Amigos protectores de Letras-Uruguay

A propósito de Edoardo Sanguineti
(1930-2010)
Pablo Mora*

Al rescoldo de la fogata del Mayo Francés del ’68, tuvimos la satisfacción de conocer a algunos de los integrantes más preclaros del Grupo 63, entre ellos: Luigi Malerba, Alfredo Giuliani, Alberto Gozzi, Giorgio Manganelli, Nanni Balestrini, Antonio Porta, Elio Pagliarini, Angelo Guglielmi y Edoardo Sanguineti. Ora en el Teatro Stabile, ora en la sede de la Unione Culturale de Torino, nos fue posible adentrarnos en la investigación y vivencias de la “poética italiana contemporánea” a través de un conjunto de eventos denominados “lettura-spettacolo” .Edoardo Sanguineti, poeta, crítico y teórico literario italiano, habiendo nacido en Génova el 9 de diciembre de 1930, murió el 18 de mayo de este año 2010, mientras se desempeñaba como profesor de literatura italiana en la Universidad de Génova.

Protagonista de la literatura italiana de la segunda mitad del siglo XX, ya sea como autor de vanguardia, ya como estudioso, participó activamente en iniciativas intelectuales y en manifestaciones culturales. Sanguineti es una de las figuras más representativas de la neovanguardia; publicó numerosas colecciones de poesía experimental: Laborintus (1956), Triperuno (1964), Postkarten (1978), Bisdibis (1987). También escribió novelas, Capricho italiano (1963) y obras teatrales, Teatro (1969). Además de su actividad como traductor, sobre todo de las lenguas clásicas, hay que mencionar los libretos realizados para el músico Luciano Berio. Ligado a la explosión de la nueva vanguardia italiana, autónoma personalidad creativa, corresponsable de la antología I Novissimi, que en 1961 abrió una nueva estación a la poesía italiana contemporánea.

El Gruppo 63 se propuso un cambio radical de prospectiva en el lenguaje y en la concepción de la poesía. En referencia a las relaciones con el tejido socio-político, tarea fundamental era la relación del escritor con la realidad, estableciendo previamente los deslindes entre ideología y lenguaje. 

Con el mayor de los orgullos podemos decir: io ero là! De esa fiesta espiritual, supimos, fuimos testigos entre los años 1966-1968. Saboreamos el fervor, la marcialidad con que Il Gruppo 63 se exponía y exponía su proyecto, sus planes, sueños, utopías. Prácticamente, se asistía a un verdadero montaje cultural ideológico-poético. A una manifestación artístico-espiritual, donde la lectura era lúcido espectáculo, en la que la improvisación, el diálogo o el “monodiálogo”, magistralmente ejecutados por los protagonistas del Gruppo, denunciaban claramente la autenticidad, el lungo miraggio que les permitiese como colectivo echar la vista adelante hasta oír la melodía del futuro: la nostalgia del futuro. Era como si se propusiesen leer para aprender a través de la exploración y el descubrimiento. Interpretar del mejor modo el malestar difundido en la sociedad de su tiempo. Un deseo irresistible de construir el nuevo texto, el alcance de la nueva palabra, la fisonomía de la nueva poesía.

Parafraseando a Pierre Bourdieu, Il Gruppo 63 al interior de un inconsciente cultural con peso funcional específico, asido a un particular “pathos metafísico”, representaba la tonalidad de humor que coloreaba las expresiones del momento. Reflejo de los pensamientos profundos de su generación, expresaba la visión del mundo necesaria —la utopía concreta—. En complicidad inmediata, situado y fechado, venía siendo la voz de su sociedad y de su época. Integraba Il Gruppo un definido campo intelectual a modo de campo magnético, con líneas de fuerza, lugares comunes, en los que el discurso, el lenguaje, el encuentro, el entendimiento, les permitía un abordaje común de los distintos problemas que su proyecto creador les demandaba, les exigía, en procura de un intelectual autónomo, inmerso en una autonomía o libertad creciente.

Desde los albores del futurismo, iniciador de la historia de los movimientos de vanguardia en el mundo, pasando por el ámbito neorromántico y la encrucijada del hermetismo de la década del veinte, inicia su aventura el nuevo realismo —gran estación poética italiana— volcado en una narrativa y en una poesía narrativa, dispuesto, reiterémoslo, a reflejar la angustia, los padeceres del hombre de su tiempo. Surge a renglón seguido, como hito cultural, en la poética italiana, la nueva vanguardia, representada ante todo por el Gruppo 63 en correspondencia con valores como Maiakovski, Joyce, Brecht y Dylan Thomas.

Edoardo Sanguineti —figura de las más destacadas del Grupo— apuntó siempre hacia una vanguardia revolucionaria dentro de una poesía que cumpliese una función social, al infinito, como lo testimonian los dos puntos al final de cada uno de sus poemas, en señal de que no terminasen ni terminen nunca.

Sanguineti, al abordar la experiencia de los “Novissimi”, nos adelanta una clave de lectura acerca del móvil o secreto de su obrar poético. Es cuando señala la partida de la idea de un retorno al desorden. Fórmula concluyente, lato sensu, para la nueva vanguardia en su conjunto: el retorno al desorden es el camino real del retorno a lo trágico. Desorden que de inmediato nos remonta a Arthur Rimbaud como fuente natural, cuando expresa que quería ser vidente mediante un largo, inmenso y razonado desorden de todos los sentidos. O en sus propias palabras: “Je veux être poète, et je travaille à me rendre voyant: vous ne comprendez pas du tout, et je ne saurais presque vous expliquer. Il s’agit d’arriver à l’inconnu par le dérèglement de tous les sens”.

Desorden que nos reporta al “descuartizamiento” —des-composición—, a las estructuras descuartizadas típicas de Balestrini y del mismo Sanguineti, sobre todo en obras como Triperuno donde el lector asiste a un simpatiquísimo laberinto infernal a lo largo de sus 88 páginas. Aventuras a contracorriente, a contra orden, que nos conducen a la conclusión formal con la que, inconscientemente, Edoardo Sanguineti califica, evalúa su propia obra al ponderar la de Balestrini: “Es una calculada combinación explícitamente propuesta como una de las infinitas posibles combinaciones del material lingüístico, en un universo enteramente compuesto de meras posibilidades y combinaciones lingüísticas.”

Se diría grosso modo que la poética de Sanguineti, apunta a un peculiar arte combinatorio a partir de un trabajado y respectivo cálculo combinatorio, que sobreviviendo a un enérgico descuartizamiento, en palabra dilatada, acuñada y combinada, protagoniza una auténtica alegoría amargamente verosímil de nuestro mundo, la que más allá del desarmable, patético cálculo combinatorio, desemboca en una poesía electrónica, una poesía ex machina, la misma que cada día con mayor celeridad, en evidente aggiornamento, se enseñorea y reta sin evidenciarse claramente sus inalcanzables, posibles, extremos desenlaces, entre los muchos tours y détours del polisémico, polivalente pensamiento poético de nuestros días.

Nos detuvimos en estas últimas consideraciones con el propósito de asomarnos al complejo acto de decodificación-construcción-deconstrucción que hoy por hoy espera y reta al usuario/lector/fruidor del reino electrónico en el que nos corresponde vivir.

Surge, entre otras tantas, la alternativa o proposición de una polivalencia poética que contemple, estudie, analice y explique, entre otras vehiculizaciones, las posibilidades de adaptabilidad del poema en cuanto enriquecimiento tanto en el orden endógeno como exógeno —vital-social—. Polivalencia que a tiempo y felizmente nos la prefigura Edoardo Sanguineti al indicarnos, con sus célebres dos puntos con que rubrica sus creaciones, lo inconcluso de cada poema, la perentoria y evidente necesidad de completitud creadora de parte del lector en busca del producto sinérgico-colectivo-poético o zetético poiesológico en que ha de afianzarse, a pesar de la angustia de este tiempo, la nueva conciencia cibernética, la nueva sociedad, la nueva palabra, el nuevo texto: la Poesía, Sociedad Anónima.

Pablo Mora
Profesor Titular, Jubilado, de la Universidad Nacional Experimental del Táchira.
pablumbre@hotmail.com

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