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De madera lila, nadie me cree, se hizo mi corazón.
Especie escasa de cedro por el color
y por contener en su estructura
la muerte que me amenaza.
Madera duele,
pregunta a quien me ve los brazos verdes,
los ojos llenos de alas.
Por mi contesta la luz del amanecer,
que recubre de escamas esmaltadas
las aguas grandes que me dieron raza
y cantan en el origen de mi ser.
En el crepúsculo estoy de mis barrancas,
entre el azul de las estrellas
y el verde donde canta mi corazón.
Ya no hace daño, ya no hace mal que duela
mi bravo corazón de agua y madera.
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