Elegía para esos bastardos |
Hay campanas que tuve que darte mientras los bastardos escribían sus poemas. Yo puse tu nombre por las calles donde la luz se hacia papel. Pero siempre había ceniza cuando regresaba a esconderme del tic tac del mundo. Yo que arrodille a una monja y puse fin a la película del pequeño teatro del pueblo. Todo ello para darte un desprecio infiltrado en una flor. Tomé del último-primer vaso de aire todo el miedo y enferme en la basura. Te ensucie en un parque y me dolió verte hundida en el miserable pájaro que no pudo volar. Hay campanas que tuve que darte mientras los bastardos escribían sus poemas. Bajo el himno de aquella dama que pasó a tu lado escupí su belleza. Para darte una foto llena de lágrima y sonata de sombra erguida. Ahora que soy un bastardo y escribo mi poema. Y estoy alegre de saber que cada vez un cielo cubre la paloma. |
Rolando Merayo
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