La rosa infinita

poema de Carlos Mastronardi

 

Había una niñez, unos jinetes y árboles,

—también sus cariñosos—

un portal conocido por sus flores,

algún brazo aquietado entre perfumes

y la sombra central de la madre.
Las miradas seguían

el tránsito dichoso de la aurora,

y el decaimiento de las azucenas.
Quien entrara buscando los cariños de adentro,

debía pasar
bajo aquella herradura de la suerte

que a través de los años sostenía

los bienes de la casa.
Recuerdo la secreta frescura del aljibe:

en su hondura temblaban nuestras risas

y un eco más profundo tenían las tormentas.
El zorzal prisionero, en el tiempo agradable,

ensalzaba los montes natales.


Desde nuestras esquinas se contemplaba el campo.

Había claras mañanas, sucesos de esplendor,

atravesadas siempre de carros y silbidos,

y en el umbral alguno se tardaba,
callado frente al pueblo
y admirando esos hombres que entraban con un canto

en que había una morocha prendada de un paisano.

Esto era en la provincia,
en la infinita rosa donde se holgó la infancia.


El campo se daba a la brisa,
y el alba era cantora
en los árboles del fondo de la casa.
Las crecientes, los soles, las incansables aguas

conmovían al viejo vecindario,

y el hombre trabajaba con dulzuras

en aquella quietud de esplendores durables.
(En todo lo que diga estará el cielo,

pues era en la provincia,

las bandadas cruzaban una luz melodiosa

y eran los años vueltos hacia el campo.)


En los desnudos brazos que el verano vencía,

jugaban los reflejos

v vi pasar la iluminada siesta.
Las calles empezaban con sol y jovencitas.
Una clara sonrisa
a veces detenía tormentas de jinetes.


Entre buenos recuerdos digo un hombre del monte,

y no quiero olvidar esos rosales

que repetían al viento su delicia

y en cuya hondura generosa

nosotros y los pájaros andábamos.

Había una niñez, una fronda y sus amigos,

luces a las personas semejantes,

una boca pesando virtudes y pecados,

y en el invierno, el reino

de los cantos distraídos.

 

Aquí rememoro un galope

cortando la dura medianoche

y el viento enloquecido en los parrales.

 

En el verano, la unidad de la alegría.
También las sucesiones afectuosas
de los brazos ligados,
y las glicinas, en el segundo patio,
junto a la cadena del pozo,
tan sonora en su anunciamiento del agua.
El cielo en nuestras predilecciones.
Sabíamos algunas palabras

para ayudarlo a Dios.

 

Por las tardes, el habla lenta del padre,

que andaba por el campo

y que volvía convocando la cena.
(Después, con la luna sobre el pueblo,

descansando en los crespos corredores,

nos explicaba el cielo.)


Demorando en los patios, las conocidas voces.
Bajo el aire sereno, una mano
ordenando la dicha;
cada uno combatiendo por sus ángeles,
y flores por fragancias agrupadas
continuando las imaginaciones
y la obscura riqueza de los sueños.


Cerca, el dormido río,
y la verde cintura que aromaba
la población, perdida en esa gracia.
El cielo, vecindad; el campo, al lado.
La calandria y la flor del espinillo

fueron el horizonte de aquellos suaves años.
Y campanadas lentas,

en la suspensa tarde del domingo,

confirmaban la paz de nuestros pechos.


Había una niñez, un silencioso y pájaros.
Lejos, la queja sola del ganado,
la brisa pordiosera del crepúsculo
y la noche de trébol,
ya dura en la maraña que tupía
las afueras con muerte y con guitarras.
(Y nada más había: yo y esto que nombro.)

El amparo de todos era un árbol sombrío;

la campaña, el regalo de los hijos varones.
La calle polvorienta fue patria del coraje,

y en el dormido pueblo

un silencio más grande recibía

las risas y los juegos.
Yo no era el más alegre de los cinco.


Desde nuestras esquinas se contemplaba el campo,

y recuerdo un obscuro galope

retumbando en el pobre anochecer.
Entonces, yo decía:

es alegre vivir en una estancia

y pasar temporadas en el monte.


Allá quedó la infancia, en ese umbral, mirando

el claro movimiento de los días.


poema de Carlos Mastronardi

 

Publicado, originalmente, en: Revista "Sur" , Año 8 enero de 1938 Buenos Aires, República Argentina

Gentileza de Biblioteca Nacional Mariano Moreno - Buenos Aires, República Argentina

Link del texto: https://catalogo.bn.gov.ar/F/?func=direct&doc_number=001218322&local_base=GENER#

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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