Un año después del
fallecimiento de su madre, Viv (Gaby Hoffman) solicita a su
hermano Johnny (Joaquin Phoenix) que cuide de su sobrino de
9 años. Ella debe acompañar al padre del niño (Scoot McNairy)
a Oakland para que sobrepase una crisis por trastorno
bipolar. El reportero de radio, quien realizaba una serie de
entrevistas sobre el futuro con infancias de varias
ciudades, viaja de Detroit a Los Ángeles para hacerse cargo
de Jessie (Woody Norman). Sin embargo, la escritora y madre
necesita ausentarse por más tiempo, así que tío y sobrino
acuerdan viajar juntos a Nueva York. La ausencia maternal y
la inexperiencia del tutor debutante suscitan conflictos
cuya fase más compleja ocurre cuando el dúo se dispone a ir
a Nueva Orleans. El cambio de roles sitúa a Johnny ante una
situación insospechada: no sólo debe acostumbrase a
contestar preguntas en lugar de formularlas, sino a
cuestionarse a sí mismo en la víspera del futuro sobre el
que había estado entrevistando a las infancias.
Para la realización de C'mon C'mon, Mike Mills (Berkeley,
1966) buscó a Molly Webster, corresponsal estelar de WNYC's
Radiolab, y a Kaari Pitkin, productor ejecutivo del
programa Radio Rookies de la radio pública de Nueva
York, debido a que pensó en una película que combinaría un
método de ficción con elementos de documental. La
colaboración fue más allá de la preparación de la
investigación y del guion que aportaron bases sólidas para
conseguir testimonios significativos y personajes
verosímiles. Webster hizo el papel de una reportera llamada
Roxanne; Pitkin localizó a niñas, niños y adolescentes de
distintas ciudades para entrevistarlos. Las opiniones y
testimonios de dichas infancias enmarcan la película porque
ocupan el espacio sonoro de los créditos iniciales y
finales, y crean un registro factual que anticipa un tema
clave: la escucha como un mecanismo para superar la
incomunicación entre generaciones tanto en el ámbito social
amplio como en el microuniverso de una familia.
El cuarto largometraje de Mike Mills recurre al punto de
vista de Johnny para evocar los recuerdos de su viaje con
Jessie. De manera semejante a Beginners (2010) y
20th Century Women (2016), el tema de la familia
cataliza una ficción sobre la memoria. La mirada provista
por el reportero de radio posibilita una audiovisualidad
subjetiva para multiplicar la emotividad del filme y
suscitar una dialéctica entre la impresión de realismo y la
sensación de remembranza. A ello se suma la cinefotografía
en blanco y negro de Robbie Ryan cuyo movimiento y
profundidad propician que las distintas ciudades del relato
parezcan, emocionalmente, una misma urbe. El filme crea
espacios emocionales con un rutinario y sutil dolly-out
que unifica los interiores y los exteriores, así como planos
generales que colocan armónicamente a los personajes en
horizontes como la playa de Los Ángeles o el puente de Nueva
York.
C'mon C'mon o el espacio emocional como catalizador
del recuerdo. Aunque la actividad de la cámara y la música
amplifican en exceso la emotividad incluso en escenas
inminentemente sentimentales, el montaje de Jennifer
Vecchiarello brinda una cualidad expresiva a la sucesión de
ciudades del filme. La percepción de peligro y tragedia de
Detroit da paso a la sensación de descubrimiento y
entusiasmo de Los Ángeles, la melancolía e incertidumbre de
Nueva York, y desemboca en el contraste entre la festividad
y la extenuación de Nueva Orleans. De manera análoga a las
emociones que provienen de los testimonios, la colección de
urbes del filme aporta una capa expresiva adicional cuyo
ordenamiento no podía ser distinto. Y es que, de alguna
forma, las ciudades, especialmente la última, poseen un
contrapunto emocional muy semejante al que viven Johnny y
Jessie.
Drama de contrastes y método fílmico contrapuesto: a decir
del propio Mike Mills, la idea de C'mon C'mon fue
conformar una fábula intercalada con cualidades
documentales. El resultado es una película en la que las
entrevistas impregnan el relato de ficción al mismo tiempo
que el estado anímico del drama infiltra la apariencia de
las ciudades. Se trata de una dialéctica entre el realismo
del método documental y la sensación irreal, memoriosa, del
blanco y negro, y de la omnipresencia de un diseño sonoro.
Una sonido, por cierto, que tiene el mérito de mirar a
Jessie como un connato de ausencia; es decir, como una
manifestación cinematográfica de la actitud inicial del niño
metonímico ("Toda una personiata", dice su madre): el
rechazo a responder preguntas manifestado en distintos
elementos que sugieren aislamiento y rebeldía (el gusto por
el Réquiem a todo volumen, el uso del equipo de
grabación, los extravíos en la calle, el encierro caprichoso
en la víspera de un viaje).
La singularidad de C'mon C'mon radica en las
revelaciones que están detrás de la audiovisualidad emotiva
que percibimos a través de la experiencia de registro sonoro
de un hombre que aún no es esposo ni padre. Podría pensarse
que en esta película la relevancia de las imágenes no se
debe a lo que se percibe inminentemente en ellas, sino a lo
subyacente: el rol estructural que tiene la maternidad, la
toma de conciencia de la agudeza intelectual de las
infancias y, por consecuencia, la complejidad que implica
sobrellevar el vínculo más esencial, el de madre-hijo,
suscitado por los constructos de género. En ello fueron
fundamentales la naturalidad de Gaby Hoffman en un personaje
crucial que siempre vemos cuando habla por teléfono para
hacerse cargo de todo y la frescura verosímil de Woody
Norman como el niño de 9 años que idea juegos desafiantes y
que plantea preguntas complejas (“¿Qué es normal?”; “¿Te
gustaría preguntar algo de mi pasado?").
Más allá de la habilidad de
Mike Mills para elaborar diálogos que brindan coherencia al
contenido y al tono de los contenidos documentados y las
escenas de ficción, la revelación que subyace en C'mon
C'mon remite a Viv pues su identidad de hija, hermana,
esposa y madre convergen en una misma condición: la
maternidad. El personaje de Gaby Hoffman materna
constantemente a su familia porque brinda cuidados a los
enfermos o porque tutela a su hijo y a su hermano. Por
encima de todo, resuelve situaciones. En algún momento,
Johnny lee un ensayo de Jacqueline Rose que argumenta que
las madres enfrentan los aspectos más arduos de la vida y,
por ello, cargan con el peso de reparar los errores. Viv
revela el rol tutelar de las maternidades, por lo que
constituye la potencia fabulesca de la historia dado que su
enseñanza consistente fundamentalmente en saber escuchar y,
por lo tanto, en enseñar la escucha. Es, como dice un niño
entrevistado, una evidencia de que “las mamás comprenden”.
En su tránsito por Nueva York, Johnny dice a su sobrino que
grabar lo mundano es una forma de volverlo inmortal. Es
indudable que C'mon C'mon trata todo el tiempo con
la memoria. De allí el blanco y negro o el uso de voice-over
sobre tomas de las ciudades; de allí también la segunda
secuencia acerca de la pérdida de una madre o la idea de que
el filme proviene del futuro porque remite al registro
sonoro del pasado. No obstante, su circularidad narrativa
sugiere un escenario que contrapone la pérdida total frente
a la ausencia temporal de la maternidad tutelar. El
argumento coloca a Jessie, y también a Johnny y a Paul,
frente a la posibilidad de perder a la persona cuyo lugar
cultural constituye el que permite enterrar los conflictos
(según piensa, de nuevo, Jaqueline Rose).
Espacios emocionales para agenciar la escucha en las
complejas relaciones entre adultos en infancias.
Recientemente, Pietro Marcello, Francesco Munzi y Alice
Rohrwacher rodaron Futura (2021), un largometraje
que reúne testimonios de adolescentes de las distintas
regiones de Italia. Entre sus hallazgos destaca que, al
menos en aquel país, no son pocas las personas adolescentes
que piensan que no son parte de la agenda de los políticos
y, por consecuencia, que no se consideran escuchadas por los
adultos. A pesar de que parten de métodos diferentes, el
documental italiano y el filme híbrido de Mike Mills poseen
revelaciones similares: que aquí y allá nos enfrentamos a
una incomunicación perjudicial, aunque no irreparable, entre
infancia y adultez; además, que saber escuchar podría abrir
un espacio de sensibilidad en el que hallemos la paciencia
necesaria para comprender y potenciar la complejidad del
pensamiento de las infancias y las juventudes cuando
queramos abordar el presente con miras a un futuro deseable.
Ficha
técnica:
C'mon C'mon. Siempre
adelante
Título original: C'mon C'mon
Año: 2021
Duración: 108 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Mike Mills
Guion: Mike Mills
Música: Aaron Dessner, Bryce Dessner
Fotografía: Robbie Ryan
Reparto: Joaquin Phoenix, Woody Norman, Gaby Hoffmann,
Brandon Rush, Mary Passeri, Khadija Emma Neumann, Cooper
Jack Rubin, Elaine Kagan, Kate Adams
Productora: A24, Bron Creative. Distribuidora: A24
Género: Drama
|