Con el cuento del récord policial
Y con las firmas de tanto imbécil sólo para agonizar en otro país
¿De qué sirve el internet si hay que madrugar ante los burócratas
Para hacerse marcar con el sello de la bestia de turno?
Maldita sea cómo me barren el alma y los bolsillos
Cómo me hacen sentir un pobre gusano jorobado
Pisoteado en la calle como cáscara de plátano
No quiero estar en este país
Tampoco en otro.
En ambos me tratan como a robot de sudor
Como a pollo frito listo para la cena |