En diversos encuentros con la prensa, Asif
Kapadia aseguró que Senna correspondía con lo que él llamaba
una true ficiton; o bien, un hecho real, narrado
cinematográficamente, con la forma de un drama clásico. La idea del
director británico no es incierta, pero el desglose estructural de su
primer documental no sólo se ajusta a los elementos invariables de este
género, sino que constituye un auténtico reportaje de acción. A pesar de
la tensión emotiva de esta cronología nunca dispersa, y de la
acentuación dramática de algunos episodios de por sí emotivos (duelo
Senna-Prost, primer campeonato y reacciones en 1988, enfrentamiento con
Balestre, muerte de Ratzemberger), la película automovilística nunca se
desconcentra del protagonista ni de la recreación de sus peripecias. La
lógica del drama es un recurso tan importante como el trabajo de
observación y selección de un material audiovisual que sólo podía lograr
coherencia formal si estaba respaldado por un enfoque diseñado al puro
estilo de un reportaje. Si la técnica fundamental de Senna
consistió en la edición de un patrón conformado por la interacción de
emisiones televisuales y extractos testimoniales, el mérito del
realizador fue construir un relato cinematográfico lleno de movimiento,
con rotundidad emocional y sin desborde de sentimentalismo, con
fragmentos de video que no fueron concebidos para hacer una película y
que representaban el riesgo de caer en un audiovisual reiterativo y
agotador.
Uno de los episodios más recordados de la era profesional de Ayrton
Senna comenzó cuando ingresó a la escudería McLaren para convertirse en
compañero del piloto más exitoso del momento: Alan Prost. La apariencia
ficcional del docudrama no deja de lado este episodio siempre fundado en
el conflicto. Una rivalidad sugerida desde las secuencias tempranas de
la película subyace como una de las variadas subtramas de todo el
relato. Se trata de un juego contrastado de temperamentos: el brasileño
desconoce el temor y es arrojado, pero honesto y religioso; el francés
actúa con cautela y discreción, aunque es político y sobre todo
pragmático. Una escena revela el conflicto con la entrada de una voz
testimonial, del periodista John Bisignano, que anticipa un suceso
ocurrido en Japón en octubre de 1989: “Prost sabía que ganaría el
campeonato si Senna quedaba fuera de la carrera.” El montaje fílmico
recrea el momento inolvidable y definitivo en que el carioca trató de
adelantar al galo por la parte interna de la pista hasta que los dos
automotores se empotran y quedan en el borde de la pista. Ayrton volvió
y remontó hasta ganar la prueba. Alain abandonó el circuito y acudió a
los jueces del serial para exigir la anulación de ese triunfo por una
presunta violación de las reglas tras el choque.
Sin caer en la redundancia del formato
televisivo, Kapadia actualiza este incidente para resucitar la atmósfera
de la polémica originaria. No era la primera vez que los dos titanes se
enfrentaban: en el Gran Premio de Montecarlo de 1984, en la sexta
carrera de Senna en el serial, el valeroso carioca forzó un limitado
Toleman hasta quedar en la segunda posición. Cuando estaba enfilándose
hacia al McLaren del estratega Prost, a quien llamaban “el profesor”,
éste solicitó la suspensión de la carrera por el clima lluvioso. Si bien
esta secuencia casi inicial ofrece la predestinación de quien sería un
héroe, los dos pilotos conforman al final sendos arquetipos,
caracterizados por la inteligencia, que van más allá de las necesidades
narrativas del relato. Casi como en El Quijote, por un lado
aparece el atleta realista y adaptado, y por el otro el piloto soñador y
diferente. El documental evade la hegemonía del drama. No muestra un
duelo de lealtad y deslealtad. Ofrece a dos titanes del automovilismo
que tuvieron siempre respeto hacia su rival. Ninguno de los dos hubiera
forjado una leyenda sin la presencia del otro. De allí la estampa,
recuperada por esta cinematografía, del bicampeón francés cuando alzó el
féretro del genio durante el funeral multitudinario en Brasil en 1994.
La visión documental de Senna se consuma justo en la variedad
de un montaje combinado. Kapadia muestra con gozo y eficacia las
desventuras y las glorias del protagonista. También crea una memoria
inmediata, periodística e íntima, con base en episodios deportivos y
valoraciones de todo tipo de voces. Pero la verdadera naturaleza del
filme consiste en construir un entramado de relaciones visuales que
revela los vínculos del piloto brasileño con las diversas familias que
lo rodearon. El sentido de esta variedad audiovisual arroja la imagen de
un individuo que tuvo un nexo estrecho y honrado con su familia directa,
pero también con todo lo que puede nombrarse como sus genealogías
indirectas: Brasil, la profesión, la religión, los niños de su país, los
compañeros de equipo e incluso con los rivales y con algunos
detractores. La única familia que nunca arropó al carioca obstinado fue
la industria del deporte que, encarnada por la figura de Jean-Marie
Balestre, aparece como el factor enajenante tanto de la etapa final del
competidor como de todo el automovilismo. Senna fue un hombre de afectos
mientras que la Fórmula 1 era un terreno de intereses financieros donde
no había lugar para las afinidades emocionales ni mucho menos para un
piloto que, en más de una ocasión, protestó a favor de mejores
condiciones de competencia y seguridad.
La condición arquetípica de este personaje
convierte a Senna en un documental capaz de explicar las
relaciones de poder en los ámbitos deportivos. Si bien cada deporte
tiene particularidades distintivas, esta reconstrucción documental
revela el papel directo de la razón instrumental, del amor al lucro y el
fervor por el espectáculo, en el empobrecimiento del deporte. Y es tal
la fuerza sugestiva del caso aquí escenificado que los brazos
financieros incluso parecen ser el origen de las tragedias más
recordadas y tristes de los circuitos de la Fórmula 1. Un dato revelador
fue la decisión de la FIA de eliminar la asistencia digital de frenado y
suspensión. Justo cuando Senna aceptó un contrato para manejar uno de
los primeros vehículos digitalizados, las normas del serial desmontaron
las nuevas tecnologías. El médico de la Fórmula 1, Sid Watkins, contó
que el día en que atendió a Senna tras la colisión del Williams-Renault
en Tumbarello, encontraron una bandera de Austria debajo de su uniforme.
El hombre planeaba ganar la carrera para elevar el símbolo patrio de
aquel país. Quería rendir un homenaje a Roland Ratzemberger, quien había
fallecido un día atrás en la ronda de calificaciones. Senna no sólo
había materializado la idea de que la tecnología es una extensión de las
capacidades humanas (Edward Hall), sino que fue un ser humano leal y con
una vocación auténtica. Únicamente los empresarios del deporte fueron
incapaces de comprender y aceptar su naturaleza.
En una entrevista reciente (Rafa Vidiella, mayo de 2011), el ganador del
Bafta con la película The warrior (2001) lamentó que los
avatares de la distribución cinematográfica lo obligaron a omitir
material que consideraba valioso: un gesto de Senna el día que detuvo su
auto y arriesgó la vida a la mitad de un circuito para asistir a un
rival tras una volcadura; la revelación de la bandera austriaca el día
de su muerte; y un diálogo con el piloto Patrick Berger que sintetizaba
los peligros de la curva de Tumbarello. El lamento por las secuencias
omitidas se debe a que, en palabras del cineasta, Senna tenía una
relación muy profunda con Brasil porque representaba una esperanza:
“cuando hice la película no quería un documental sobre otro deportista,
sino sobre alguien que lo era todo para un país” (Rafa Vidiella, 24 de
mayo). En la primera secuencia del documental automovilístico figura el
joven piloto antes de participar en la Fórmula 1. En 1978, Senna viajó
por primera vez a Europa para competir en el Campeonato Mundial de
Karting. Un recorrido de videos familiares ofrece un álbum de secuencias
breves donde el entonces semiprofesional encabeza el circuito europeo.
La experiencia sería fundamental para Ayrton Senna. A decir suyo,
aquellas competencias implicaban conducir en estado de pureza. No había
política. Tampoco existía el dinero. Eran “auténticas carreras” que
quizás constituyeron el periodo de mayor felicidad del carioca. Una
época de realización que precedió su descenso a los infiernos de la
industria deportiva. Un descenso que ahora va más allá del
automovilismo porque la semblanza de Kapadia supera la idea de alguien
que fue todo para una nación con tal de representar el estado de
enajenación de casi todo el deporte en la era del espectáculo.
Título original: Senna - Año: 2010 -
Duración: 104 min. - País: Reino Unido - Dirección: Asif Kapadia - Guion:
Manish Pandey - Música: Antonio Pinto - Fotografía: Jake Polonsky -
Reparto: Documentary, Ayrton Senna, Alain Prost, Nigel Mansell, Ron
Dennis, Jean-Marie Balestre, Sid Watkins - Productora: Working Title
Films / Midfield Films. Productor: James Gay-Rees - Género: Documental /
Automovilismo / Biográfico |