Aunque es una película sobre el apego a un espacio y sobre
un amor perdurable, A Ghost Story sugiere que sus
elementos más significativos son instancias distantes de un
tiempo pensado como complejidad. Los niveles de la imagen,
las acciones repetidas, los movimientos de cámara y los
cambios de luz son equivalentes a elipsis. El cliché de un
hombre con una sábana en la cabeza adquiere más interés
cuando advertimos que está atrapado en el tiempo múltiple de
la casa encantada buscando vestigios de la mujer taciturna
que ama (amó, amará).
En una
secuencia que alude a Poltersgeist (Tobe Hooper,
1982) con la irrupción de una puerta de luz, C se levanta de
la camilla en la clínica y lo miramos caminar dos veces
hacia el fondo de la imagen. Primero cruza un pasillo vacío;
luego, otro repleto de médicos y pacientes. Su andar es
igual en ambos casos: va al fondo de la imagen hacia una
puerta mientras la cámara lo acompaña por detrás. El
fantasma parece moverse en el espacio, pero se mueve en el
tiempo. Cada vez que la cámara lo sigue así o que se
desplaza en espacios vacíos transcurren semanas o años.
Otros actos, como el cruce de personas por la puerta
principal de la casa, también detonan el paso del tiempo,
pero de un modo tal que éste puede ser material o inmaterial
como las primeras puertas que vio el fantasma o como el
espacio donde alguien construyó la casa.
Más allá de que las imágenes de Andrew Dros y la edición del
propio Lowery lograron coherencia estructural y rítmica, el
equipo de realización no pudo evitar un segmento que parece
pensado para espectadores impacientes. En una de las
temporalidades transcurre una fiesta. Una pareja cruza una
puerta besándose y C irrumpe. Su visión anda a través de la
pista de baile. Llega a una mesa donde un sujeto enuncia un
discurso sobre el tiempo, la muerte y sobre la naturaleza
cíclica de la materia. Es una explicación verbal inserta en
una película no verbal. Un monólogo prologando, casi un
cliché, en una propuesta visual que consiste en prolongar
los planos para que el observador tome el lugar del
protagonista y, sobre todo, para convertir las escenas en
representaciones de distintas emociones por la disposición
de los personajes y las cosas, o por la tensión de lo
visible con el silencio o con la música. Incluso, la salida
de esa secuencia no está articulada. No vemos un familiar
cruce de puertas, sino un corte directo para salir de un
diálogo ajeno a una película organizada en el resto de sus
partes y que no oculta la influencia de Tsai Ming-Liang (Good
Bye Dragon Inn, 2003).
A Ghost Story no se separa de su elemento más
significativo: la casa como un leitmotiv que el
flujo de imágenes con aspecto análogo vuelve omnipresente.
Incluso en las secuencias donde el inmueble no está, hay un
efecto cognitivo que lo evoca ya por la elección del formato
de filmación o por la manera de construir el plano. El
cierre del prólogo es un plano prolongado de la casa; el
accidente es un paneo de la casa al auto; la ausencia de la
casa es la colocación de sus cimientos en el páramo de Texas
en un plano cuyo espacio sería suficiente para registrarla
entera. Además, en esa misma escena la composición es
idéntica al cierre del prólogo. Cuando la casa es una
infraestructura corporativa del futuro, C camina por los
pasillos de la obra gris como si fuera el inmueble
originario en su versión ruinosa. Más que una casa se trata
de un espacio; más que un lugar físico, se trata de un
apego.
C siempre estuvo allí. C, como el personaje de Orlando
(Sally Potter, 1992), otra película inspirada en algún
motivo de Virginia Woolf, existe fuera del tiempo, pero
pertenece a la casa como idea o a la casa como realidad; su
apego es también su encierro. Su hábito es cruzar puertas
simbólicamente cerradas para él como lo sugiere el epígrafe
del cuento “A haunted house” (Whatever hour you woke
there was a door shutting). Él no es la casa, pero sí
pertenece a ella porque en ella estarán sus razones para
arraigar. Por ello es capaz de esperar en ese lugar durante
una eternidad completa hasta recuperar el último vestigio de
un ser amado luego de haber caído sin caer por la luz de un
espacio infinito auténticamente vacío.
Ficha técnica
Una historia de fantasmas - Título original: A Ghost Story -
Año: 2017 - Duración: 87 min. - País: Estados Unidos -
Dirección: David Lowery - Guion: David Lowery - Música:
Daniel Hart - Fotografía: Andrew Droz Palermo - Reparto:
Rooney Mara, Casey Affleck, Rob Zabrecky, Will Oldham, Liz
Franke, Sonia Acevedo, Augustine Frizzell - Productora:
Ideaman Studios / Sailor Bear / Zero Trans Fat Productions.
Distribuida por A24 - Género: Drama. Romance | Sobrenatural.
Fantasmas. Casas encantadas. Cine independiente USA
Premios
2017: Festival de Sitges: Mejor fotografía (Andrew Droz
Palermo)
2017: Premios Independent Spirit: Nominada al Premio John
Cassavetes
2017: National Board of Review (NBR): Mejores películas
independientes del año |