Kaufman declaró que esta
película no fue la recreación de un sueño, pero que su
diseño buscó conseguir la apariencia de uno. Una descripción
más acertada de la forma es imposible. Se trata de una
literal puesta en escena de la vida de un excéntrico
dedicado al teatro. Caden es un hombre ordinario, un artista
ególatra que, como todo ser humano, está sometido al ciclo
de vida propio y al de quienes lo rodean. Su historia parte
de una crisis creativa y emocional que lo lleva a un punto
de total soledad y obstinación. Nueva York en escena
es un drama común, contado de manera lineal, pero que
está enlazado con el imaginario que habita la mente del
protagonista. El concepto visual busca crear una impresión
de irrealidad y ensoñación. El director intenta aprovechar
el guión y la estructura para proyectar hechos cotidianos en
una gran metáfora.
En Nueva York en escena
se nota el tacto de un guionista con práctica, pero también
se advierte la mano inexperta de un director debutante. Los
esfuerzos de Caden para tener una vida personal más digna y
consumar una obra artística trascendente son elementos
adecuados para lograr un drama verosímil. El protagonista es
sólido tanto por su bosquejo como por la presencia de un
Philip Seymour Hoffman que trabaja en un registro discreto
por el que el personaje encarna una evolución genuina y
convincente que va del miedo y el dolor a la soledad y el
egoísmo. Los diálogos destacan pues, en conjunto con algunas
escenas, consiguen el registro cómico. La estructura de la
película, en cambio, no presenta un mejor desarrollo ya que
termina por ser retórica intelectual pura (la sinécdoque
anunciada en el título original). La fantasía aporta
metáforas memorables (Hazel, el aparente amor verdadero del
protagonista, parece no advertir que vive en una casa que
siempre está en llamas), pero produce un ritmo aletargador y
matiza en exceso la profundidad del drama. El cruce de lo
que podemos llamar la realidad con el imaginario de Caden no
es más que un alarde conceptual de un escritor de guiones
que olvidó que, en el cine, el público también participa.
En una secuencia que parece tener poca relevancia, Caden
revela la concepción que tiene de su trabajo: “El teatro
—dice— es el principio de una idea”. Nueva York en
escena parte de esta premisa. Es un concepto que está
dentro del argumento; una noción a la que se subordina el
montaje y que termina por construir un discurso intelectual,
bastante ajeno a la esencia del cine, en lugar de uno
visual. Kaufman intentó una película de inteligencia
extrema, pero no empleó la capacidad de simplificación que
tiene el lenguaje cinematográfico. Sometió la sintaxis a una
idea obsesiva. El problema humano que abordó, tema
suficiente para un relato fílmico, no es tangible porque el
concepto se excede en su propia dinámica: la caracterización
de la caracterización, la duplicidad de personajes y la
multiplicación de lo cotidiano.
Si en Eterno resplandor de
una mente sin recuerdos Kaufman reelaboró sin mucha
solvencia el tema de la magistral El muelle (Chris
Marker, 1962), Nueva York en escena es también una
alusión directa a 8 ½, una de las piezas cumbre de
Federico Fellini y del cine mundial. La diferencia es que el
director de Amarcord (1973) empleó a Guido Anselmi
(Marcelo Mastroianni) para plasmar la vida de los creadores
y expresar artísticamente la crisis de creatividad, mientras
que Kaufman echó mano de su Caden Cotard para poner al
límite una idea y un método. El italiano hizo un poema
visual, una plasmación fidedigna de la creación, una
semántica llena de ritmos e imágenes poderosos, mientras que
el neoyorquino propone una reflexión conceptual, un libelo
de la egolatría del creador, una sublimación de su propio
método de escritura cinematográfica.
No cabe duda de que Charlie Kaufman es una de las mentes más
imaginativas de Hollywood. Eso explica la profundidad de sus
personajes y su habilidad en el manejo del diálogo y de la
sorpresa. Nueva York en escena posee ambas
cualidades y también tiene el mérito de la metáfora. A pesar
de ello, el debut de este guionista, considerado uno de los
hombres más poderosos de la industria del cine, es una
creación cinematográfica incompleta. Debe aplaudirse, sin
embargo, su atrevimiento ya que decidió comenzar con una
película ambiciosa que, más allá de sus carencias, tiene ya
pinceladas de lo que podría ser una propuesta fílmica
reveladora si comprende que el potencial del cine está en la
imagen y en el montaje.
Ficha
Nueva York en escena
Título original: Synecdoche, New York
Año: 2008
Duración: 124 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Charlie Kaufman
Guion: Charlie Kaufman
Reparto: Philip Seymour Hoffman - Catherine Keener -
Michelle Williams - Dianne Wiest - Emily Watson - Samantha
Morton
Música: Jon Brion
Fotografía: Frederick Elmes
Compañías: Likely Story, Sidney Kimmel
Género: Drama. Comedia | Teatro. Surrealismo. Comedia
dramática. Comedia negra. Drama psicológico. Cine
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