|
Que el pan encuentre en la boca
el abrazo de una canción
construida en el trabajo,
no el hambre fatigada
del sudor que brota en vano.
Que el pan de cada día no llegue
pringado por el resabio de la lucha
y el trofeo de la humillación.
Que sea la bendición de la flor
festivamente cogida
por quien dio su ayuda a la tierra.
Más que flor, que sea el fruto
que maduro se ofrece,
siempre al alcance de la mano.
De mi mano y de la tuya. |