"No queremos Olimpiada/Queremos Revolución" |
Luego del 68, la crónica se convirtió para mí, aunque no con ese término,
en espacio de resistencia, no única ni fundamentalmente político. En
1971, publico Días de guardar,
mi primer volumen de crónicas, y leo con entusiasmo La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska. Algunos radicales de
ese tiempo, que luego hallan fácil acomodo en el partido de Estado o en
algún college norteamericano, criticaron a Poniatowska (nunca por
escrito) por el “tono” de La
noche de Tlatelolco, tan “ligado al sentimentalismo”. Ciertamente,
La noche... es un libro emotivo pero esto era inevitable. Una versión
fragmentaria y múltiple —un montaje— de un movimiento y de las
reacciones a la matanza que lo aniquila, necesitó partir de la
subjetividad, del sentimiento y el resentimiento de los involucrados. Y el
registro de la dimensión personal es la base de
La noche de Tlatelolco. El desarrollo de la sociedad pulveriza la idea de una sola versión de
los hechos o de un solo tono narrativo. Esto le permite a los novelistas
introducir la crónica en sus libros sin darle crédito, y a los cronistas
atender a la vez la vida frívola y los movimientos sociales, los
personajes del Establishment y la vida popular. La prensa nacional
requiere de cambios, y de un mínimo de credibilidad que retenga y amplíe
a sus lectores. Por eso, se admiten puntos de vista disidentes y versiones
más libres y objetivas de los hechos (por lo menos, de aquellos que es
forzoso consignar). Espero en vano la cauda de crónicas, de literatura testimonial del 68.
Por una razón u otra apenas se dejan oír las voces de los marginados y
reprimidos. O sí surgen esos testimonios, pero en la narrativa, que
dispone de espacio de credibilidad para las tragedias. Es muy escaso el
registro en la crónica de fenómenos extraordinarios: el auge y el
exterminio de la guerrilla, la emergencia y la petrificación de
movimientos contraculturales, los métodos feministas para recomponer la
vida cotidiana y las relaciones domésticas, los intentos (aplastados) de
insurgencia obrera, el surgimiento de nuevas formas de vida, el desarrollo
de los fenómenos urbanos. |
Carlos Monsívais |
Ir a índice de América |
Ir a índice de Monsívais, Carlos |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |