En El árbol de la vida, el minimalismo paisajístico,
y sobre todo arbóreo, de Terrence Malick llega casi a la
total abstracción. Si en su aún insuperable ópera prima
magistral titulada Badlands (1973), la figuración
narrativa ya ofrecía visos abstractos en los acompañamientos
del paisaje y en la pintura de los árboles, ahora la cámara
funge como una conciencia bucólica de expresividad visual
inagotable. Ya por la fuerza de las composiciones, pero
sobre todo por la vitalidad del movimiento, el impulso de
esta película se encuentra en la idea de la cámara como
vida. El incesante andar de este poema fílmico recurre a
casi todas las posibilidades del registro en movimiento: la
inmensidad de los tres reinos del símbolo arbóreo en el
flotar hacia arriba a través de ramas; la agitación de la
naturaleza en los recorridos de variados ecosistemas; la
tensión emocional de un temblor que va y que viene sobre
caras compungidas por el luto; la racionalidad desbordada,
en arrastres e inclinaciones, del espacio urbano como
descomunal desequilibrio mental; el cruce frontal de la
cámara a través de todo tipo de puertas (grabadas como
rostros en rocas silvestres, erguidas en medio de un
desierto, hundidas en el mar, levantadas en una casa que da
a la arena de un más allá) como una inmersión en la
espiritualidad incierta de los vivos y la perpetuidad
intuida de los muertos. La movilidad de la cámara como
experiencia de la creación antes que como una evocación de
infancia que sólo es el pretexto para mostrar la irreparable
insignificancia de la naturaleza humana frente al
acontecimiento infinito del universo.
Esta perpetua y magistral locomoción del instrumento
vital del cine, apenas interrumpida por contados planos
fijos como aquel del estallido volcánico, remite a la
fascinación causada por la imagen en movimiento en los
orígenes del cinematógrafo. Si bien la exploración de un
universo imaginado tiene la verosimilitud necesaria para
envolver al espectador en un efecto más que en un relato,
El árbol de la vida no tiene alcance filosófico, sino el
arrastre de una experiencia contemplativa. La ilusión de
esta óptica de los procesos de existencia no funda un cine
pensante porque se conforma con retomar y combinar los
símbolos de la espiritualidad occidental para vivirlos y
cuestionarlos solamente frente a esa categoría mayor que es
la materia misma bien expresada por un polvo naranja con voz
off en el plano inicial. Y el encanto del movimiento
recorre el álbum impresionista creado por un egresado de
filosofía en Harvard y Oxford, quien es ya de lleno y ya en
serio un poeta audiovisual, o un creador de experiencias,
para ofrecer una lírica del fluir donde subyace la idea de
que la ausencia de la vida está más presente justo donde se
manifiesta todo lo viviente.
Ficha técnica: El árbol de la vida - Título original: The
Tree of Life - Año 2011 - Duración: 133 min. - País: Estados
Unidos - Dirección: Terrence Malick - Guion: Terrence Malick
- Música: Alexandre Desplat - Fotografía: Emmanuel Lubezki -
Reparto: Brad Pitt, Jessica Chastain, Hunter McCracken, Sean
Penn, Laramie Eppler, Tye Sheridan, Fiona Shaw, Crystal
Mantecon, Pell James, Joanna Going, Irene Bedard, Kari
Matchett, Will Wallace, Michael Showers, Kimberly Whalen -
Productora: Fox Searchlight / River Road Entertainment /
Plan B Entertainment / Brace Cove Productions - Género:
Drama | Familia. Infancia. Años 50 |