Antologías literarias de la
inmigración y el exilio en Suecia por Víctor Montoya |
“El encuentro con Suecia” |
“El nuevo país” |
En los últimos años se han dado a conocer
dos antologías literarias, cuyas páginas compendian la obra de varios de
los escritores latinoamericanos residentes en Suecia. La importancia de
estos documentos de época radica en que las narraciones y poesías
fueron traducidas al sueco y publicadas por dos prestigiosas editoriales
que, además de rescatar la producción literaria de ese sector de la
población compuesta por inmigrantes y refugiados políticos, cuentan con
el respaldo económico de las instituciones culturales del Estado.
El
encuentro multicultural
El tema central de la antología Möten
med Sverige (El encuentro con Suecia), publicada a fines de 1997
por la editorial En bok för alla (Un libro para todos), gira en
torno a las primeras experiencias asimiladas por los protagonistas de la
inmigración y el exilio. La mayoría de los autores redimen la impresión
positiva que les causó la naturaleza sueca, donde la exuberancia de la
nieve en invierno, la coloración variopinta de los bosques en otoño y la
reverberación de los lagos en verano, son un canto a la vida y la
belleza. Pero también están los textos que hacen hincapié en las
dificultades de la adaptación, el aprendizaje de un segundo idioma o la
asimilación de nuevos códigos de vida. Sin embargo, las experiencias son
diversas dependiendo de las circunstancias en que se dio el primer
encuentro con Suecia, pues así como a unos les resulta fácil
identificarse con una ave migratoria, a otros les resulta difícil aceptar
una vida alejada del terruño donde nacieron. Algo que vale la pena destacar en esta antología
es la capacidad de síntesis de los textos -tanto en verso como en prosa-,
que reflejan las experiencias vivenciales, en primera persona, de lo que
implica ser inmigrante o refugiado. Aquí aparecen los niños que
sobrevivieron a la guerra en Finlandia, los activistas políticos que
huyeron de la persecución desatada por las dictaduras militares
latinoamericanas, los bosnios, kurdos, palestinos, iraníes y otros
refugiados que abandonaron sus territorios ocupados o, simple y
llanamente, el inmigrante que desembarcó en estas tierras como mano de
obra barata o atraído por las fuerzas misteriosas de un amor
escandinavo. En síntesis, los problemas y las soluciones de la inmigración
y el exilio son algunos de los temas que se abordan en las páginas de
esta antología, cuya selección estuvo a cargo de Eva Dahlström y la
presentación a cargo de Gunnar Svensson. Möten med Sverige,
aparte de constituir un testimonio personal y colectivo, es un excelente
documento que contribuye a esclarecer la historia contemporánea de la
inmigración en Suecia, un capítulo que no siempre se contempla en los
libros oficiales de historia, como si el éxodo no tuviese causas ni
consecuencias, y como si los individuos que se desplazan de un territorio
a otro no influyeran en la vida social, política y cultural del país que
los acoge; por el contrario, esta antología es un ejemplo de que cada uno
de nosotros somos testigos de nuestra época y protagonistas de la
historia reciente, así no lo sepamos o no estemos conscientes de ello.
Asimismo, Möten med Sverige es
un punto de referencia para las generaciones venideras, para los niños y
jóvenes que un día se preguntarán quiénes son y de dónde provienen
sus padres. Es una piedra de toque para no olvidar el pasado ni el
presente, sino para conservarlo en la memoria y en los registros de la
historia contemporánea. Esta antología, de acuerdo a los objetivos establecidos por los responsables, pretende ser la continuación del libro Världen i Sverige (El mundo en Suecia), que esta misma editorial tuvo el acierto de publicar en 1995, bajo la redacción de Madeleine Grive y Mehmed Uzun; ocasión en la que, por cierto, se olvidó incluir a varios escritores latinoamericanos que tienen un prestigio bien ganado tanto en Suecia como en sus países de origen. Con todo, esta brillante iniciativa marcó el inicio de una serie de proyectos de integración en los cuales están trabajando algunas editoriales que cuentan con el respaldo económico del Consejo de Cultura del Estado. Por otro lado, la publicación de Möten med Sverige, que tiene un carácter internacional, es una muestra de que los lectores nativos tienen mayor interés por conocer las experiencias personales de quienes, sin perder su identidad cultural ni su idioma materno, parecen dispuestos a enriquecer el mosaico sociocultural de este país escandinavo, donde los políticos de extrema derecha -incluido un sector de la policía- no hacen otra cosa que asociar al extranjero con la desocupación, el malestar económico, la criminalidad, el racismo y la xenofobia. En Möten med Sverige se
encuentran todas las vertientes de una colectividad multicultural, lejos
de los prejuicios sociales, raciales y religiosos. Es un regio compendio
donde se explaya con lucidez los temas referentes a la inmigración y el
exilio, sin otro interés que manejar con efectividad los recursos técnicos
que ofrecen los diversos géneros literarios, como si sus autores no
tuviesen otro oficio que el de atrapar ideas y sentimientos a través de
la palabra escrita, puesto que la calidad estética de los textos, salvo
rarísimas excepciones, da la impresión de que la selección de los
trabajos no fue tarea fácil para los responsables del proyecto. De los
doscientos manuscritos que llegaron a la editorial, treinta y siete fueron
seleccionados para su publicación en forma de libro, de los cuales cuatro
llevan la firma de autores latinoamericanos: un chileno (Luis Peña
Cifuentes), una salvadoreña (Myrna López), una uruguaya (Alicia da Cruz)
y un boliviano (Víctor Montoya).
La antología tiene la virtud de mostrar ante la opinión pública la cara menos conocida de la inmigración, aquélla que no aparece en los medios de comunicación, donde se describe al inmigrante desde la perspectiva del prejuicio social y racial, aun sabiendo que los cambios sustanciales que se están experimentado en la sociedad del bienestar no se deben a la presencia de los inmigrantes, sino al fracaso de un modelo económico cuyas consecuencias son contraproducentes para las grandes mayorías. De cualquier modo, la antología Möten med Sverige, de formato sobrio y contenido aleccionador, permite respirar un aire fresco, lleno de ilusiones y esperanzas. Ojalá el contenido de los textos haga ecos en la conciencia de los lectores y permita mirar al inmigrante de un modo menos estereotipado y negativo, pues en toda sociedad heterogénea, donde se encuentran todas las razas, lenguas, credos y culturas, el respeto a las diferencias étnicas es un respeto no sólo a los Derechos Humanos y los principios elementales de la democracia, sino también uno de los pilares fundamentales que garantiza la tolerancia y la seguridad ciudadana.
Las
nuevas voces La antología Det Nya Landet (El
Nuevo País, 1998), que la editorial Lindelöws puso a consideración de
los lectores suecos y la crítica especializada, está compuesta por
cuarenta y cuatro escritores profesionales y aficionados, pertenecientes a
la primera y segunda generación de inmigrantes y asilados políticos. Se
trata de rescatar a las nuevas voces suecas que, llegadas desde
otros confines a partir de los años cuarenta, hacen ecos en su nueva
‑o segunda‑ patria, donde ya nada es igual y donde todo cambia
en medio de la diversidad lingüística y multicultural. Además, entre el
millón y medio de inmigrantes que corresponden a más de ciento treinta
nacionalidades, es natural que existan quienes se dedican con mayor o
menor asiduidad al arte de la escritura, así el establishment cultural
los considere todavía escritores inmigrantes; una denominación
que, al margen de las tablas estadísticas, no siempre se ajusta a la
realidad de los creadores, pues el hecho de ser extranjero no implica ser
peor escritor que uno que nació en Suecia, al menos, si se parte del
criterio de que el escritor es escritor en cualquier circunstancia,
indistintamente del país donde vive y del idioma en que escribe. No está por demás apuntar que la selección
de los textos de esta antología fue lenta y rigurosa, ya que el consejo
de redacción, a la cabeza de los responsables de la editorial, estuvo
integrada por reconocidas personalidades del ámbito cultural; la prueba
está en que de los setecientos textos que llegaron a la mesa de redacción,
apenas cuarenta y cuatro fueron insertados en la antología, cuyos autores
‑hombres y mujeres, jóvenes y viejos‑ comparten el destino de
ser escritores inmigrantes en un nuevo país. Entre los escritores de América
Latina se encuentran la argentina Ana Martínez (Buenos Aires, 1946), el
colombiano Víctor Rojas (Bogota, 1953), los chilenos Carlos Geywitz
(Santiago, 1948) y Adrian Santini (La Serena, 1950), el salvadoreño Oscar
García (1963) y quien escribe estas líneas (La Paz, Bolivia, 1958). El libro -de 284 páginas, incluida la presentación, el prólogo y el epílogo-,
es una suerte de espejo que refleja la imagen múltiple de una realidad
donde conviven diversas culturas. Los textos forman un conjunto rico en
variantes lexicales y matices literarios, donde se revela, de un modo
general, la situación de dualidad cultural a la cual se enfrentan los
escritores; por un lado, añorando la cuna de su origen y, por el otro,
intentando acomodarse -o asimilarse- a los códigos de vida que
corresponden a la nueva realidad del país donde viven.
Todos y cada uno de los autores, dependiendo
de su experiencia vivencial y el grado de dominio escritural, ponen su
impronta peculiar en la elaboración de los textos, cuyos ejes temáticos
difieren en extensión, forma y contenido, aunque el hilo sutil que los
une está en el hecho de haber sido elaborados por autores de origen
extranjero. Entre los cuarenta y cuatro escritores hay quienes llaman la
atención por el dominio de la sintaxis y el léxico del idioma sueco, en
tanto otros sobresalen por el acertado manejo de las técnicas narrativas
que ameritan su vocación literaria, puesto que tanto la forma como el
fondo de los textos están ensamblados estrechamente, como la cruz y la
cara de una misma moneda. Otro de los aciertos de esta antología radica
en haberse concentrado en los textos escritos en prosa, ya sea en el género
del cuento, la prosa lírica y el relato. La escritora Sun Axelsson,
conocida por su obra autobiográfica y por su relación con los escritores
latinoamericanos residentes en Suecia, apunta en la introducción: Por
fin llega una nueva antología, está vez con relatos, cuentos,
contemplaciones y humorismos. Se trata de una colección extensiva y muy
variada. Detrás de la selección se siente un maravilloso y positivo afán
de no excluir sino de dar la bienvenida a la mayor cantidad de voces
posibles. En efecto, la obra literaria de los escritores de origen
extranjero tiende a ser cada vez más visible entre los lectores nativos,
quienes, de un tiempo a esta parte, están a la espera de que las
editoriales promuevan la traducción y publicación de libros que, aun
habiendo sido escritos en este país, son desconocidos para la mayoría de
los lectores que no tienen acceso a los textos en kurdo, persa, swahili o
tigriña, que en el mundo editorial cuentan con menos ventajas que los
libros publicados en alemán, francés y español, considerados idiomas más
europeos y universales. Asimismo, y sujetándonos a las intenciones de
esta nueva antología, es digno destacar el interés que existe entre los
lectores nativos por conocer las obras de los escritores extranjeros que
forman parte de la población sueca, así tengan los ojos y el pelo de
color oscuros y una segunda lengua cuya fonética los delata como
inmigrantes o asilados políticos llegados a estas tierras a partir de la
Segunda Guerra Mundial; una nueva realidad a la cual se refiere Sun
Axelsson en el reverso del libro: Está claro que Suecia es un nuevo país.
Finlandeses, iraníes, latinoamericanos, asiáticos, africanos y otras
generaciones de inmigrantes -todos están en esta antología. Los relatos
son una continuación de la antología ‘Världen i Sverige’, que fue
publicado en 1995. Esta vez el foco está dirigido hacia nuestro propio país,
tan rico en diversidad, contradicciones, recuerdos, alegrías y
desesperación (…) Tenemos también una visión de las condiciones
humanas existentes en el mundo que está fuera de nuestras fronteras, un
mundo de temor y sufrimiento. Mas a pesar de los testimonios sombríos, en
el libro existe una luz que nunca se apaga, una consolación y una
esperanza que nunca ceden. El calor y el humor en los relatos conceden a
la antología ‘Det Nya Landet’ una dimensión de profundo humanismo
que ninguno de nosotros puede eludir.
No es para menos, son varios ya los escritores
inmigrantes que forman parte de la vida cultural de este país, y no será
extraño que los escritores suecos del presente milenio respondan al
nombre de: Li Li, Nasim Agnili, Patricia Lorenzoni, Nicolas Kolovos y
Hashang Vali, Alejandro Leiva; un grupo de jóvenes creadores que escriben
directamente en sueco, como los hijos adoptivos que, a pesar de llamarse
Hanna Nyvall o Hanna Wallensteen, tienen a sus padres biológicos en Corea
del Sur o en Etiopía. Así pues, la antología Det Nya Landet,
que compendia a los nuevos creadores de un nuevo país, no es una ensalada
rusa, ni un retrato de la marginalidad de Rinkeby, Rosengård y
Hammarkullen, sino una muestra panorámica de lo que se está produciendo
en materia literaria en el seno de las distintas lenguas y culturas que
cohabitan en Suecia; un hecho que, por sus características y objetivos,
es un esfuerzo remarcable, pues de no existir estas iniciativas
personales e institucionales, la literatura de la inmigración y el
exilio estarían condenadas a quedarse por mucho tiempo más en las
galeras del silencio y el olvido. Por lo demás, ya sabemos que los
textos bien escritos no necesitan presentaciones redundantes, sino un voto de aliento que les
permita llegar hasta su público y fundirse con la pasión de los
lectores. |
por Víctor Montoya
Editado por el editor de Letras Uruguay
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