Oda a un instante del otoño

poema de Ricardo E. Molinari

Selección de Jorge Zunino

De "Odas a orillas de un viejo río" (1940)

Quo et unde redactus sum horresco dum memini, et contremisco graviter.
Petrarca

 

He visto muchos días arrastrar sus ángeles por la tierra;

otros por el mar, ahogándolos, hace siglos en otra vida,

y vi el color radiante de sus vestiduras desaparecer de entre los hombres.

 

He visto un día, entre muchos, volver por mí, por mi piel sucia,

por la corona amarga de mis cabellos,
con la cintura lastimada contra el mar y la frente deshecha en la luz.
 

Un día, alguna vez lo deseé, solamente;
tal vez esperándole, en ocio distraído, insaciable, nacía mi sombra,

el aire de mis cerradas penas.

 

En el sur tormentoso estoy viviendo; donde el polvo cubro hasta la hez la hoja,
y la sal muerde la raíz desesperada,
donde los ríos llevan al mar una tierra áspera
que ya no empujan las hierbas y sólo mecen
los vientos. ¡El sur perdido! (Donde nadie ha de quitarme ya el perfume de una boca,

que llevo pegado

en los labios.)

 

Un día la sangre me bañó los dientes, la lengua,
y abrí los ojos, desmesurados, en las llamas horribles, en el sudor más frío

de la atmósfera.
¡Qué solo estuvo mi cuerpo todo ese tiempo!
En otro mundo inagotable, en el que un dios

hastiado castiga sin pereza mis sienes,

mi piel profunda.

 

(Habrá un instante en el otoño, una tarde, que te recuerde igual

en su duro resplandor. Quizás por una hoja o un pájaro

sobre los altos árboles húmedos,
vuelvas a estar conmigo, por hábito lúcido de la memoria

o ausencia del olvido, todavía.

 

Acaso en mi sed te memore sin cara, la voz únicamente el sí;
en aire estático, desaparecido, de vivir solo
o ya en flor imposible, sin nadie,
con el amor, el aroma más penetrante despegado
del pecho.)

 

Quisiera guardar mi corazón como un enorme castillo,

sin ojo, ni rumor; perfume, tacto, gusto,

inútil temporada de la vida. Nada. ¡Ni el mar!
Veloz frío de la muerte, sin rostro que le mire,
ni beso que le agite su dureza, ni mano que le hiera detenida,
ni largo horizonte de la tierra
que le consuele.

 

He visto algunos días sin un ser, soñando separados de la noche

 

¡Qué ángel del cielo abandonará su casa dormida,

para llegar envuelto en grandes círculos, desnudo,

a llorar sobre mi cabeza, inmensamente,

el despreciable olvido de mis cabellos!

poema de Ricardo E. Molinari Los Talas, junio de 1940.

Selección de Jorge Zunino

 

Publicado, originalmente, en: Revista Último Reino Año III, Nº 6, julio/setiembre de 1981 - Buenos Aires

Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/ultimo-reino-no-6/      

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.

 

Ver, además:

 

            Ricardo E. Molinari en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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