La historia de un caballo que era bien bonito cuento de Aquiles Nazoa |
Yo conocí un caballo que se
alimentaba de jardines. Todos estábamos muy contentos con
esa costumbre del caballo; y el caballo también porque como se alimentaba
de jardines, cuando uno le miraba los ojos las cosas se veían de todos
los colores en los ojos del caballo. Al caballo también le gustaba
mirarlo a uno con sus ojos de colores, y lo mejor del asunto es que con
los ojos de ese caballo que comía jardines se veían todas las cosas que
el caballo veía, pero claro que más bonitas, porque se veían como si
tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el caballo estuviera viendo
para donde estaba mi escuela. El entendía la cosa y miraba para allá, y
entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a través de los
ojos del caballo. ¡Qué caballo tan agradable! A nosotros cuando más nos gustaba
verlos era aquellos domingos por la mañana que estaban tocando la retreta
y ese caballo de colores llegaba por ahi vistiéndose de alfombra por
todas partes que pasaba. Yo creo que ese caballo era muy cariñoso.
Ese caballo tenía cara de que le hubiera gustado darle un paseíto a uno,
pero quien se iba a montar en aquel pueblo en un caballo como ese, pues a
la gente de ahí le daba pena; ahí nadie tenía ropa aparente. Como sería de bonito ese caballo que
con ese caballo se alzó Miranda contra el gobierno porque se inspiró en
el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos. Ese caballo si se veía bonito cuando
estaban tocando ahí esa retreta y el Señor Presidente de la Sociedad de
Jardineros lo traía para que se desayunara en la plaza pública. Que caballo tan considerado. Ese
caballo podía estar muy hambriento, pero cuando los jardineros lo traían
para que se comiera la plaza, el sabia que en el pueblo había mucha gente
necesitada de todo lo que alli le servían, y no se comía sino a los músicos.
Y los músicos encantados. Como el
caballo estaba lleno de flores por dentro, ellos ahí se sentían
inspirados y se la pasaban tocando música dentro del caballo. Bueno, y como el caballo se
alimentaba de jardines y tenía todos los colores de las flores que se comía,
la gente que pasaba por ahí y lo veía esperando que los jardineros le
echaran su comida decían: míreme ese caballo tan bonito que está ahí
espantándose las mariposas con el rabo. Como sería de bonito ese caballo que
con ese caballo se alzó Miranda contra el gobierno porque se inspiró en
el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos. Y el caballo sabía que decían todo
eso, y se quedaba ahí quietecito sin moverse para que también dijeran
que aquel caballo era demasiado bonito para vivir en un pueblo tan feo, y
unos doctores que pasaron lo que dijeron es que lo que parecía ese
caballo es que estaba pintado en el pueblo. ¡Así era de bonito ese caballo! Todo el mundo era muy cariñoso con
ese caballo tan bonito, y más las señoras y señoritas del pueblo, que
estaban muy contentas con aquel caballo que se alimentaba de jardines. ¿No
ve que como consecuencia de aquella alimentación lo que el caballo echaba
por el culito eran rosas? Así, cuando las damas querían
adornar su casa o poner un matrimonio, no tenían más que salir al medio
de la calle y recoger algunas de las magníficas rosas con que el caballo
le devolvía sus jardines al pueblo. Una vez en ese pueblo se declaró la
guerra mundial, y viendo un general el hermoso caballo que comía
jardines, se montó en él y se lo llevó para esa guerra mundial que había
ahí, diciéndole: mira caballo, déjate de jardines y de maricadas de
esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a defender los
principios y tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo no se
quien, y bueno, caballo, todas esas lavativas que tu sabes que uno
defiende. Apenas llegaron ahí a la guerra
mundial, otro general que defendía el patrimonio y otras cosas así, le
tiró un tiro al general que estaba de este lado de la alcabala, y al que
mató fue al caballo que se alimentaba de jardines, que cayo a tierra
echando una gran cantidad de pájaros por la herida porque el general lo
había herido en el corazón. La guerra por fin tuvo que terminarse
porque si no hubiera quedado a quien venderle el campo de batalla. Después que terminó la guerra, en
ese punto que cayó muerto el caballo que comía jardines, la tierra se
cubrió de flores. Una vez venía de regreso para su
pueblo uno que no tenía nombre y estaba muy solo y había ido a recorrer
mundo buscando novia porque se sentía bastante triste, ¿no ve que le
mataron hasta el perro con eso de la defensa de los principios y tal?, y
no había encontrado novia alguna porque era muy pobre y no tenia ninguna
gracia. Al ver ese reguero de flores que había
ahí donde había muerto el caballo que comía jardines, el hombre cogió
una de su gusto y se la puso en el pecho. Cuando llegó al pueblo encontró
a su paso una muchacha que al verlo con su flor en el pecho, dijo para
ella misma: que joven tan delicado que se pone en el pecho esa flor tan
bonita. Hay cosas bonitas que son tristes también, como esa flor que se
puso en el pecho ese joven que viene ahí. Ese debe ser una persona muy
decente y a lo mejor es un poeta. Lo que ella estaba diciendo dentro de
ella con ese asunto, el hombre no lo escuchó con el oído, sino como lo
oyó fue con esa flor que tenía en el pecho. Qué iba a hacer, le regaló a
aquella bonita muchacha la única cosa que había tenido en su vida, le
regaló a la muchacha aquella flor que le servía a uno para oír cosas:
¿quién con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente a una muchacha? El día que se casaron, como el papá
de ella era un señor muy rico porque tenía una venta de raspado, le
regaló como veinticinco tablas viejas, dos ruedas de carreta y una moneda
de oro. Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó una carreta y a la carreta le pintó un caballo, y con la moneda de oro compro una cesta de flores y se las dio de comer al caballo que pinto en la carreta, y ese fue el origen de un cuento que creo haber contado yo alguna vez y que empezaba: "Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines". |
Aquiles Nazoa
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