No es Melancolía un relato común. Su condición es la
del descenso profundo a un infierno particular ahora
universalizado: mirada inseparable de la cámara; letanías de
encuadres temblorosos; elipsis brevísimas con saltos;
primeros planos nunca en la inmovlidad; panorámicas
oscurecidas en alto contraste. La puesta en cuadro como
seguimiento o intimidad. Desolación sucesiva que anida en el
expresionismo de los escenarios: la sonoridad de los
árboles; la dureza de los caballos y sus relinchos por la
noche; el viento y la lluvia; la presencia visual del
incómodo visitante; el redoble de una extranjera luz
nocturna que deja los días en sombra. Una estética de
exteriorizaciones emocionales; una pulcra intensificación de
las extensiones sonoras y visuales en un juego de espacios
que fungen como detonadores de emotividades.
Lejos de ser la mejor pieza de Lars von Trier, Melancolía
posee una puesta en escena diversificada. Antifaz de
ciencia ficción; jugueteo con la fantasía, el filme concreta
una experiencia de incertidumbre. Cautiva con sugestiones
genéricas. Exacerba con ambigüedades. Hace pensar en
símbolos donde no los hay. En un momento, el cuerpo desnudo
de Justine recibe un baño de luz del planeta viajante. Otro
episodio contiene una confesión suya; dice a su hermana que
tiene certezas, aunque no descubre cómo explicarlas. Sabe
cosas. Así es como el cineasta corteja las propiedades de la
fantasía y del horror sin dejar de plasmar ese presunto fin
de los tiempos. Los contenidos híbridos despistan, pero la
estructura jamás abandona el minimalismo musical de su
prólogo. Ofrece, una y otra vez, la metáfora epilogal de la
colisión purificadora.
Este catálogo de provocaciones retoma como tema parcial
uno de los aspectos de Anticristo: el desengaño de la
racionalidad científica. Si en aquella película muestra el
fracaso de la terapia sicológica de una pareja enlutada,
ahora revientan los cálculos matemáticos de la odisea
planetaria. Trance gravitacional; irrupción de atmósferas:
ningún ilustrado pensó que los astros recelosos podían
seguirse caprichosamente como dos predestinados. No es en
vano que el plano que enuncia el título de Melancolía
tenga un diseño tipográfico similar al de la película
predecesora. Lars von Trier confesó que aquel trabajo era un
filme posterior a una depresión. Entonces plasmó un
asfixiante paternalismo racional y sus víctimas femeninas.
Ahora trata los ambientes con un estilo más cercano al de
películas como El caballo de Turín (Bela Tárr, 2011)
o Había una vez en Anatolia (Nuri Bilge Ceylan, 2011)
donde importa la experiencia cinematográfica que emerge de
la conmoción íntima tratada como ambiente.
Horror ante la muerte y fiesta de la vida. Fue Novalis quien
pensó el espíritu romántico como el viaje hacia la oscuridad
de la naturaleza. Fue quien inspiró al propio Wagner cuando
expresó la condición en contrapuntos: el dolor y el placer;
la alegría y la congoja; el balance y el desequilibrio.
Melancolía quiere ser justamente un tránsito por dicho
universo. No un relato de depresión, sino la plástica del
desfallecimiento y la recreación de sus manifestaciones.
Allí queda ese plano en que Justine flota en un estanque,
ataviada como novia, y con las manos enraizadas en un ramo
de lirios. Mira al frente como si buscara el firmamento.
Escudriña a Melancolía buscándose a sí misma. Es este un
filme que no se conforma con el puro melodrama. Es un
recuento de estremecimientos; una película de atmósfera que
anhela conducir al espectador a las entrañas. Devenir que es
siempre una danza entre dos planetas; Tristán e Isolda ahora
cósmicos: dos que se persiguen mutuamente hasta el
cataclismo porque sólo así pueden llegar a ser (Rudiger
Safranski); porque sólo desde el dejar de ser pueden volver
a ser.
Ficha
técnica:
Melancolía - Título original: Melancholia - Año: 2011 -
Duración: 136 min. - País: Dinamarca - Dirección: Lars von
Trier - Guion: Lars von Trier - Música: Mikkel Maltha -
Fotografía: Manuel Alberto Claro - Reparto: Kirsten Dunst,
Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, Charlotte Rampling,
Alexander Skarsgård, Stellan Skarsgard, Udo Kier, John Hurt,
Brady Corbet, Cameron Spurr, Jesper Christensen -
Productora: Coproducción Dinamarca-Alemania-Suecia; Zentropa
Productions / Memfis Film / Slot Machine / Zentropa
International Köln / BIM Distribuzione / Eurimages / arte
France Cinéma - Género: Drama. Ciencia ficción | Drama
psicológico. Bodas. Fin del mundo |