Dos movimientos

poema de Pablo Neruda

 

Ya el tiempo bajando tal vez en mi cuerpo, en tu cuerpo. una rosa,

y como un termómetro la edad de la rosa desciende a la tierra:

en lenta y delgada la línea de su inexorable angostura

y en la transparencia del día camina la sed en la copa

y se va aminorando la llama del vino en tu cuerpo:

la rosa que estuvo en la altura de tu cabellera

infundiendo la pompa fragante de la primavera

bajó desbordando los ojos con agua de espadas y relámpago de aguamarina,

puso en la nariz un temblor de aleteo de vuelo en la sombra

y el rastro que deja el aroma veloz del venado en la selva

todo fue percibido, cazado, quemado y perdido:

la rosa duplica los labios curiosos y ansiosos del enamorado,

levanta los pechos compactos de las azucenas

y crece la dura doncella como un obelisco

hasta derramarse en caricias mojadas por el embeleso

y baja la rosa en el hijo matando a la madre

y vuelve a brillar su destello en la altura del hombre que nace,

hasta que en el tránsito se cae del sexo la rosa

y se tambalea la edad en la noche del frío:

hasta que la tierra recoge tu cuerpo que ya no florece.

 

No cuento el pasaje, no diga el viajero que yo lo examino,

no diga que veo a través de su cuerpo de vidrio la edad que sostiene o demuele sus pasos,

yo soy el distante que lleva en sus venas su vida y la mía

y si participo de su alma comparto con él el otoño

y en el movimiento estrellado de las estaciones floridas

resguardo la parte de la primavera que le corresponde.
Fue mi obligación transparente vivir otras vidas,

morir otras muertes y resucitar entre gentes que no me conocen.

Es esta la hora del mar circundante y por la ventana comprendo
el agua infinita que no me interesa. Sabed, compañeros,
que los pescaderos de eruzos salieron y veo su mínima nave
tocar el peñón de Isla Negra alejarse bailando en la espuma
mientras sube y desciende en la ola un aciago debate:
la proa se cae de bruces y cede el vacío
hasta que otra vez se establece en la espuma un negro nenúfar.

 

Bajó enmascarado al silencio el que era Rodríguez

y ahora, con ropa de escualo, se Huma sigilo, y ondula

buscando pegado a la piedra el callado organismo

que late entreabierto adherido a su madre infinita

hasta que el cuchillo separe la vida y la piedra.

 

Y el hombre regresa llevando en un saco el molusco sangriento.

 

poema de Pablo Neruda

 

Publicado, originalmente, en: Ficción. Revista-Libro Bimestral Núm. 51 Enero de 1967

Ficción se editó entre 1956 y 1971 - Lugar de edición: Ciudad de Buenos Aires

Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/ficcion-no-51/

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.

 

Ver, además:
              Pablo Neruda en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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