De acuerdo con Tia Lessin y
Emma Pildes, cuyos trabajos han recibido nominaciones a los
premios Oscar y Emmy en distintas ediciones, una de las
tareas más complicadas fue encontrar mujeres atendidas
dispuestas a compartir sus casos. Por ello, publicaron un
aviso en el Chicago reader gracias al que Dorie
Barron pudo contactarlas. El resultado fue la primera
secuencia: sobre un fondo negro escuchamos su voz en off
cuando afirma que “no tenía otra opción” antes de relatar
cómo tuvo un aborto en manos de la mafia y cómo fue que ella
y otra joven lograron reponerse de un sangrado de alto
riesgo hasta que “cada una se fue por su lado”. Este primer
episodio es distintivo de la propuesta de edición del filme
ya que destaca el relieve humano de la historia individual
para ponerla en contraste con el impulso colectivo
organizado. Y es que la segunda secuencia del filme presenta
ampliamente la voz de Judit antes de un segmento en que
irrumpen una tras otra, como una continuidad, las voces de
otras siete “Janes”. De hecho, la propia producción del
filme fue como un proceso de acompañamiento ya que las
directoras pudieron recuperar las voces e historias de
integrantes emblemáticas del grupo como Jody Parsons y Ruth
Surgal mediante el material rodado hace 25 años por la
cineasta Dorothy Fadiman, quien también fuera nominada a los
premios Oscar.
Podemos sugerir que la dialéctica entre lo individual y lo
colectivo, que es más o menos análoga al nexo entre lo
grupal y lo societal, es una vía enunciativa intencionada
que permite a las documentalistas presentar y valorar
situaciones de violencia y desamparo frente a entornos de
acompañamiento y confianza. A esta interpretación
propiamente audiovisual del tema se suman los hallazgos
contextuales que informan de un tiempo en que el matrimonio
era un requisito obligatorio para que una mujer pudiera
ejercer sus derechos, en el que el aborto era un delito, en
que 95% de los ginecoobstetras eran hombres y en el que
había un ambiente de movilizaciones contra la guerra de
Vietnam o a favor de los derechos de los afroamericanos que
carecían de una agenda explícita para la mujer. En palabras
de una “Jane” identificada como Laura, “siempre se trataba
de los chicos” a tal grado que éstos callaban a las
compañeras en reuniones sobre la “cuestión femenina” en un
entorno en el que morían mujeres por el hecho de serlo.
Por su valor documental,
Janes: Mujeres anónimas aporta un discurso explícito
con algunos componentes históricos y periodísticos por los
que reconstruye un proceso colectivo transformador que,
simultáneamente, revela una significación implícita cuya
trascendencia es una mirada al ejercicio de la sorodidad. El
documental representa una “alianza” de mujeres con
fundamentos éticos y prácticos que, según como lo ha
definido Marcela Lagarde en un ensayo publicado en el numero
25 de Aportes, contribuye con “acciones específicas
a la eliminación social de todas las formas de opresión y al
apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas […]”.
Siguiendo con esta concepción, el filme devela una situación
de hermandad (el sisterhood de Kate Millet, como
apunta de nuevo la antropóloga) en la cual las mujeres
sintieron empatía hacia otras mujeres tal y como lo
testimonió Diane frente a cámaras en una secuencia que
expone el rol de unas tarjetas en que “las Janes” empleaban
un código para perfilar a sus pacientes, así como el método
para atenderlas con seguridad y discreción. Fue éste un
modelo de “organización comunitaria”, como lo calificó Tia
Lessin en entrevista con Lauren Wissot (Filmmaker
Magazine, mayo 25, 2022), que conecta de nuevo con el
concepto de Lagarde cuando caracteriza la sororidad como
suma y creación de vínculos por los que cada participante
posibilita el encuentro solidario con varias mujeres más.
Janes: Mujeres anónimas fue premiado por dirección
en el Festival Internacional de Cine de Cleveland, obtuvo el
premio de la audiencia en el Filmfest DC y una nominación al
premio del jurado en Sundance. Se trata de una producción
cuya apuesta está en el contenido y su semántica y,
especialmente, en el tratamiento coherente de sus múltiples
subjetividades femeninas para destacar el aspecto humano sin
exaltación y mediante voces de contraste. Quizás por ello
uno de los aportes más relevantes del documental reside en
que constituye una puesta en conciencia de lo que los
feminismos negros (como los de Kimberlé Crenshaw y Patricia
Hill) han denominado como opresiones interseccionales.
Si la dialéctica inicial del montaje abarca el tránsito de
la experiencia individual al proceso colectivo, la segunda
mitad de la película nos aproxima al entendimiento de la
situación grupal como una vía para descubrir que la raza, la
clase y el género son condicionantes de cada mujer y de las
violencias específicas que padece. De allí que, además de
presentar a la única "Jane" afrodescendiente (Marie), el
orden del relato ofrece un contraste entre el caso de una
joven afroamericana que fue víctima de una infección por un
aborto negligente y la experiencia de Judit (nuevamente), a
quien su color de piel, su educación universitaria, su
matrimonio con un abogado y su maternidad reciente le
permitieron salir de prisión en poco tiempo.
Es posible que el modelo común de documental como una
sucesión de entrevistas de esta producción haya sido elegido
como una forma de crear impresiones emotivas y procesos de
identificación como los que ofrece el cine narrativo más
general. No obstante, los efectos de estas estrategias
ficcionales están modulados por los diversos propósitos que
Tia Lessin y Emma Pildes brindaron a los testimonios: el
inventario de experiencias individuales, la explicación de
la formación y el funcionamiento de JANE, la
contextualización de este hecho y, sobre todo, la valoración
de las integrantes del colectivo sobre sus compañeras, sobre
ellas mismas y sobre el significado de sus acciones hace
medio siglo. Participantes y expertas al mismo tiempo, "las
Janes" del presente ejercen un respeto y admiración mutuas
como lo revela la secuencia en que algunas de ellas
reflexionan sobre el referente cívico y político de
resistencia y compromiso, e incluso de retiro, que
representó la participación de Jody.
El 18 de noviembre de 2020, medios de varios países
destacaron el fallecimiento de la jurista Ruth Bader
Ginsburg, quien se distinguió por su apoyo a la equidad de
género en el ámbito legal. Este hecho fue uno de los
factores que propició que el entonces presidente Donald
Trump propusiera a Amy Coney Barrett, como lo hizo antes con
Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh, para ocupar un cargo en la
suprema corte de Estados Unidos. Los dos magistrados y la
magistrada aún vigentes fueron parte del grupo que, en el
reciente 24 de junio de 2022, votó a favor de los argumentos
presentados por Samuel Alito para anular la decisión de la
corte sobre el caso Roe contra Wade que propició la
protección constitucional del aborto el 22 de enero de 1973.
Como muestra el documental, esa resolución posibilitó que la
abogada defensora Jo-Anne F. Wolfson presentara la apelación
que condujo a la liberación de las siete integrantes de
JANE.
49 años después de ese hito a favor de la equidad jurídica
de género, en medio de un escándalo por la filtración por
parte de Politico del borrador de la resolución un
mes antes de su discusión, una nueva controversia (Dobbs
contra Jackson Women's Health Organization) devino en
la pérdida de un derecho que fue resultado de ejercicios
directos de organizaciones de mujeres con repercusiones
cívicas, éticas y políticas sin precedentes. Janes:
Mujeres anónimas fue producido y estrenado en una
coyuntura oportuna pues su contexto implica un retroceso con
amplias consecuencias al tiempo que una oportunidad para
concebir a JANE como un parangón en la lucha de los derechos
de las mujeres y, sobre todo, como la memoria necesaria para
una sociedad en que las entidades en rojo y en azul vuelven
a disputar en torno del aborto. Como dijeron Tia Lessin y
Emma Pildes a El País, su película consistía en
voltear al pasado y ahora se ha convertido en presente y
futuro. Y es que, a decir de Jeanne en el filme, la decisión
de la corte en 1973 fue un alivio y propició que el aborto
dejara de ser responsabilidad de las integrantes de JANE.
Medio siglo después, el compromiso parece haber regresado a
todas aquellas personas, especialmente mujeres, que no
tardarán en crear los vínculos necesarios para afrontar este
nuevo escenario de desamparo.
Título original: The Janes
Año: 2022
Duración: 101 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Tia Lessin, Emma Pildes
Música: Max Avery Lichtenstein
Fotografía: Keith Walker
Reparto: Documental: Productora: Pentimento Productions, HBO
Documentary Films. Distribuidora: HBO Max
Género: Documental | Feminismo |