La complejidad de este planteamiento parece rebasar los
recursos de la narración fílmica, pero Shinkai no pensó la
película como un relato, sino como una puesta en escena de
posibilidades en distintos tiempos de dos espacios
existentes siempre emparentados (tienen una escalera
idéntica). La apertura es una suerte de videoclip que
muestra el nexo de Mitsuha y Taki como la clásica
predestinación del listón rojo tan común a la cultura
japonesa. Luego siguen secuencias brevísimas, al paralelo,
que resumen la vida cotidiana de los protagonistas y que
revelan la residencia mutua en sus cuerpos tanto para los
personajes como para el espectador. A pesar de una
caracterización de personajes demasiado plana, lo más
significativo de este segmento es que vemos el motivo que
unifica el todo: un listoncito para el cabello tejido
tradicionalmente que caerá en las manos de Taki como un
obsequio de una joven cuyo nombre no recuerda. Un listoncito
que también veremos con forma de cometa fragmentado, de
cordón umbilical y de sendero en el bosque.
La verdadera propuesta visual deTu nombre comienza
justo después del relato inicial. Una vez que el espectador
posee cierta certidumbre, irrumpe un cometa que habría
cruzado por encima del pueblo de Itomori y que parece
llevarse consigo el intercambio corporal. Es allí donde Taki
asume que ha perdido algo y emprende una búsqueda guiado por
un dibujo propio de un pueblo con laguna y montes del que no
está seguro si vio en realidad o en sueños. Entonces
conocerá la historia de un astro que produjo la desaparición
de una comunidad entera de la que sólo quedó un colegio cuya
explanada miraba hacia una laguna. Aquí entramos al terreno
de las posibilidades. El montaje del filme comienza a
fragmentar el tiempo y a conectarlo a través un método que
el realizador ya había implementado en la tan apreciada
Cinco centímetros por segundo (2007): un juego de
encrucijadas que, como en aquella película, plantea
encuentros y desencuentros. A partir de esta trama visual,
los sucesos comienzan a repetirse y reconocemos lugares,
acciones y objetos a pesar de los cambios en su apariencia
que remiten principalmente a paisajes urbanos, callejones y
lugares de Tokio y de Itomori.
La edición fragmentada en paralelismos y encrucijadas ofrece
una película de atmósferas que busca conmover a partir de la
sensación del existir y el dejar de existir. Tu nombre
o la certeza que se vuelve incertidumbre. Mitsuha y Taki se
tienen y luego dejan de tenerse. Mitsuha y Taki se escuchan
pero no pueden verse. Luego, crepusculares los dos, pueden
mirarse por un instante y luego dejan de verse otra vez.
Están y no están, como el pueblo de Itomori, acaso porque
quizás son sólo una posibilidad al igual que el pensamiento
benévolo de que todo un pueblo logró evitar una catástrofe.
Por eso la película es una suma de posibilidades. Una puesta
en escena de cosas que pudieron ser; de encuentros y
desencuentros, o de búsquedas fallidas por mucho tiempo, que
expresan a final de cuentas una pérdida. Incluso, es una
posibilidad que el propio Taki plantea cuando, al hablar
entrevista para un trabajo, sugiere un escenario en el que
Tokio desaparece como la película nos hizo pensar que una
comunidad de Itomori se eclipsó.
El éxito de este filme, que encabezó las taquillas en Japón
durante nueve semanas y que recaudó 98 millones de dólares
en un mes según datos de la BBC, hizo pensar tanto a
críticos como a espectadores que Makoto Shinkai ocupará el
lugar de Hayao Miyazaki (Tokio, 1941) en la animación de
aquel país. La estilística de los dos realizadores es muy
diferente. El autor de El viaje de Chihiro (2001),
El increíble castillo vagabundo (2004) y Se
levanta el viento (2013) se inspiró en los primeros
largometrajes del cine japonés de animación y creó un
universo sin estereotipos que dio lugar a una figura
compleja y mítica de la mujer. Shinkai acude a fuentes
remotas de la literatura japonesa, parte de referentes
contemporáneos como el cine de Christoper Nolan (Interestelar
de manera explícita) y recurre a la mentalidad estereotípica
de la vida cotidiana y a algunos preconstructos culturales
del Japón. El primero es un realizador de fantasía que traza
y filma las máquinas y las cosas como seres vivientes; el
segundo persigue un realismo visual y sonoro sin precedentes
en la historia de la animación. Emparentarlos impediría
descubrir que Shinkai es un cineasta que, en el caso
particular de Tu nombre, logró una representación
de locaciones existentes que alcanzan una impresión de
realidad óptima y totalmente ajena a la imaginación
materializada, siempre irreal y fascinante, de Miyazaki.
Hay una secuencia de Tu nombre que representa un
ritual del Japón provinciano. Listón en manos, Mitsuha danza
con un atuendo tradicional, coloca un puño de arroz en su
boca, lo saliva y luego lo escupe delicadamente en un
recipiente donde fermentará hasta convertirse en sake.
Tiempo después, viaja guiada por su abuela más allá de la
cordillera de Itomori para descender a un recinto en el
subsuelo y dejar allí el jarroncito con la bebida que es una
emanación de su alma. Allí reposa su espíritu para cuando
llegue el día en que deba entrar a la oscuridad. Otra de las
posibilidades ensayadas por este filme reside aquí: Mitsuha
es quizás una manifestación de la vida espiritual como Taki
lo es de la terrenal. Ella es Itomori y él es Tokio. Ella
evoca una tragedia imaginada por Shinkai para contarnos una
historia que expresa, como lo dijo él mismo, una forma de
duelo por el terremoto de 2011 y que subyace permanentemente
en la obsesión de Taki por un cometa que acabó con un pueblo
que existe y que no existe. Si la gran capital de Japón
desapareciera habría asideros suficientes para rehacer su
vida espiritual como memoria; una memoria que lo haría
existir aun en el dejar de existir.
Rodrigo Martínez (Ciudad de México, 1982). Es maestro en comunicación y doctor en ciencias políticas y sociales por la UNAM. Ha publicado en las revistas Punto de partida, El Universo del Búho e Icónica. Es profesor de asignatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM) y colaborador de la revista F.I.L.M.E (www.filmemagazine.mx). Actualmente prepara un libro colectivo sobre la noción de autor fílmico en la era del cine digital.