CESBH Universidad
de La Habana Centro
de Estudios de Salud y Bienestar Humano Maestría de Bioética |
TRABAJO FINAL DE CURSO SOBRE ETNOLOGÍA |
La unidualidad del hombre |
Vivimos
inmerso en un cambio de época, que nos induce a pensar sobre el hombre y
el mundo de una manera diferente, el pensamiento y la lógica moderna que
nos gobernó durante estos últimos Siglos se ve discapacitada para
enfrentar nuevos dilemas, al decir del profesor Nuñez Jover
estamos en presencia de un terremoto epistemológico, las ciencias se
cuestionan sus objetos y métodos de investigación, el pensamiento
positivista sobre verdad y error comienza a cuestionarse, la fragmentación
del saber es criticada, y exige la necesidad de un pensamiento holístico
que integre y comunique áreas del saber que años atrás parecían
excluyentes, es en este momento donde surge la Bioética primero como
puente, luego global y mas tarde profunda, pero que tiene como impronta la
necesidad de interpretar al mundo no como algo dado y equilibrado, sino
bajo el prisma de su complejidad. Estudiar
al hombre resulta doblemente complejo en primer lugar por ser sujeto y
objeto de conocimiento, y en segundo orden (no por menos importante), por
la visión tan unilateral que sobre su esencia existe, muchas veces cuando
nos enfrentamos ante nuestros alumnos de Ciencias Médicas nos percatamos
de un enfoque biologicista al estudiar al hombre, se le concibe como
sistema de órganos bien estructurado y diseñado, enfocando su unidad en
lo somático y genético, a pesar de que lo definen como ser
biopsicosocial, eso nos evidencia la fractura todavía existente entre las
llamadas Ciencias de la Vida y las Ciencias Humanas. No
ajenos a este enfoque sectario se encuentran las Ciencias Sociales, las
que sobredimensionan lo social en las valoraciones sobre el hombre, el
concepto hombre se proyecta y dibuja bajo una perspectiva etnocéntrica
juzgando y valorando al otro “extranjero” bajo la perspectiva del
“yo”, y clasificando a los que no se identifican con nuestro pensar y
valorar al mundo como bárbaros, incapaces e ignorantes, dando lugar a políticas
y valoraciones racistas y discriminatorias, sin lugar a dudas, todos estos
enfoques biologicistas, sociológicos, historicistas, y no integradores,
son los que aún tributan en los estudios y valoraciones sobre el hombres,
como bien se expone en el artículo de Edgar Morin,
hemos llegado incluso a una situación en que la impotencia para pensar la
vida en Biología tiene como correspondencia la impotencia para pensar al
hombre en Antropología, pues comenta el autor en su artículo, la Biología
elimina la vida y la Antropología elimina al hombre, resulta subraya Morin, urgente operar una soldadura epistemológica entre
ciencias de lo vivo y ciencias sociales. Concebir
la unidad en la diversidad es algo que apremia, despojarnos de estigmas
etnocéntricas y racistas es una urgencia, ser capaces de valorar y
entender que los actos mas naturales como pueden ser nacer, morir,
casarse, no pueden
entenderse al margen de lo cultural, porque tanto el concepto de vida como
el de muerte como el de matrimonio son construcciones sociales, y nos se
les valora de la misma manera; de ahí que por ejemplo para algunos con la
muerte cesa la vida, para otros comienza la verdadera. Es
por ello que afirmamos que el hombre es un ser biocultural, ahí esta su
verdadera esencia, no podemos desgajarnos de ninguno de sus elementos para
poder comprenderlo, decía la profesora Luisa Iñiguez
en sus análisis sobre la Geografía de la Salud , que el hombre venía al
mundo con mapas que lo identificaban, uno era su mapa genético, herencia
de sus padres y demás ascendentes, otro era su mapa adaptativo, diría yo
cultural, el que ilustra cómo comemos, qué comemos, donde vivimos, que
lengua hablamos, que bailamos, que religión profesamos, que papel le
damos a la mujer, que significa el amor, como concebimos el matrimonio,
que es la familia, como la valoramos, que es lo bello, que es el bien, que
es lo justo, estos sin lugar a dudas, son los mapas que
marcan la unidad y la diferencia. Decía
al inicio de esta valoración que el hombre solo debe estudiarse bajo su
complejidad, porque es en sí un ser complejo, es uno y al mismo tiempo
diferente, es bio y al mismo tiempo cultural. En su artículo el profesor
Edgar Morín señala, es
necesario pues ligar, las dos entradas del concepto hombre, según un
circuito en el cual, uno de los términos remite siempre al otro, circuito
que permite al observador científico considerarse a sí mismo como sujeto
enraizado en una cultura hic et nunc. Desgraciadamente,
vivimos aún en una disyunción extrema entre los fenómenos
socioculturales y los fenómenos biológicos: la Biología y la Antropología
permanecen todavía ampliamente prisioneras de una concepción demasiado
restringida de su objeto. Queda
por demostrar entonces por que es necesario que al pensar y valorar al
hombre lo identifiquemos como totalmente biológico como totalmente
cultural, ahí está su unidualidad. Bibliografía Edgar Morin: “La unidualidad del Hombre”, Curso de Etnología, Maestría en Bioética, febrero 2009 |
Lic. Ana Méndez Mariño
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