CESBH Universidad
de La Habana Centro
de Estudios de Salud y Bienestar Humano Maestría de Bioética |
TRABAJO FINAL DE CURSO SOBRE DEMOGRAFÍA |
La muerte, vista a través de una valoración demográfica |
La
muerte nos recuerda que estamos hechos para la vida, porque está no será
posible sin aquella, pero también nos recuerda que hay un tiempo cuya
duración ignoramos, durante el cual hemos de despertar cada mañana y
decir: “Buenos días vida; hoy voy a vivirte, no puedo evitarlo, por que
mi propia muerte hace que lo desee” Ríos
Martín Cuando
comenzamos a estudiar al hombre desde las perspectivas de las llamadas
Ciencias de la Vida, encontramos un marcado acento en su condición biológica,
se contempla al hombre como un complejo sistema de órganos, muy bien diseñados
y estructurados, del cual somos responsables para su buen crecimiento,
desarrollo, funcionabilidad, sin embargo, evidenciamos una ausencia de la
trascendencia de los componentes sociales y espirituales para este buen
devenir. No
obstante, pensemos que los que nos hace ser únicos e irrepetibles en el
universo e incluso tener la conciencia de finitud y poder indagar,
explorar sobre los dilemas de la vida y por que no también de la muerte
es la condición de que además de biológicos somos seres sociales, sin
embargo, el fraccionamiento experimentado en nuestro saber herencia del
pensamiento moderno, ha sido el responsable de la carencia del enfoque holístico
e integrador esencial a la hora de ubicar la dimensión humana. Y
de esta necesidad, de no solo decir, sino de hacer y de pensar en el
hombre en toda su complejidad, de asumirlo con su autonomía y
dependencia, es que surgen los nuevos saberes que como esencia buscan y
propician la integración, dentro de la cual la Bioética tiene una
significación especial. La
Bioética –afirma el profesor Carlos Delgado- representa una ruptura
cultural profunda, su enorme reto está en
desarrollar el camino que integre ciencia y vida, conocimiento y
moralidad, los problemas vitales del hombre con perspectivas de presente y
futuro. Es
partiendo de este criterio que asumimos la necesaria conexión entre la
Bioética y la Demografía ya que esta última aunque con un nacimiento
anterior en tiempo al de la Bioética, pero con un asentado carácter
interdisciplinario estudia al hombre, pero no como ser individual, sino
como totalidad, como miembro de una colectividad eso le permite poder
transitar el puente que une a
las ciencias de la vida con las de la sociedad, y sumergirse en el
pensamiento complejo, ese que nos ilustra una nueva visión de la ciencia
y que nos permite pensar en el hombre y en el mundo de una manera
diferente. La
Demografía, nos explica la profesora Benítez, se traduce literalmente
del griego DEMOS (pueblo) GRAPHIE (estudio), de ahí que se interprete
como la ciencia que estudia el movimiento de las poblaciones humanas, de
esta manera su área temática se concentra en el estado y la
dinámica de las poblaciones en el tiempo, entendiéndose por estado
de la población lo referente a su tamaño, distribución territorial
y estructura por edad, sexo, etc., y por dinámica de la población
aquellos elementos que pueden provocar cambios en el estado
poblacional a largo tiempo dentro de los cuales se destacan la fecundidad,
la migración y la mortalidad. En
la historia de la humanidad el concepto de la muerte ha sido abordado por
innumerables disciplinas, prácticas y saberes;
atravesando por cosmovisiones y representaciones que han ido dando
forma a diversas construcciones sociales alrededor del mismo,
construcciones que emigran desde asumir la muerte como un tránsito a la
vida eterna (transmigración, reencarnación y resurrección) hasta los
que la asumen con el fin de la vida. La
muerte es el precio que paga la vida por el incremento de la complejidad
estructural de un organismo viviente. La investigación biológica ha
demostrado que aún los organismos vivientes más simples alcanzan un
grado de complejidad que suscita el asombro del lego. Pero de la fauna que
habita la biosfera que rodea al planeta Tierra, los seres humanos somos
los únicos en advertir que han de morir, que la muerte ya arrastró a
innumerables generaciones anteriores, y es precisamente esta conciencia
humana de la inevitabilidad de la muerte lo que conlleva a un interés
marcado en ella. Haciendo
lectura a las reflexiones de la profesora María Elena Benitez en torno a
la muerte, como una construcción social, nos exponía que desde que el
hombre se dio cuenta de que no iba a vivir eternamente, la muerte era una
de sus preocupaciones fundamentales, en los occidentales - nos comenta la
profesora – ese saber sobre la finitud de nuestra existencia le otorgaba
un sentimiento tanatofóbico tan marcado que prefieren ni hablar sobre el
tema solo se le menciona en las estadísticas de guerra y catástrofes,
sin embargo, este silencio -nos indica la profesora- le otorga un fuerte
poder. Es
natural que para los que piensan que el ser humano vive y muere una sola
vez sientan temor a ella, saber de nuestra finitud nos conlleva a rechazar
todo lo que se relacione y tenga que ver con el fin de nuestra
existencialidad, hasta tal punto que no nos detenemos a pensar “claro
en lo oscuro” Sin
embargo, no por dolorosa que nos resulte el conocimiento de nuestra
finitud existencial, debemos renunciar a su reflexión y valoración, como
indicaba la profesora Benitez, la muerte también ha cambiado su escenario
espacio temporal, se muere cada vez a edades mas avanzadas, y, en el hogar
o casa, mucho menos que en otros tiempos, esto nos induce a pensar que
aunque estamos aparentemente ante un mismo fenómeno, esencialmente a
cambiado su comportamiento, no por que dejemos de ser mortales, sino por
que los límites de la muerte se han extendido, la tecnología como parte
componente de nuestra vida ha contribuido a que las barreras entre la vida
y la muerte se dilaten, produciéndose entonces dilemas y conflictos
asociados a estos hechos no antes vistos, hoy día nos pronunciamos ante
la llamada muerte digna de una manera diferente a como los primeros sabios
se proyectaron, el escenario de la muerte no es el mismo, por lo que nos
obliga a estudiarla no como fin exclusivamente, sino como componente de la
vida, induciéndonos a pensar que si desde el punto de vista individual la
dimensión biológica es determinante en el fallecimiento, cuando
valoramos poblaciones humanas la variable económica y social ocupa un
lugar relevante. De
ahí que la Demografía en su concepción integradora estudie el grado de
influencia que sobre la mortalidad ejercen tanto los componentes biológicos
como los sociales, o sea, si bien le interesa el grado de comportamiento
de la mortalidad por sexo y edades, no excluye en su reflexión, la
incidencia y determinación de los hábitos alimentarios, sanitarios,
ocupación, ingreso, nivel de vida de una población o subpoblaciones
dentro de un mismo país. Efectuando
una lectura a variables censales se nos muestra que en sentido general las
mujeres sobreviven a los hombres, sin embargo, estadísticas también nos
muestran que son las que más enferman, esto nos induce a pensar que puede
ser resultado de que somos mayoría o que estamos expuestas a menos
peligros que los hombres o que acudimos, sin lugar a dudas, frecuentemente
al diagnóstico médico ante cualquier anomalía, sin embargo, es
significativo que en los países de muy bajos ingresos económicos los
hombres en sentido general proyectan una esperanza de vida superior al de
las mujeres sobre todo la mortalidad es superior entre las mujeres en
edades fértiles, lo que cabría
preguntarnos en que medida los factores asociados a la reproducción
(condiciones en que se efectúan y número de embarazos) determinan una de
las causas mayores de fallecimientos. Por
lo tanto, la mortalidad está asociada a factores sociales y económicos,
se evidencia que en los países de bajo desarrollo económico la esperanza
de vida es relativamente baja, se muestran datos de países que su
esperanza de vida hoy día en pleno Siglo XXI es de 35 y 37 años, demostrándose,
por tanto, una compatibilidad en el comportamiento de las variables
desarrollo y mortalidad, países Subdesarrollados
alta taza de mortalidad asociada fundamentalmente a causas exógenas
(resultantes de la acción del medio, por ejemplo enfermedades
parasitarias, infecciosas, entre otras), países Desarrollados baja taza
de mortalidad prevaleciendo las causas endógenas (provenientes de la
constitución genética de los individuos, dígase cáncer, enfermedades
cardiovasculares, etc.). Otro
dato interesante que nos ilustra la lectura demográfica, es que si bien
podemos medir la mortalidad a escala macro social, también se puede
analizar la incidencia en subgrupos o subpoblaciones. Dentro
de un mismo país el comportamiento de los índices de mortalidad no son
los mismos, esto no solo está avalado por la densidad poblacional que en
cada segmento estudiado no revelan el mismo comportamiento, sino que por supuesto en este estudio vendrían a resultar datos de
interés, las causas que más prevalecen en los índices de defunciones, o
sea, si son causas de origen exógenos o endógenos, planteando
a escala social determinados desafíos a resolver. Uno
de estos grandes desafíos a
enfrentar es que mientras asumamos a la muerte como un fenómeno ajeno a
nuestra vida y no como un componente más de ella, no podremos reflexionar
sobre como asumir la muerte de una manera más digna, más personalizada,
más existencial, otro gran desafío estará en que si no somos capaces de
mirarnos por dentro y ver hasta que punto como sociedades estamos en
condiciones de accionar contra causas que
contribuyen a una muerte física prematura como son las asociadas a la
violencia, a la adicción de drogas, al consumo de alcohol, a la
marginalidad, y otro tipo de muerte que aunque no registrada censalmente
si incorporada a la sociedad, me refiero a la de tipo social identificada
en aquellos sectores vulnerables por edad, sexo, discapacidad, no
estaremos en condiciones de pensar y concebir al mundo de la manera que
nos exige éste que lo pensemos y valoremos. La
demografía no solo ilustra, ese no es su propósito, nos ayuda a pensar
en causas, no a evidenciar efectos, por tanto, nos propone retos, dentro
de los cuales está, a mi manera de ver el más relevante, que es sin
lugar dudas, es: el percibir y
comprender la vida desde la complejidad. BIBLIOGRAFÍA 1
Curso de Demografía. Profesora Dra. María Elena Benítez Pérez. CEDEM.
UH. La Habana, enero 2009. 2
Multimedia Cuba en Cifra, Edición 2007. 3
Multimedia Instituto Nacional de Estadística. 4 Revolución Científica y Bioética, Dr. Carlos Delgado Díaz, Colección MiniSaber, Editorial Félix Varela, La Habana , enero 2009 |
Lic. Ana Méndez Mariño
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